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"Bajo las refulgente luces rojas me permito estudiar con detalle al hombre desconocido."

Me adentro en la cálida habitación. Mi figura ceñida en diminutas prendas se duplica en los múltiples espejos ubicados a lo largo y ancho de las paredes. Mis ojos se encuentran con los suyos en el reflejo, su imagen no existe en los confines de mi mente y tampoco en los expedientes. Con su ropa oscura y su cabello negro azabache él representa una nueva y enigmática pieza en el tablero de la investigación.

Observo a la mujer frente a mí. Su piel oliva se ha vuelto pálida en consecuencia del exceso de maquillaje, ocultando las miles de pequeñas pecas que, como estrellas en el vasto cielo nocturno, salpican su cuerpo. No hay rastros de su oscuro cabello, pues este se oculta cuidadosamente bajo una extensa peluca rubia. Y sus deslumbrantes ojos verdes, aquellos que ha heredado de su difunto padre, se han apagado en un intenso marrón. No la reconozco en absoluto, no me reconozco.

Una botella es descorchada, el vidrio tintinea y un líquido es vertido.

—Incluso en el techo. —Indica él observándome de reojo, hundiéndose en el mullido sillón negro ubicado en un rincón y aferrándose a un vaso de lo que parecer ser whisky.

Me detengo en seco y dirijo mi atención al techo, el cual devuelve el reflejo de todo bajo su alcance. En el centro la extensa cama de respaldo capitoné y sábanas grises se invierte en su imagen. Palidezco al imaginar los deseos más oscuros que esta habitación ha presenciado y satisfecho.

—Toma asiento —ordena, indicando el sillón frente a él.

Mis piernas flaquean, con medida prudencia ocupo el lugar. Bajo las refulgente luces rojas me permito estudiar con detalle al hombre desconocido. Recostado con una confianza innegable su presencia es imponente, reduciéndome a cenizas. Su figura atlética y esbelta se funde y contrasta con su camisa negra desabotonada y sus pantalones de gabardina. Mis ojos se deslizan por su pecho ligeramente expuesto, revelando músculos definidos, y luego se detienen en sus brazos donde los puños de las mangas permanecen enrollados en sus antebrazos, exponiendo su piel bronceada cubierta en tatuajes. Sus rasgos angulares, delineados con meticulosa precisión, en conjunto con su afilada mandíbula y sus pronunciados pómulos le confieren una hipnotizante rudeza.

Como dos maniquíes colocados en contra de su voluntad ambos permanecemos estáticos en nuestros sitios. Las palabras flotan en nuestras mentes, pero estas no son pronunciadas, extinguiéndose y dando paso al sepulcral silencio. Su atención se centra en liquido de oro ocupando el vaso de vidrio. Este desciende y quema su garganta tras su paso. Una sonrisa de satisfacción aparece en su rostro

Los minutos y horas transcurren en una extenuante eternidad, los pensamientos ocupan cada hueco de mi mente. A pesar de su templanza, de su marcada distancia hacia mi, él es un oficial de la ley, alguien que ha prometido con corazón y alma proteger a los ciudadanos indefensos de Bernabell de las atrocidades de la corrupción, crueldad y perversión. Informes voluminosos, repletos de detalles e imágenes repulsivas, confirman el horror acechando el pueblo. Las voces aquí han sido acalladas, perpetuadas a la sumisión, abandonadas a su suerte, a la espera de la destructiva maldad. La sangre me hierve en desconsuelo y la presión de los sucesos no admite fallas. Las lágrimas se avecinan tormentosas, pero no me permito derramarlas.

El reloj adornando su muñeca emite un leve, pero claro sonido indicando una hora de la cual desconozco, pues he perdido la noción del tiempo. Por primera vez, sus ojos, profundos y penetrantes, evalúan, recorren, analizan, mi semblante con detenimiento. Permanecen inmóviles en mi rostro, ignorando mi cuerpo y denotando una angustia que no logro descifrar.

Lo observo una vez más, grabando con fuego su rostro en mi mente. Él, al igual que los oficiales amontonados al rededor del escenario, son cómplices de lo sucedido aquí. La lealtad a sus promesas ha sido despedazadas al introducirse a un club de mala muerte noche tras noche, mientras en los últimos meses más cuerpos de los que podría contar han sido descubiertos en lo profundo del bosque. Deberán pagar por sus actos.

Inesperadamente sus dedos viajan a mi cuello, aun ante mi resistencia, aproximándome con delicadeza a su rostro. Su tacto frío al contacto arde en mi piel.

—Realmente lo siento —manifiesta en un susurro, rosando mis labios con su tupida barba y emanando un intenso olor a alcohol. Con desagrado me desprendo de su agarre y él tan solo asiente.

La botella de whisky yace vacía en la mesa de vidrio y la música ha cesado, dando por finalizada la inusual noche. Tambaleándose abandona la habitación. Suspiro aliviada, las lágrimas recorren mi piel y aterrizan en la alfombra de terciopelo blanco.


...

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⏰ Última actualización: Jun 27, 2023 ⏰

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