El contenido de esta historia es compartido con el único fin de entretener, en ningún momento se busca dañar/afectar el nombre y/o la imagen de los integrantes aquí mencionados; ninguna de las situaciones y acciones que se presentan tienen relación...
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El aire frío del exterior ha conseguido colarse en el apartamento que compartes con Jin, provocando un duro escalofrío. Te despiertas con un escalofrío que recorre tu cuerpo y te hace acurrucarte en ti misma.
"Oye T/N-ah", oyes gemir a Jin. Abres un ojo y le ves estirarse en su sitio junto a ti en la cama. "Me has dado una patada".
"Lo siento Jinnie", susurras, dándole la espalda y cerrando los ojos una vez más. Intentaste conciliar el sueño, pero la repentina bajada de temperatura lo hizo difícil. Esta vez abriste los dos ojos y miraste a Jin por encima del hombro. Tenía los ojos cerrados mientras inhalaba y exhalaba tranquilamente. Te diste la vuelta suavemente y acercaste tu cuerpo al suyo. Como estaba tumbado de espaldas, apoyaste suavemente tu cabeza en su hombro y le pasaste el brazo por el estómago. Gracias al calor corporal de Jin, te sentiste más tranquila y te quedaste dormida.
La voz de Jin retumbó, despertándote.
"Es de muy mala educación perturbar el sueño de alguien en su cumpleaños". Abriendo los ojos, levantaste el cuello para mirarle. Tenía el pelo revuelto y la sonrisa en su rostro era perezosa, una clara señal de que aún estaba cansado.
"No creí que el hecho de querer abrazar a mi novio fuera calificado como una 'molestia'", respondiste, golpeando el costado de su cuerpo con la mano.
"Mentira", se rió. "Sólo quieres abrazarme porque tienes frío. Ese es el único momento en el que quieres abrazarme".
"¿Y cómo sabes que tengo frío, listillo?" En lugar de responderte, Jin mueve sin palabras el brazo sobre el que no está recostado y lo pasa por tu pecho, tocando con los dedos tu pezón endurecido a través de la ajustada camisola que llevas puesta. La acción hizo que tu respiración se agitara en tu garganta y que tu espalda se arqueara ligeramente.
"¿Quieres decirme que me equivoco, cariño?" La sonrisa de su rostro te hizo considerar la posibilidad de hacerlo, pero sabías que se daría cuenta de tu mentira. Malditos sean tus sensibles pezones.
Negaste con la cabeza, lo que hizo que la sonrisa en su cara se ampliara. Volvió a bajar la mano hacia tu pecho, tomando tu pezón endurecido entre el pulgar y el dedo índice. Tiró ligeramente de él, y un gemido bajo salió de tu garganta.
"¿Quieres que te ayude a calentarte un poco?" Preguntó y tú asentiste al instante. Los hizo girar a los dos para que se pusiera de rodillas y se cerniera sobre tu cuerpo.
"Siempre tan sensible para mí", murmuró, subiendo su otra mano para acariciar tu pecho opuesto. Rápidamente se dirigió a tu pezón, de modo que pellizcaba y tiraba de los dos al mismo tiempo. Te mordiste el labio, retorciendo las manos en las sábanas debajo de ti.
"Dios, apuesto a que podría hacer que te corrieras sólo con esto. ¿Verdad, nena?" Preguntó, mirándote con una sonrisa perezosa en la cara. Asentiste rápidamente y él te pellizcó los pezones con fuerza, enviando un rayo de placer directamente a tu parte inferior. Podías sentir cómo tu excitación se filtraba y empezaba a hacer que tu ropa interior se pegara a ti, algo incómoda.
