TRIO CON DESCONOCIDOS

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—¡Por favor Alicia! —suplica mi mejor amiga juntando las manos.

—Ya te dije que no, Ana —ruedo los ojos.

Ana lleva una semana insistiendo en que vayamos al nuevo antro que han abierto en el centro.

“Safari Tour” es el nombre de dicho lugar, lo conozco por dentro, tiene 3 pistas de baile, una es de ritmos latinos, electrónica y samba, el dueño es el tío —no lo conozco pero se que es su negocio— de mi ex novio, es por eso que me niego a poner un pie adentro.

—Prometo que sí vas conmigo no volveré a pedirte nada más —hace un puchero— pliiiiis.

—Esta bien —digo resignada— pero si llevo a ver a Juan, me iré, no quiero estar en el mismo lugar que el..

Juan es mi ex novio, hace un mes que terminamos porque según el, yo era muy mojigata y tal vez lo sea un poco. No puedo evitar ser una romántica y querer “hacer el amor” en vez de algo casual.

Voy a mi armario, mi madre a comprado una infinidad de vestidos para mí, lo cual es una pérdida de dinero porque no son de mi agrado.

—Ese es bonito —dice Ana cuando paso por uno negro straple que cubre solo lo necesario.

—Ni de coña —sigo buscando uno que tenga más tela pero no hay mucha variedad, casi todos son iguales, con cualquiera se me vería el culo al agacharme.

—Como quieras, usa tus pantalones aburridos de siempre —camina hacia la puerta— yo iré a ponerme algo que diga “cojeme” y nos vemos en la noche —tira un beso al aire y se marcha dejándome sola.

Tal vez tenga razón y ya es hora de dejar aun lado mis pantalones.

Me meto a bañar antes de que se haga tarde, Ana será un dolor de cabeza si llega y no estoy lista.

Me decido por el maldito vestido negro, busco en mis cajones ropa interior decente pero solo hay tangas de encaje y sostenes a juego.

«Voy a matar a mamá».

Escojo una tanga negra, el vestido no es para usar sostén. Me miro en el espejo después de vestirme y me siento algo desnuda, jamás había mostrado tanta piel.

Me pongo un poco de maquillaje y recojo mi cabello en una cola alta, zapatillas de tiras plateadas y vuelvo a echarme un vistazo en el espejo.

«No me reconozco».

Ana llega haciendo un escándalo. Bajó rápido antes de que alguien llame a la policía por sus gritos.

Las letras neón con el nombre del lugar nos reciben. Volteó a ver a las personas y la mayoría de las chicas llevan vestidos como el mío, incluso algunos más cortos.

Nos dejan entrar sin cover lo cual agradezco porque jamás pagaría por entrar a un lugar así, yo soy más de restaurantes con música tranquila y una buena charla acompañaba de una copa de vino tinto.

Llegamos a la barra y el hombre que nos atiende nos barre con la mirada.

—¿Que desean tomar? —pregunta y le giña un ojo a mi amiga.

—Dos martini's de fresa —la dejo que escoja por mi, dudo mucho que tengan un buen vino en este lugar. El hombre nos entrega las copas decoradas con fresas en las orillas.

Pasamos hasta el segundo piso. Por donde veas está atiborrado de personas.

No me doy cuenta cuando alguien choca conmigo derramando el martini en mi pecho mojando mi vestido.

—Lo siento —dice la chica un poco ebria— no te he visto, deja... deja... —se traba al hablar— déjame pagarte el trago.

—Esta bien —le resto importancia —voy a limpiarme —le digo a mi amiga pero no me responde, volteó y ya está en los brazos de un chico.

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