4th of July

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4 de julio.

La gente que me rodea roza mis brazos desnudos al pasar a mi lado para tener una mejor vista de los fuegos artificiales, que empezarán en unos minutos.

Yo estoy riendo, una risa que se pierde entre la multitud, y mis ojos se pierden buscando caras conocidas, que no logro encontrar.

Los fuegos artificiales se empiezan a retrasar y yo me empiezo a impacientar, camino un poco en busca de al menos, algo que comer, y al darme por vencida me pierdo, volteo atrás, a la izquierda, y al voltear a la derecha, de repente ya no estoy perdida.

Una cara conocida me mira a una distancia prudente, con una mezcla de anhelo, tristeza y ¿emoción?
Y yo lo miro con extrañeza, porque ya se me había olvidado la forma tan especial que tenía de mirarme.

Da un paso adelante, y entonces empiezo a sentir frío por primera vez en la noche, muy a pesar de tener un short y una camisa corta, me acaricio los brazos con suavidad y los recuerdos llegan a mi, recuerdos del roce de sus manos sobre mi piel, y su risa llegando a mis oídos como música mientras veía sus ojos achinarse.

Doy un paso adelante.
Un último recuerdo llega a mi, el último que tengo de él, sus labios cálidos sobre mis labios fríos. Un contraste perfecto.

Ambos damos un paso adelante.
Quiero besarlo.
Y él lo nota.

Ambos nos acercamos con precaución, que se desvanece al estar a centímetros del otro, pone una mano en mi cintura y me atrae hacia si.

Y ahí está, el contraste perfecto.

Sentir sus labios cálidos hace que el frío de mi cuerpo desaparezca, y, como si Dios así lo quisiera, como si estuviera admirando lo nuestro y conspirando a nuestro favor, mis oídos se llenan del ruido que generan los fuegos artificiales al explotar.

Y, no sé como explicarlo exactamente, pero así me sentía en ese momento, ahí, con él, con sus labios sobre los míos, se sentía como fuegos artificiales. Besarlo se sentía así.

El Placer de no Pertenecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora