𝟎𝟔➤ 𝐇𝐲𝐮𝐧𝐣𝐢𝐧

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No estoy seguro de qué hacer con Felix. Qué decir o cómo actuar. Sé que él se preocupa por mí, y eso es más de lo que merezco. Así que sostengo su mano.

Si eso es lo que compartirá conmigo, entonces lo tomaré. Él es increíble y soy afortunado de tenerlo en mi vida.

Su mano es fría, pequeña, y encaja perfectamente en la mía.

Miro nuestras manos por un momento.

Sé que debo volver a casa y dejarlo dormir un poco. Lo haré.

Estoy estancado, sin embargo, porque estoy demasiado cansado para enfrentar la imagen de mi mamá inconsciente y babeando en el sofá. Pero también porque estoy muy cálido y contento en el columpio con Felix.

Él huele como manzanas y me hace olvidar la basura en mi vida.

—Va a mejorar, tiene que hacerlo.

Felix habla de la vida, en general. Envidio su positivismo y deseo poder pensar de la misma forma que él lo hace.

—Lo hará, Lix. Tendrás una vida maravillosa.

Lo digo en serio. Él es increíble y encontrará una manera de hacer su vida hermosa.

Me mira, y esta vez lo miro. Es tan lindo que rompe mi corazón. Su nariz es pequeña, puntiaguda, mejillas con miles de pecas en ellas y sus pestañas son largas y negras, plumas contra su pequeña cara de niño. Suavemente aprieto su fría mano y siento sus dedos contra mi piel.

Tocarlo me hace darme cuenta de lo pequeño que es.

Cuando lo miro durante el día parece tan... fuerte... Tan capaz e independiente.

Algunas veces olvido que es sólo un chico. Sólo un chico con manos finas y grandes responsabilidades.

Lo miro de cerca y me duele el pecho. Todo en él es pequeño y delicado. Quizás físicamente no lo sea, pero se que dentro de su corazón si.

¿Cómo podía una madre abandonar a este chico?

El hombre que es mi padre me dijo lo que era la mamá de Felix cuando tenía once años, pero no entendí lo que significaba en ese momento.

La realidad de la situación de Felix no la noté hasta que tenía trece años. El hombre que es mi padre acababa de darme una paliza con una tabla y estaba tratando de no llorar en mi habitación cuando oí el grito de la casa vecina.

Mirando por mi ventana vi a un hombre grande y desconocido de pie en su habitación, parecía King Kong, mientras su mamá revoloteaba frente a él tratando de proteger a Felix.

Me di cuenta que la ventana estaba abierta así que abrí la mía para escuchar a escondidas.

—¡Ya te pagué! Ahora muévete y te daré el doble por él chico. —La voz de King Kong era retumbante y llena de saliva.

—¡Retrocede! ¡Conseguiste lo que viniste a buscar así que vete! —La voz de la mamá de Felix era temblorosa.

—¡Me iré cuando yo quiera! ¡Ahora muévete! —King Kong dio un paso hacia Felix, quien gritó en respuesta.

Estaba listo para saltar por mi ventana y correr hacia él. No sabía cómo iba a protegerlo, pero lo iba a intentar.

—¡Fuera de mi casa o llamaré a Pete, tiene chicos que te mutilarán! —La mamá de Felix parecía una hormiga comparada con el hombre gigante.

Felix estaba llorando.

Yo estaba aterrorizado.

King Kong dijo cosas desagradables y se abalanzó sobre Felix, agarrándolo por el cabello.

La mamá de mi vecino desapareció y regresó con un arma, apuntó y estaba lista para disparar, entonces King Kong dejó a Felix y salió furioso.

La mamá le ofreció disculpas, o alguna otra estupidez insuficiente, y también dejó la habitación. Vi a Felix quedarse en la esquina de su cama, con tres mantas sobre su cabeza, y temblar por horas.

Esa noche decidí que Felix necesitaba ser protegido. Y si no podía proteger a mi mamá, entonces iba a proteger al chico de al lado.

La voz de Felix me devolvió a la oscilación del columpio.

—Ambos tendremos unas vidas maravillosas, Hyunjin.

Asiento por que él quiere que lo haga y porque quiero creerle.

Desearía tener dinero, poder o influencias, así podría hacer sus sueños realidad y llevarme todas las cosas malas.

No las tengo.

No puedo hacerlo.

Aprieto su mano porque no tengo nada más que ofrecerle.

—Mañana en la mañana, ¿entonces? —dice, y mi corazón salta. He estado yendo a la casa de Felix todas las mañanas antes de la escuela por un año.

Saber que la primera cosa que conseguiré ver en la mañana es a Felix es como logro dormir en la noche.

—Por supuesto —le digo, porque no me lo perdería por nada del mundo.

Él también lo sabe.

Me guiña y separamos nuestras manos.

Se siente mal, no tocarlo. Como si una parte de mí muriera o algo. Pero le devuelvo la sonrisa y camino fuera del porche.

—¿Jinnie? —dice, y sé lo que viene. Mi corazón sube a la parte superior de mi pecho en anticipación.

—Dulces sueños —dice casualmente, como ha hecho desde que tenemos trece años.

Es imposible, es un cliché, y las personas dicen cosas como esas todo el tiempo. Pero esas dos palabras que usa me ayudan a superar algunas malditas noches.

Sonrío y meto mis manos en mis bolsillos.

—Para ti también.

Me doy la vuelta y cruzo la corta distancia de regreso a mi puerta. El marco es irregular, haciendo que la retorcida madera sobresalga. Mecánicamente tiro de ella, liberándola del astillado marco y provocado el crujido de las bisagras.

Miro hacia atrás, a través del embarrado césped, la desmoronada roca y el agrietado concreto que nos separa, para ver a Felix entrar a su casa silenciosamente.

Tendré dulces sueños.

O al menos, no voy a tener pesadillas.

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𝐛𝐮𝐞𝐞𝐧𝐨, 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐚𝐜𝐚́ 𝐥𝐨 𝐯𝐨𝐲 𝐚 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐫, 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐞𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐞́ 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚𝐧𝐝𝐨, 𝐠𝐫𝐚𝐚𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐞𝐞𝐫 <𝟑

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© @𝐠𝐞𝐨𝐭𝐞𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞 𝐲 𝐂𝐡𝐞𝐥𝐬𝐞𝐚 𝐅𝐢𝐧𝐞





𝐡𝐨𝐩𝐞 ►𝑯𝒚𝒖𝒏𝒍𝒊𝒙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora