CAPITULO QUINTO

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ELENA

Elena no lo podía creer...

Una notificación había llegado a su teléfono recordándole que la grabación del día estaba completada. Eran las 8 AM del día después de la cita rutinaria de Piero con el urólogo, y Elena disfrutaba de un café en la sala de estar mientras revisaba su teléfono para atender cosas usuales del trabajo.

Para Elena no había sido fácil haber hecho lo que hizo. Al principio lo dudo mucho, ¿quién en su sano juicio invadiría la privacidad de su hijo al introducir una cámara espía en un peluche de regalo para vigilar las acciones de Piero cuando Piero estuviese solo en su cuarto? Mucha gente lo haría sin titubear, pero Elena siempre trataba de respetaba la privacidad de su hijos y el libre albedrio de estos.

¿Sería ella como los demás? Elena quito aquella idea de su cabeza rápidamente y procedió a ver la grabación del día anterior. Piero levantándose y preparándose para salir por la mañana temprano, el cuarto desocupado, los cantos de un pájaro que venían de una rama de un árbol que colinda con la ventana del cuarto de Piero, silencio por un rato....

Y después...

...


Matías...

Que

Has

Hecho?


Miles de ideas corrían por la mente de Elena mientras veía como su hijo sacaba un pañal de tela del cuarto de su hermano y como colocaba aquel pañal en la cama. Matías tumbo al oso a un lado, pero Elene pudo escuchar como su hijo claramente rasgaba el velcro de tal pañal mientras un pequeño gemido de sorpresa, emoción, y hasta excitación se exclamada ampliamente en aquel cuarto.

-Vaya, la verdad me quedan muy bien. Tengo que bajar un poco de peso para poder seguir usándolos en el futuro... Mama pensará que estoy loco, pero la verdad estos pañales... Tengo que volver a intentarlo.

El teléfono de Elena cayó al suelo y ella ni se inmuto. Elena no podía creerlo y ella no podía concebir el hecho de que Matías, su Matías, el que molestaba a su pequeño Piero por mojar la cama y usar pañal, estaba disfrutando del hecho de usar... un pañal.

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Mientras sus hijos estaban en la escuela, Elena pensó con detalle como tener una charla seria con su hijo. Elena no quería hacer sentir a Matías como un bicho raro o como alguien diferente... pero ese gusto que iba creciendo dentro de su mente podría ser un problema en el futuro. Elena había visto muchas cosas en el internet, como adultos disfrazados de bebes gigantes mientras tomaban biberón, y esas imágenes le parecieron perturbadoras y... confusas.

Elena se preparó para salir camino al trabajo y dejo que aquel incidente sería una preocupación para la noche después de volver a casa. Elena no borraría aun aquel video de su hijo por si decidía confrontarlo con evidencia de sus acciones y el decidía mentir, pero ella no estaba tan segura si esa sería una decisión sensata que tomar. Elena no podría tomarse las cosas a la ligera, ella tendría que idear un plan para saber cómo manejar las cosas con su hijo mayor.

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Llegada la tarde, Elena empezó a preparar una merienda para sus hijos mientras ellos jugaban juegos clásicos en la ya vieja consola de videojuegos que le pertenecía a su padre. Sin importar las nuevas actualizaciones y nuevas consolas de videojuegos, aquel aparato pequeño de color gris hacia que tanto Matías como Piero tuviesen un poco de conexión con su papa después de tantos años. Tanto Matías como Piero disfrutaban pasar horas jugando y sintiendo como su papa los "acompañaba" mientras trataban de demostrar quién era el mejor en carreras de automóviles, quien era el mejor shooter, o quien era el mejor jugador de los dos, básicamente.

Elena no había ideado un plan aun, pero ella sabía que una decisión tenía que tomarse para poder hacer que su hijo mayor de 14 años pudiese entender que sus gustos eran... raros... No, "diferentes." De nuevo y como meses atrás, Elena se sintió como una mala madre.


PIERO

Piero pudo ver como su mama se recostaba contra el marco de la entrada del cuarto de Matías mientras veía a él y a su hermano estar muy concentrados en su videojuego. Un simple golpe en la puerta hizo que tanto Piero como Matías oprimieran el botón de pausa para recibir el yogurt y galletas que su madre les trajo en platos de plástico para merendar. Ambos niños empezaron a competir para saber quién comería su comida rápidamente. Al final, Matías grito de emoción al ver que su hermano a penas había perdido por unos pocos segundo frente a él. Piero solo contuvo su impotencia y pensó en visitar rápidamente el baño. Los pequeños y un poco defectuosos riñones de aquel pequeño estaban a punto de estallar, pero Piero prefirió ignorar sus ganas de hacer pipí para poder jugar un rato más con su hermano. "Prontamente Matías sabara quien es el mejor jugador de Street Fighter de todos los tiempos" pensó Piero mientras se acomodaba en la colcha color azul marino de la cama de Matías.

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Pasadas algunas horas, y con la luna iluminando la venta del cuarto de Matías, Piero decidió buscar a su madre apresuradamente para que le ayudara con un pequeño accidente. Piero, de nuevo, había mojado un poco su ropa interior mientras estaba despierto y era capaz de ir al baño. Una mirada de tristeza mezclada con enojo de su madre, hizo que Piero tragara un poco de saliva mientras se desvestía en la sala de estar y le entregaba a su mama su ropa interior y pantalón llenos de orina para que ella los dejara en el cuarto de lavado. Piero se sentía expuesto a pesar de que todos en aquella casa ya lo hubiesen visto desnudo múltiples veces en el pasado. Después de que Elena le dijera a Piero que se prepararse para su rutina nocturna, Piero empezó a correr con destino a su habitación para evitar que Matías lo viese desnudo.

Además de cepillar sus dientes, tomar sus vitaminas y ponerse su ropa de dormir, Piero decidió coger un pañal al azar y pedirle a su mama secretamente que le ayudara a poner tal vestimenta de forma correcta, ya que Piero aun no sabía cómo ponerse sus pañales bien y el temía tener una fuga durante la noche. Piero se detuvo a ver fijamente el techo de su cuarto iluminado por estrellas de plástico que reaccionaban a la luz mientras su mama le pedía que se acomodara para poder acomodar sus partes íntimas dentro de su pañal. Su mama debió de ver la cara color rojo tomate de Piero, ya que ella solo rio un poco y rápidamente ignoro que Piero tuviese una pequeña erección. Piero rápidamente puso su pijama y dio un beso en la mejilla a su mama después de gritar un "Buenas noches hermano" a Matías, quien aún jugaba en la otra habitación adyacente a Piero.

Elena apago las luces del cuarto de Piero y las estrellas empezaron a iluminar con mayor fuerza. Piero solo pudo escuchar antes de caer profundamente que su mama se acercaba a la habitación de Matías y murmuraba unas cosas antes de pedirle a Matías que se fuese a dormir al igual que su hermano pequeño.

La noche estaba iluminada y Piero solo cerro sus ojos mientras le pedía al universo que esta noche no tuviese otra pesadilla ni que el despertara al siguiente día con un pañal pesado.

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⏰ Última actualización: Jan 10, 2023 ⏰

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