➖Cap.6➖

73 16 4
                                    

Con pesadas mochilas repletas de pseudo comida, abrigo y algún que otro implemento, partimos bajo la atenta mirada del coronel, el centinela y un par de acampantes que nos dicen que rezarán para que todo salga más que bien

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Con pesadas mochilas repletas de pseudo comida, abrigo y algún que otro implemento, partimos bajo la atenta mirada del coronel, el centinela y un par de acampantes que nos dicen que rezarán para que todo salga más que bien.

"Rezar" palabra que pareciera tan lejana de alcanzar cuando observas a tu alrededor y todo es total destrucción. Pareciera que -finalmente- el Señor se ha olvidado de nosotros, pero no me corresponde matar la ilusión de ese par. Así que agradeciendo con reiterado asentimiento de cabeza, partimos rumbo a la guarida de las sedientas bestias.

Porque hay una cruda realidad, esa abandonada ciudad se ha convertido en el centro de rejunte de diversas mutaciones de mierda. Algunas de ellas podridas hasta tal punto que puedes ver a través de sus cuerpos. Otros, más bien nocturnos, parecieran sin función cerebral, balbuceando como entes sin mentes y solo sedientos de tus tripas. Y los últimos, pero no menos importantes, aquellos que pueden andar camuflados a plena luz solar.  

Y nuevamente, me viene a la mente esa maloliente criatura que con ronca y asquerosa voz dispuso un desacertado destino a mi insípida vida. ¿Acaso, esa bestia inmunda está en un nivel superior?

No había escuchado nunca de otros cadáveres reanimados formular más de dos palabras seguidas. Y lo que es peor aún, con cohesión en su asquerosa y dirigida charla hacia mi persona. Entonces, ¿por qué no me mató? Claramente es superior a mí en lo que respecta a la fuerza... Y por prima vez en años, tengo temor de lo que pueda suceder si me vuelvo a cruzar con esa codiciosa bestia.

—Capitán, ¿no le parece que todo está muy silencioso? —cuestiona mi sub alterno.

Y maldigo para mis adentros, pareciera que un minuto de silencio en esta maldita mierda es sinónimo del final de los tiempos. 

—Abre tus ojos, agudiza tu visión y mantente alerta... Y háblame no formal Nam, demasiado tengo con la formalidad de los otros. 

De repente, escucho el leve sonido de la baja risa de mi sub alterno haciéndome sentir en este mundo de locos, un poco más cuerdo.

—¿Hace cuánto tiempo no tenemos un reporte de lo que son realmente? Sabemos y conocemos lo que vemos, pero... ¿Y si han mutado de alguna otra manera? —cuestiono a mi sub alterno para nada risueño.

—Es imposible saber algo así. Pero es inevitable no adaptarse para seguir sobreviviendo ¿no? Es algo que ha hecho la humanidad a través de los siglos, entonces, se podría suponer que -también- lo hacen ellos.

Sus palabras me pegan de lleno, porque una cosa es luchar contras bestias sedientas sin un puto cerebro y otra, bien diferente, es estar a la merced de alguna nueva especie que se gesta y se organiza de alguna manera. Y sin buscarlo regresa a mi memoria el recuerdo de esa hedionda criatura recubierta en telas que me observaba de lejos... Sin contar que, vívido recuerdo su maldita respiración sobre mi cuello.

Más allá, unos imperceptibles movimientos nos ponen -nuevamente- en alerta. De inmediato, agudizo mi visión y señalo a mi sub alterno.

La misma sensación de aquella vez...

Esa imperceptible evocación de ser observado pero no finalmente acorralado, me aqueja.

Entonces, apoyo la mano sobre el arma que llevo conmigo y no me pierdo detalle del asunto, indicándole a Nam que avance dos pasos y observe entre unos hierros por si hay algun engendro que quiera comernos vivo.

Un quejido... Agudizado pero no muy intenso, diferente a todo lo que sentí y lo que siento, se percibe. Y Nam, abrupto se detiene tratando de captar desde dónde proviene el emisor de ese leve gruñido.

Lentamente, me muevo rogando porque mi sexto sentido ayude de una buena vez en todo esto. No quisiera que -sorpresivamente- terminemos siendo comida de caminantes sin un puto cerebro mientras los nuestros -lentamente- se van muriendo.

Entonces, se escucha de nuevo un gruñido aumentado junto al inconfundible rechinar de unos dientes atrás de lo que sería el resguardo de una especie de árbol seco y maltratado.

Señalo a mi sub alterno que abra bien los ojos y mire para todos lados. Quedándose en donde se encuentra y diciéndole con señas que me deje revisar y que esté atento, cubriendo mi espalda de ser necesario. 

A medida que me muevo despacio y atento, una fría sensación de mal augurio me recorre la columna vertebral. Y echando fuera a mis propios y devastadores demonios, avanzo cambiando al arma para no generar más disturbios y tomando la fría empuñadura por el mango forrado de punta filosa... Punta que brilla como una losa de antaño y a través de la cual, puedo observar nítido hacia todos lados.

Una gruesa gota de sudor recorre mi frente muriendo en la naciente de mis ojos, molestando momentáneo a la percepción del entorno y jugando a contra reloj contra lo que se vendrá sobre nosotros.

Más fuerte, el gruñido junto a un aroma demasiado pútrido me ataca repentinamente. Entonces, activo mis cinco sentidos y me arriesgo.

Encontrando la mitad de un demacrado cuerpo casi sin carne sobre los huesos y con sus tripas podridas saliendo. Pareciera que salió alguna especie de monstruo desde sus adentros, para estar abierta de semejante manera.

Entonces, me acerco a ese cuerpo casi sin vida y la observo. Mujer en sus 30 sin un ápice de cordura, solo inentendibles vocablos y un rechinar que pareciera más bien un lamento.

Me arrimo un poco más y, nuevamente, la observo. Su negra y perdida mirada parece dolida.

¿Acaso esta bestia podrida contiene el anhelo de algún supuesto recuerdo?

Solo puedo negar con mi cabeza, dándole fin a lo que resta de su insípido sufrimiento y haciendo un favor hacia al resto.

Así que, bien de cerca, cerceno su cuello y destrozo su cerebro con una ira acumulada por años. Aunque no sé si podré olvidar esas facciones podridas que con su mirada perdida me trataban de decir algo.

De repente, se escuchan los inconfundibles sonidos de los camuflados, aquellos que pueden pasar por humanos si no tienes un entrenamiento previo.

Y le indico a mi sub alterno que avancemos despacio ya que el camino parece habitado y debemos tener cuidado de no toparnos con lo que sea que haya salido desde ese podrido vientre.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.









"Ocaso de la Filantropía" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora