» Capítulo 8: 키스

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8. Fíjate si repentinamente desarrolla el hábito de aparecer donde estás.

Si de repente empieza a aparecer en determinados lugares, en momentos del día en los que no esperarías verle, puede ser que esté buscando deliberadamente oportunidades para cruzarse contigo...

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Exhalé, entrecerrando los ojos por estar despertando. 

Me asusté cuando vi a Yuri frente a mí, con su dedo incrustado en mi mejilla mientras mostraba sus lindos dientes. Removiéndome, quité su mano, suspirando pesadamente.

— Hasta que despiertas. —La voz de Yena me hizo fruncir el ceño, sin entender. Sentí la suave risa de Hyewon cerca de mi oreja, así que alcé la cabeza sólo para darme cuenta de que estábamos en la misma posición desde que nos habíamos dormido.

Me sonrojé, levantándome algo aturdida y muy avergonzada. Intenté sonreírle sin parecer nerviosa, y ella me correspondió con una sonrisa mucho más agradable.

— ¿Qué hora es? —Solté un bostezo, sintiendo mi cuerpo en un estado lleno de paz y calma, como jamás lo había sentido. Miré la mesita, incrédula con las cajas de comida.

¿Eso era almuerzo?

— Las dos de la tarde. —Abrí los ojos, desconcertada y sin saber qué decir. Ahora entendía porqué, de forma contraria, estaba más animada que de costumbre. Me sentía agotada aún, pero extremadamente feliz.

Miré a Hyewon con las disculpas en la punta de la lengua, pero ella no me miró, simplemente se estiró y se levantó con la mano en su espalda baja. Yo sabía que mi peso durante tantas horas la iba a dejar un tanto adolorida, ¡se lo advertí!

— Creo que hiberné... —Me quejé, sintiendo una pequeña caricia en el cabello de su parte. Sonreí un poco, viéndola irse hasta su cuarto.— ¿Es primera vez que se levanta? —Pregunté bajo, sin poder creer que ni siquiera se había levantado para desayunar. Yuri negó, tomando un poco de fideos con los palillos.

— Estuvo todo el tiempo intentando despertarte, pero como no pudo, se quedó haciéndote cariños. —Reí cortamente, asintiendo. Debía agradecerle luego, sobre todo porque me había hecho dormir más que cómoda.

— ¿No se quejó?

— Oh, no, aunque era obvio que no podía acomodarse cuando quería.

Asintiendo una vez más, mi estómago rugió. Mi buen ánimo junto con el hambre se compenetraron, logrando que estuviese lista para comer todo lo que pudiese.

— ¿Ahora saldrá de nuevo?

Yuri asintió, rodando los ojos.

— No hace falta que entremos en detalles. —Sakura gruñó, mordiendo molesta un trozo de patata.

Para ser honesta, a mí ya no me importaba que saliese todos los días.

Había despertado tan bien que no quería que nada lo arruinase, y el pensamiento de él, definitivamente no lo haría.

Un pequeño silencio se formó, y nos resentimos con una tensión enormemente pesada y sólida, tal y como si pudiese cortarse con un cuchillo. Chaewon carraspeó de inmediato, tocándome el hombro para que la mirase.— Antes de que despertaras, estábamos pensando en salir uno de estos días, ¿qué dices? —Mi vigor subió y casi me quiebro el cuello asintiendo. Ya no aguantaba un día más estando encerrada, menos si nos quedaba una semana para volver a Corea.

— Claro que sí. —Tragué, tomando un último sorbo de agua y acercándome a ella.— ¿A dónde iríamos?

— Pensamos muchos lugares; el monte Fuji, los templos, ¡incluso el bosque de bambúes! —Iba a aceptarlo en cuanto lo dijo, pero quería seguir escuchando y tener más opciones. Ella siempre nos había dicho lo lindo que era ese lugar y, la verdad, yo también estaba encantada por conocerlo.— Pero creímos que sería mejor la nieve... —Me tapé la boca, mirando a las demás para ver si estaban de acuerdo con esa idea. Me sonrieron, lo que provocó que mis ojos brillasen. Chewon rió, abrazándome.

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