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Camila

Lauren se me adelantó tan rápido. Que me tomó unos segundos darme cuenta de la razón. Debí haber estado mirando al lago al momento en que pasó.

Mi corazón se desplomó a mi estómago mientras corría a alcanzarlos.

Brendan se encontraba en el suelo, con su brazo raspado y sangrando. Pero no lloraba. Mi hijo rara vez lloraba, por lo cual me sentía agradecida, porque verlo en cualquier clase de dolor me mataba.

Temblando, yo era la que lloraba mientras sin saber qué hacer miraba a Lauren cargar a mi hijo en la seguridad de sus brazos, con cuidado inspeccionando cada centímetro de él y haciendo muchas preguntas.

—¿Qué te duele?

—Mi brazo y rodilla.

—¿No te golpeaste la cabeza, verdad?

—No.

Gracias a Dios.

Gracias, Dios.

—Brendan, debes poner más cuidado —dije.

Lauren fue rápida en corregirme.

—No fue su culpa. No existía nada que pudiera hacer. Esos pájaros gigantes saltaron justo frente a él. Vi cómo pasó. No habría podido evitarse.

—¿Puedes caminar? —pregunté.

Lauren con cuidado lo bajó. Incluso aunque parecía muy lastimado, Brendan movió sus piernas y asintió indicando que estaba bien para caminar.

Lauren entonces se arrodilló y lo abrazó con fuerza. El mismo alivio que sentía estaba escrito en todo el rostro de Lauren.

Levanté la bicicleta del suelo y empecé a arrastrarla.

Caminando dos pasos detrás de ellos, observé mientras Brendan tomaba la mano de Lauren. Ni siquiera dudó para hacerlo, y Lauren la tomó sin ningún esfuerzo, como si fuera natural. Yo simplemente seguí observando la pequeña mano de Brendan en la grande de Lauren.

¿Cuándo pasó esto?

Sabía que Lauren se había vuelto cercana con mi hijo, pero nunca asimilé bien que, si estaba tratando de evitarlo o no; un serio apego ya se había desarrollado.

Por primera vez, caí en cuenta. Que Lauren decidiera no tomar el trabajo de Leed; no era solo por mí. También quería estar aquí para Brendan. Ella quería esto. Nos quería a nosotros.

Estuve tan preocupada por mis propios miedos, que no había abierto mis ojos a lo que de verdad sucedía a mí alrededor.

Terminamos pronto nuestra salida y fuimos directamente a casa después de una rápida parada por la limonada granizada de Del; de todos modos se hallaba justo en el camino de regreso.

Cuando llegamos a casa, Lauren se encargó de las heridas de Brendan y confirmó que no necesitaba puntos; iba a estar bien. Era de ayuda tener una doctora cerca en momentos como estos. Probablemente habría estado cuestionándome todo y lo habría llevado a la Sala de Urgencias solo para que otra opinión confirmara que no tenía heridas ocultas.

Una vez que Brendan estuvo limpio, los tres fuimos a la cocina.

Lauren enlazó sus manos en un aplauso.

—¿Qué tal si voy a la tienda y compro cosas para hacer tacos esta noche? —Sabía que era la comida favorita de Brendan.

Mi hijo se animó.
—¿Puedes comprar las tortillas de Doritos?
—Si es lo que quieres, claro. —Sonrío Lauren.

Need you (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora