Mañana sorpresa para el chico rompe promesas

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En los territorios Mathers, en la gran mansión de Miload, Subaru chillaba desconsoladamente en su cuarto como una perra cuando súbitamente, de una poderosa patada, el mismísimo Reínhard Van Astrea entró a su habitación.

"Buenos tardes, Subaru ". El Santo de la espada saludo como si no estuviera frente a un Subaru lastimoso, barbudo y desnudo.

De hecho, tenia sus buenos motivos para estár ahí en esa habitación. Pues el sabía muy bien que la estabilidad emocional de Subaru estaba por los suelos desde que la boda de Emilia y Julius habia tenido lugar. No obstante, no fue hasta este día exacto que finalmente decidió hacer algo al respecto para ayudar.

"¿Reínhard, que haces aquí?". Subaru logro decir mientras detenía sus lamentables sollozos, mientras debilmente se levantaba de su cama para confrontarlo por haber entrado a su cuarto como un loco.

Y Reínhard, al escucharlo y verlo en ese estado tan desagradable como lamentable, saco su sonrisa más radiente, y tranquilo declaro: "Nos vamos por putas y drogas".

"¿Eh?". Ante eso, y como era de esperarse, Subaru se sorprendió por el grosero hablar y ofrecimiento de Reínhard. No obstante, no se le dio el tiempo para tratar de indagar más en el asunto cuando, repentinamente, Otto y Garfiel entraron también en su habitación.

"Capitán".

"Natsuki-san".

Sonriendo al igual que el santo de la espada, sus dos y más cercanos amigos se posaron al lado de Reínhard, insistiendo en lo mismo.

"Vamos, Natsuki-san, será lo mejor para ti". Otto aconsejó.

"Después de está noche, éstoy seguro que su mundo sumido en tinieblas se iluminara por la radiente luz de una nueva esperanza". Garfiel recito algo que leyó en sus libros.

Y finalmente: "Subaru, por favor, toma mi mano y vámonos de aquí".

Finalmente... Reínhard le ofreció la mano con todo el afán de hacerlo feliz.

Una propuesta que por un momento Subaru dudo.

"¿Estás seguro que todo saldrá mejor para mí?". Subaru pregunto entre lágrimas, con miedo a acabar peor de como ya se encontraba.

Tenía este terror en lo profundo de su corazón que lo obligaba a encerrarse patéticamente en su habitación. Con el temor de que el mundo, en regalo por su gran y doloroso ezfuerso, solo le daría a cambió más y más sufrimiento.

Después de todo lo que había pasado para llegar aquí, ya no estaba dispuesto a seguir, no para acabar incluso peor.

Por eso mismo, reunió el coraje para mirar a Reínhard directamente a los ojos y exigir: "Dimelo Reínhard. Dime si todo esto de verdad me traerá paz".

"....". Aunque algo decepciónante, Subaru solo recibió un incomodo silencio en respuesta por parte de Reínhard.

Pero la verdad sea dicha, el chico de pelí -rojo la estaba pasando mucho peor en ese silencio. Pues se encontraba nervioso ante un Subaru demasíado traumado y dudoso.

Gracias a sus protecciones divinas, se dio cuenta a medida que iban avanzando en la conversación que Subaru estaba lejos de estar bien. Ya había entrado a fuerzas por la puerta sellada con magia por el espíritu contratado de Subaru, usado varias bendiciones para tratar de convencerlo y sin embargo todavía el asunto se volvía más y más complicado.

"Yo...". Reínhard hablo debilmente al quedarse sin alternativas.  Perdió su expresión confiable y comenzó entrar en pánico por qué tenía que recurrir a lo más drástico.

[Estrella No Tan Solitaria] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora