Rutina

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Cálido.
Así se sentía la piel del rubio debajo suyo, cálido y agitado, esas eran las palabras perfectas para describir el estado de su pareja, de aquel que se robó varios de sus suspiros estos últimos meses, de aquel que lo mantenía a su lado si importar que su corazón le gritara otra cosa. Por su puesto que lo apreciaba, claro que lo deseaba, pero a Craig Tucker la culpa lo consumía, su pareja no era quien realmente anhelaba, buscaba en él sus rubios cabellos, sus ojos azules, sus sutiles pecas armoniosamente distribuidas de sus mejillas hasta sus hombros y espalda, aquellas lastimadas manos que quería besar y curar. Pero la cosa era simple.

Kenny no era Tweek.

Lo comprendió una noche cualquiera después de la usual sesión de besos con su pareja, no se sentía incómodo, quizá y solo quizá al cerrar sus ojos podía engañarse a sí mismo e imaginar que la persona que mordía con cuidado sus labios era su nervioso amigo. Kenny era un amigo increíble y un amante excepcional, pero ambos eran conscientes de que esa relación existía porque eran dos chicos tristes que necesitaban desahogarse con alguien.

Era un especie de alianza, Kenneth había estado enamorado de Stan durante algunos años, resignado a que su azabache amigo siguiera cortando y volviendo con Testaburger, pero la noticia de que Stan Marsh y Gary Harrison estaban saliendo le cayó como un balde de agua fría, al confirmarlo solo pudo huir a algún lado en él que pudiera estar solo. Ahí estaba él, en la misma situación de Kenneth, con un nudo en la garganta y los ojos aguados, le extendió un cigarrillo y el resto es historia. Tucker tenía miedo, estaba aterrado de que de un momento a otro su pareja comenzará a sentir cosas por él. No, era imposible que eso pasara.

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Cómodo.
Así era el tacto del hombre a su lado, de suaves manos y labios carnosos, era lo que más le gustaba de él. Si alguien le hubiese preguntado a Tweek con quién se veía en unos meses la última respuesta que se le ocurriría era Clyde, fue una sorpresa para el rubio descubrir los sentimientos de su amigo castaño. No dudo en aceptarlos, no porque sintiera lo mismo, de hecho llevaba un tiempo enamorado de su mejor amigo, pero no tenía fe para siquiera intentarlo. El plan era simple, empezar a amar a Clyde en el camino, todo era un proceso, uno que se le estaba dificultando. Llevaban varios meses de relación y Tweek seguía sin sentir las malditas mariposas. Grande fue su sorpresa cuando Tucker empezó a salir con McCormick, no era un secreto para nadie que esos dos se llevaban bien, cuando llegó a oídos de Tweak fue devastador, aún así él tenía pareja y debía actuar como si su enamorado fuera lo único que importaba, que equivocado estaba.

-¿Te sucede algo? Estás muy callado.- Cielos, se había quedado divagando otra vez.

-No, todo bien.- Mintió

-Te amo.- De nuevo ese nudo en la garganta y ese vacío en el pecho, agradecía haber formado parte del club de teatro en la secundaria, sus dotes actorales le ayudaban a disimular los leves temblores que este tipo de situaciones le causaban.

-Te amo también.- Dicho esto plantó un fugaz beso en su mejilla, sus padres le habían enseñado que mentir estaba mal, pero a veces era necesario.

Estar enamorado de tu mejor amigo es demasiada presión y es más asqueroso aún que ambos estén saliendo con alguien ya, nadie podría entender el nivel de ansiedad que Tweek sentía cada día de su vida por eso. Debía ser prudente con sus palabras o sus acciones, no quería lastimar a Clyde y mucho menos a Craig o a Kenny.

- Debería irme.- dijo el rubio alejándose de su pareja para caminar a la salida.- Mañana es viernes, mis padres me matarán si no me levanto a tiempo.

-Podrías quedarte a dormir mañana.- Hizo una pequeña pausa al ver los ojos de Tweek casi salirse de sus órbitas.- Ya sabes, dormir juntos y- Fue interrumpido por un suspiro de él de ojos peculiares.

Yo te diré || CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora