Aunque este caso no es la única razón por la cual se me indicó venir a este apartado pueblo olvidado por Dios, lo es la mujer que con el paso del tiempo se ha convertido en su más extraña habitante.
Según cuentan los más ancianos, nació adelantándose a la fecha estimada en medio del solar de su casa, donde el mismo día su madre murió, y su padre, al ver que la razón de perder a su amada esposa fue ella, la tiró al bote de basura y acto seguido se quitó la vida.
"La soledad, amigo lector, puede jugarnos malas, y hasta perversas pasadas, cuando aún no estamos preparados para ella".
Allí duró dos días y sus noches retorciéndose, aferrándose al mundo en medio de un llanto inconsolable. Cuando todo parecía haber terminado y la muerte, con su nauseabundo olor se acercaba, un milagro —es lo único que podría explicarlo— sucedió. Esta desafortunada pequeña detuvo su llanto, miró al cielo y, con la inocencia que solo una criatura de alma pura y noble puede tener, suspiró, y así, entre tantas cosas raras que suceden todos los días, su suspiro fue escuchado. La partera, que se encargaría de asistir a la madre y que no tenía porqué haberlos visitado ese domingo, pues todavía no estaba programado el nacimiento, fue a llevar un presente a los futuros padres. Llamó a la puerta reiteradas veces pero al no recibir respuesta, decidió entrar por el solar y dejarlo con una nota. Al ver al padre en el piso corrió a socorrerlo, pero nada pudo hacer, miró hacia todos lados como queriendo entender tan absurda escena y, entre el desorden de sus pensamientos, escuchó el balbuceo de la pequeña recién nacida; al verla entre el bote su corazón se estremeció, limpió la sangre seca en su rostro, con cuidado tomó su cordón umbilical y la sostuvo entre sus brazos, abrigándola con una frazada que había encontrado.
Era tal su belleza que la partera quedó cautivada. Y sintió temor de que no le permitieran quedársela si daba aviso a las autoridades, así que entre la confusión de sus sentimientos y su imposibilidad de ser madre, decidió que lo mejor era guardar silencio, limpiar la casa, desaparecer los cuerpos y llevarse a la niña. Y así lo hizo; de la pareja de esposos nunca más se supo, todos en el pueblo asumieron que un día cualquiera decidieron partir a buscar otros caminos, en otros sitios.
El paradero de la partera no he podido esclarecerlo, su señoría, pero sí pude constatar que la anciana que vive en la vieja casona fue alguna vez esta pequeña de la cual le estoy relatando.
Encuentro que lo sucedido en este pueblo es un misterio, porque siempre, sin falta, cada cierto tiempo, un recién nacido es encontrado a los pies de la estatua que salvaguarda la entrada a la iglesia, envuelto en mantas blancas, como si se tratara de una ofrenda. Y según dicen, es la mismísima anciana quien los pone allí. Sin embargo, se presenta una situación que no he logrado resolver —razón por la cual fui enviado y motivo único de escribir este diario como resultado de mi investigación— y es que nadie ha podido ver el justo momento en que el recién nacido es puesto allí, ni siquiera yo lo he conseguido y he estado tan pendiente de todo, que es algo que no logro explicar.
Convencido de lo infructuoso de mis esfuerzos en estos últimos años de investigación, me he sentado a escribir esto para informarle a usted, su excelentísima Santidad, que los recién nacidos nunca dejarán de aparecer.
Es necesario, y es solo mi recomendación como Sacristán, que sea usted mismo quien venga a resolver lo que está pasando o en su defecto, alguien con mayor poder espiritual sobre lo inmundo y lo profano.
Yo no tengo más que hacer, mi paciencia y mi salud mental están al borde del colapso. He intentado por todos los medios resolver este caso, pero cada recién nacido que encuentro y recojo de los pies de la estatua, se ha convertido con el pasar del tiempo en una pesada carga para mi débil humanidad.
Por favor, venga usted, y ayúdeme.
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El Sacristán (Parte 1)
ParanormaalEste es el relato de un joven sacristán, enviado a investigar el misterio de niños abandonados a los pies de la estatua que salvaguarda la iglesia del pueblo.