vi. have I known you twenty seconds or twenty years.

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La primera vez que lo ví dudar de la existencia de la bondad en el mundo, tenía veintiún años.

Ed amaba su profesión, no había duda alguna. Vivía por ello. Vivía por su eterna ilusión de salvar y ayudar cuántas personas pudiera; pero era muy duro.

Estaba cansado todo el tiempo y aún así llegaba sonriendo a casa; me contaba sobre los pacientes con los que trabajaba, especialmente sobre los niños. Él amaba a los niños. Quería salvar a todo el mundo, pero si se trataba de un niño se volvía loco. Edward era adorable, trabajador y apasionado.

Llevábamos un año siendo novios, pero aún nadie decía te amo. Yo lo hacía; había amado a Edward durante años, lo había admirado por mucho más de la mitad de mi vida, lo había adorado y atesorado desde el momento en que lo ví, pero mi amor se sentía indigno. Mi devoción no era todo lo que Edward se merecía, lo que un alma tan pura, tan limpia y tan buena se merecía. Nunca le había mencionado que lo amaba, pero todo lo que hacía todos los días de mi vida era a través del amor que sentía por él. Creo que él lo notaba. Sonreía, me agradecía y me correspondía con actos amorosos que yo nunca sería capaz de merecer. Pero deseaba con todo lo que había en mi corazón poder decirle que lo amaba, y que él me lo dijera a mí.

Un día Ed llegó con el rostro pálido y los ojos hinchados. Supe de inmediato que algo había sucedido, pero no quise presionarlos a contarme sobre ello; cenamos, nos cepillamos los dientes y nos acostamos. Lo abracé como de costumbre, sentí su cuerpo tenso contra el mío. Acaricié su cabello, besé su frente y lo sostuve como si fuera el ser más importante y delicado sobre la tierra; lo era. Sentí sus músculos relajándose y suspiré con alivio.

"Gracias." Susurró. Asentí con la cabeza y besé su frente de nuevo.

Se separó algunos centímetros de mí y me miró a los ojos. "Elliot."

Lo miré, aparté un mechón de cabello de su rostro para colocarlo detrás de su oreja y le sonreí. "Dime, cariño."

"¿Quisieras tener hijos?" Preguntó.

Sentí calor en todo mi cuerpo, pero me preocupaba que él luciera tan serio mientras hacía esa pregunta. "Si es contigo, por supuesto."

Él asintió con la cabeza y sonrió débilmente. "¿Amarías a nuestros hijos? ¿Aunque no tuvieran tu sangre?"

No supe qué decir por un momento, pero después suspiré y acuné una de sus mejillas. "Los amaría con todo lo que hay dentro de mí, Eddie."

Él me sonrió y volvió a asentir, se acercó más a mí. "Hoy llegó una niña al hospital. Tenía seis años y estaba inconsciente. Tenía quemaduras de cigarro en todo el cuerpo, moretones y heridas terribles. Tenía señales de un intento de estrangulamiento y era diminuta. No pudimos hacer nada por ella" Su voz se quebró y escondió su cabeza en mi pecho. "Antes de venir a casa, escuché que la pareja de su madre le hizo todo aquello. No podía aceptarla porque no tenía su sangre. Y la mató. La mató. Mató a un ser tan pequeño."

Tragué saliva y él comenzó a llorar. Lo apreté contra mí y comencé a susurrar palabras de confort en su oído. Sabía lo duro que era para él no poder salvar a todas las personas que llegaban a sus manos, y esa situación era aún peor. Lo consolé hasta que dejó de llorar. Se separó de mí, me miró y me besó.

"Gracias." Me dijo. Le sonreí y lo volví a besar.

"Sabes que estaré aquí siempre que lo necesites. Todo lo que necesites lo tendrás mientras yo exista en este mundo." Respondí. Era verdad, me lo prometí a mí mismo años atrás.

Él me sonrió con ojos cariñosos y yo me sentí en llamas, ¿qué había hecho para tener la dicha de mirar a un ángel a los ojos?

"Eres muy bonito." Le dije antes de darle un beso en la punta de la nariz. "Y eres tan bueno, Eddie. Tan bueno. Tan gentil, tan maravilloso." Besé su frente, sus mejillas, sus labios y su mentón. "Gracias por salvar personas a diario. Tú serás un padre increíble."

Sus ojos brillaron y me besó fugazmente, tomó mi rostro entre sus manos y me sonrió con lágrimas en los ojos. "No puedo esperar a que seamos padres. Sé que amarás a nuestros bebés. Eres tan bueno, Elliot. Tan especial, tan amable. Serás el mejor padre que podría imaginar."

Limpié sus lágrimas y volví a besarlo, y lo besé de nuevo, y otra vez. No me cansaba de hacerlo. No podía creer que alguien cómo él existiera, nunca me acostumbré a su bondad, a su deseo de ayudar y salvar personas. Era la persona más especial que había pisado la Tierra.

Levantó la mirada y acarició mi cabello. "Eres precioso. Sólo quería recordártelo." Dijo con una risita. Sí él lo decía, entonces quizás era verdad. Sabía que Ed nunca me mentía. Sabía que él era transparente, podía ver a través de sus ojos y no podía encontrar una sola partícula de deshonestidad.

"Tú también lo eres." Respondí.

Me sonrió. "Te amo, Elliot."

Me paralicé. No había escuchado algo tan precioso en toda mi vida. Era la primera vez que alguien me decía que me amaba, enseguida me pregunté ¿qué hice para merecer que un ángel me ame?

Mi corazón se detuvo, y mi vista se nubló. Sentí lágrimas pesadas caer sobre mis mejillas. Él soltó una risita y las limpió con dulzura. "Yo también te amo, Ed. Te amo desde hace tanto. Te amo. Te he amado desde antes de conocerte." Mi voz temblaba, y lo abrazaba con más fuerza. Él me miraba con la boca entreabierta y con mirada incrédula. "Te amo, Ed. Te amo tanto, gracias por amarme."

Me besó con dulzura y calidez. Me abrazó y me sostuvo mientras yo lloraba como un bebé. Me repitió que me amaba todo el tiempo, y me recordaba que no debía agradecerle.

Nos quedamos dormidos enredados el uno con el otro.

Nunca me había pasado algo tan precioso en la vida.

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⏰ Última actualización: Jul 04, 2022 ⏰

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