CAPÍTULO XXVII

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Auriga: Constelación del hemisferio norte.

***

Amy Holland

Pasamos horas, aunque yo sentí como si fueran minutos, leyendo y riéndonos de algunos chistes que contaba Aarón sin sentido, pero que me hacían reír por lo tierno que se veía y lo lindo que sonreía al creer que eran buenos. ¿Qué aprendí el día de hoy? Aarón no es bueno con los chistes. Decidimos salir para ver si había algo que comer, porque era muy tarde y ya moríamos de hambre.

Al salir de la tienda de acampar, me encontré a los chicos sentados en unos troncos que se encontraban frente a una gran fogata, estaban todos felices.

—Hola—saludo a mis amigos y todos sonrieron y devolvieron el saludo.

Me senté en uno de los troncos con Aarón mientras servían algo de comer, había muchos chicos allí divirtiéndose, en unas esquinas había algunos jugando Uno, Monopolio y otros juegos de mesa, en otra esquina estaban unos riendo, contando chistes, mientras nosotros solo mirábamos a la nada.

—¿Qué haremos para pasar el rato? —les pregunté. Aún había mucho que hacer, no anochecía.

—No lo sé, ¿Qué quieren hacer? —pregunta León.

Hubo silencio por un momento, hasta que Adri chilló. — ¡Tengo una idea! Podemos ir al lago a bañarnos. ¿Qué dicen?

—Suena genial. Tengo rato sin nadar—responde Charlie.

—Bien. Nos vemos en el lago dentro de quince minutos, traigan lo necesario—habla Adri, chillando como una niña pequeña.

Nos levantamos a buscar cosas para ir a nadar al lago. Moría de miedo porque nunca aprendí a nadar, entré a mi tienda de acampar y comencé a buscar un traje de baño en mis cosas, metí uno por si acaso y miren, me sirvió.  Así que lo tome y me lo coloque poniendo encima un vestido de mallas, tome un inflable de forma de pato, algunos dulces, unas toallas y un radio que había metido de incógnito al campamento. No podría vivir al cien por ciento sin tecnología. La música es sagrada y se puede llevar a todos lados.

Salí de la tienda y corrí al lago, aún no llegaban, así que extendí una toalla en el suelo para recostarme en ella. Sentía más cansancio del normal, no sé si tenía la fuerza de meterme al agua. Si sentía aquí afuera que dejaba de respirar allá será peor. Siento que debo decirle a alguien lo que me pasa pero por alguna razón terminó callándome.

Adri y Hilary aparecieron, ambas lucen fantásticas en traje de baño. Venían con unas cervezas, ¿De dónde las habían sacado? Joder, espero no se vayan a meter en problemas por ello.

—Que lindas se ven—les dije a ambas.

—Gracias, tú igual—respondieron.

— ¿De dónde han sacado eso? —pregunto curiosa.

—De la tienda de la supervisora, sabía que ella tenía de estas—dice Adri.

—No puede ser, ¿entraste a la tienda de la supervisora? Si se da cuenta será un problema.

—No se dará cuenta. Uno, no está aquí, salió a buscar algo y dejó al profesor Ruppert a cargo, quien está pendiente de ganar una partida de ajedrez.

A TRES MINUTOS DE TOCAR LAS ESTRELLAS (NUEVA VERSIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora