Anhelo y cercanía

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Capítulo III – Anhelo y cercanía
Personajes: Uchiha Madara
Universo: Narutoverse
Advertencias: Lemon/lenguaje altisonante

Anhelo y cercanía

– ¡Estoy en casa!

Los pasos de Madara resonaron sobre el tatami. La luz de la tarde lograba burlar la protección que brindaba el shoji y filtrarse, iluminando la estancia. Uchiha sabía que su esposa estaba en su hogar, percibía su chakra claramente y el sonido del grifo de la cocina inundaba sus oídos. Sin embargo, aún se encontraba solo. Nadie había salido a recibirle, como era costumbre cuando regresaba de una misión.

Frente al lavabo, la boca de su mujer se convirtió en una línea dura. Dolía. Sentía que el aire quemaba sus pulmones y que aquel líquido cristalino se agolpaba en sus ojos. Le había extrañado muchísimo. Y aunque había tratado de convencerse, en vano, de que su querido esposo hacía todo lo que hacía por el bien de su hogar y por el honor de su apellido, le resultaba inevitable dejarse corroer por la ira. Le amaba tanto que dolía. Se suponía que era una misión de tres semanas, sin embargo, habían transcurrido dos meses luego de su partida. Aquel día en que debía regresar, le esperó con toda la ilusión que su corazón le permitía, se tomó el trabajo de hacerle su pasta de tofu frito y de sentarse en el genkan, anhelando ver el cabello oscuro de su marido siendo mecido por el viento. Empero, Madara jamás se presentó. Así, los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses y con ello, su deseo de ver a Uchiha se transformó en tristeza y finalmente, en rabia. Quedarse sola durante largos períodos de tiempo era parte del trato, lo sabía cuando se había casado con él, pero el conocimiento de la situación no la hacía más llevadera. Le era imposible llenar el espacio vacío en su futón.

Madara estaba apoyado en el umbral, descargando el peso de su cuerpo sobre la puerta corrediza que daba a la cocina. Sus brazos cruzados a la altura de sus pectorales. Su rostro mostrando una expresión cansada.

– ¿Hay alguna razón para que no hayas salido a recibirme?

– Yo... Madara... – La mujer tragó entero, haciendo acopio de toda la fuerza de voluntad que su pequeña anatomía poseía. Buscaba evitar el llanto a toda costa.

–...–

– Este... voy a salir. Tu comida está en la estufa. – Finalmente, el grifo se cerró. La joven limpió sus manos sobre la falda blanca que llevaba puesta, se giró y salió de la habitación con la cabeza gacha. Sabía que mirar aquellas orbes de obsidiana sólo terminaría por desarmarla y romperse, justo en aquel instante, no era una opción.

Sus pasos resonaron sobre el tapete de juncos. Empuño las palmas en la tela, mientras los pasillos se hacían infinitos, hasta que finalmente, logró llegar al fusuma que unía su casa con la entradilla. Alcanzó a poner sus manos sobre la ranura de la puerta, pero esta jamás se abrió. Se escuchó un golpe seco, su cuerpo acorralado contra la pared. El frío del barro caló en su espalda.

– ¿Puedes explicarme qué te pasa? Vengo de hacer toda esta mierda por ti y por la aldea y me encuentro con esto. Lo único que espero al regresar es que me des un beso, comas conmigo y durmamos juntos. – Aunque la voz de Madara sonaba profunda, destilaba furia. Sus ojos, además, se habían tornado de color carmesí, como la sangre que manchaba su camisa. Su expresión facial estaba comprimida, mientras su mano derecha sostenía las muñecas de su esposa sobre su cabeza.

– ¡Entonces no regreses! ¡Muérete la próxima vez!

– ¡Deja de decir estupideces!

– ¡Ya no te amo, Uchiha de mierda!

– Te recuerdo que llevas la cresta de mi clan en tu espalda. – Los músculos de Madara se tensaron dada la presión que ejercía sobre las manos de su mujer, quién continuaba escondiendo sus orbes tras su cabello. Jamás hubiese sido capaz de pronunciar aquellas palabras mirándolo a los ojos.

ONE SHOTS | Uchiha MadaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora