La mancha roja

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Capítulo IV - La mancha roja
Personajes: Uchiha Madara
Universo: Narutoverse
Advertencias: Ninguno

Nota del autor: Siempre había querido escribir esto: Un Madara muy estúpido que no entiende que significa menstruar, pero hace lo posible y lo imposible porque su esposa esté bien. Porque, como siempre, su amor demuestra.

La mancha roja

El shoji permanecía cerrado. La luz del día aún no lograba filtrarse a través de las ventanas de papel. Uchiha reconoció el aroma metálico que llegaba a su nariz. Sangre. Se sobresaltó inmediatamente, le parecía irreal que alguien hubiese podido llegar hasta su alcoba y herirlo o hacerle daño a su mujer. Utilizó sus habilidades como ninja sensorial y su Sharingan para intentar hallar al desgraciado que se había infiltrado en su casa. Sin embargo, le fue imposible encontrar la firma de chakra de tal shinobi. Empuñó sus manos hasta que sus nudillos se pusieron blancos ¡Era imposible que alguien hubiese entrado a la mansión Uchiha, así como así! ¿Quién sería tan hábil de superar la seguridad de Konoha, la custodia de su hogar, su propia destreza como ninja? Podría considerarse una hazaña. Resopló al caer en cuenta de que podía lamentarse luego, tenía que ubicar el lugar de dónde venía la herida, su gravedad, si estaba asociada a algún órgano vital... Levantó la sábana con la que se cubría y no encontró rastro del líquido carmesí en su cuerpo ni en la parte del futón que en la que solía dormir. Vio a su mujer moverse, de tal modo que quedó dándole la espalda. Removió la funda y pudo observarlo: Una gran mancha roja sobre la sábana blanca. Años después se podría decir que guardaba una similitud hilarante con la bandera de Japón. Uchiha inspeccionó la anatomía de la joven que dormitaba pacíficamente a su lado y a quién llamaba esposa y realmente no tardó mucho en hallar el lugar de dónde provenía la sangre. En medio de dónde se alzaban gloriosos sus glúteos había una marca de un tamaño similar a la que adornaba el colchón. Su yukata de dormir estaba hecha un desastre. Sin embargo, no tenía signos de que la pérdida del fluido se debiese a algún tipo lesión. Madara se maldijo en su fuero interno por arruinar la expresión tranquila que lucía el rostro de su mujer en medio del sueño, empero no tenía muchas más opciones...

– Cariño, despierta... – su voz había sonado más angustiada de lo que le hubiese gustado. Era el hombre, necesitaba mantenerse fuerte.

– ¿Madara? No son las seis de la mañana... Déjame dormir.

– Pero, es que... estás sangrando.

– ¿Entre mis piernas?

– ¿Cómo lo sabes?

– No se responde una pregunta con otra pregunta, Uchiha Madara. Es de mala educación.

– ¡Respóndeme, maldita sea! – El tono de ambos amantes había aumentado.

– Porque es normal. Pasa una vez al mes. Se llama menstruación, también le suelen decir regla o período.

– ¿Entonces por qué yo no lo hago? – La joven tomó asiento sobre el futón y soltó una bocanada de aire.

– ¿Cuántos años tienes?

– Veintiséis, ¿a qué viene esa pregunta tan ridícula?

– Tienes veintiséis años y no sabes que una mujer menstrúa. Tú no lo haces por la misma razón por la que tienes pene y orinas de pie, ¡eres hombre! Es algo que le sucede a sólo a las mujeres y que me pasará a mí, hasta que tenga, al menos, cuarenta años.

– ¿No te vas a morir?

– No antes que tú, pelos de pincho. Me da curiosidad, ¿nunca tuviste una mujer cerca para que te lo dijera? – Uchiha bajó la mirada. La única mujer presente en su vida había muerto cuando él tenía seis años, dando a luz a Izuna. Por demás, todos sus hermanos habían sido hombres.

ONE SHOTS | Uchiha MadaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora