» Epílogo.

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11. Sé receptivo/a a sus demostraciones.

❝ Si demuestra interés genuino en ti (por ejemplo, te sonríe cada vez que se cruzan o se desvía de su camino para saludarte), sé amistoso/a y correspóndele. Si ya has decidido que te gustaría salir con él/ella, no dejes pasar el tiempo hasta darse la oportunidad mutua de hablar tranquilos/as... ❞

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"Eunbi, sabes que desde niña siempre hemos querido lo mejor para ti... Y esto no nos parece correcto. Nos merecemos y te mereces respeto con tus decisiones. ¡Por supuesto que puedes ser lesbiana! Después de todo, es tu opción de vida, pero no queremos tus prácticas dentro de nuestra casa."

Suspiré, cerrando la puerta de mi departamento.

Era veinticuatro de diciembre, quedaban sólo unas pocas horas para navidad, y yo, quien amaba los días festivos y ver las calles decoradas de Seúl, esta vez me encontraba deprimida, demasiado melancólica e infeliz como para salir de paseo.

Llevaba más de un mes sin hablar con ninguna de las chicas... Y eso incluía a Hyewon.

Una parte de mí se sentía verdaderamente culpable, avergonzada y compungida con todo lo que había pasado luego de llegar a Corea; se suponía que debía hablar con mis padres, y fuese cual fuese su respuesta sobre mi gusto por Hyewon, seguiría mi vida normal. Yo no dependía de ellos y ellos no dependían de mí.

Pero cuando los escuché decirme eso cara a cara, sin considerar la inestabilidad de mis emociones, realmente me sentí contrariada. Me gustó creer que ellos lo aceptarían sin ningún problema, que quizás, ellos sabían dividir su fanatismo religioso y la identidad de una persona, pero no pude estar más equivocada. Había sido tan ilusa.

Pensar aquello, dándome falsas ilusiones de que todo saldría bien, había sido el peor error de mi vida.

Estaba desesperada de poder estar junto a ella sin sentirme incompleta por habérselos ocultado, pero luego, cuando tuve la valentía de enfrentarme a la realidad, había sido incapaz de hablarlo con ella o alguna de las chicas. Supuse que necesitaba sanar eso por mi cuenta y en completa soledad, y no pensé en nadie más antes de tomar la decisión de alejarme.

Miré mi celular, viendo la foto de Yuri en la pantalla. Me estaba llamando otra vez, y tomando una profunda respiración, no dudé en colgarle.

Todas me habían llamado infinidades de veces y siempre las ignoraba por el temor a contestarles. Desde que me aislé, había comenzado a formar una especie de hórrido miedo a topármelas por la calle o siquiera escuchar sus voces. No les había dado explicaciones de nada, y sabía que se lo merecían, pero no sabía cuánto me merecía hacerles ese favor.

¿Ellas me odiarían?

No quería sonar lastimosa, como si fuese una víctima de algo porque no lo era, pero el hecho de que mis padres no me aceptasen por algo que no estaba bajo mi control, me había dejado frágil, llena de inseguridades, y no sobre mi pensar, sino sobre mi propio valor como persona.

Yo sabía a la perfección que no había hecho nada malo. El comenzar a adorar y dejarme adorar por una mujer increíble, era sano y beneficioso para mí y mis nulas experiencias románticas. Mi minúsculo problema, era que el rechazo lo había sufrido de mis propios padres, no de un señor irrelevante.

Saqué del microondas el trozo de pizza que había sobrado ayer y lo puse en un plato, yendo directo a la mesa de centro. Me había preparado un café con anterioridad, y en cuanto lo tomé, quise lamentarme al sentirme tan sola. Las extrañaba y mucho, pero sentía que me rechazarían si las llamaba, y no podía exigirles más si yo era la que les colgaba.

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