Prólogo

5 1 0
                                    

¡Hola! Soy abril, espero se encuentren bien aunque yo no lo esté. Les voy a contar la historia de como me enamoré de la persona equivocada. ¿Alguna vez les ha pasado? Pues a mi me pasó y creanme aún después de dos años, sigue doliendo como aquél día en el que bajo la lluvia, hablé con el por última vez.

Tenía diecisiete años cuando todo comenzó; pienso que fue un mal día para salir a pasear a tormenta, el cielo estaba nublado y hacía frío pero los fuertes ladridos de mi tierna mascota me retumbaban en lo más profundo de mis oídos obligándome a salir.

Me coloqué un suéter de lana sobre mi ropa de dormir, recogí mí cabello despeinado en un moño bajo la nuca, tomé la cadena de tormenta la enganche y salimos.

"Los Álamos " gente Rica, ocupada y sobre todo mal humorada. Vivíamos allí no por ser ricas, sino porque el egoísta de mi  padre decidió comprar un departamento para mi hermana y para mi desde que mi madre fue recluida en aquel hospital psiquiátrico, en fin un desastre.

Baje del ascensor, camine el pasillo hasta salir del edificio, caminando con mi querida compañera tormenta, un fiel y delicada que justo al ver a otro perro que estaba del otro lado de la calle, decidió dejar de ser una hermosa perrita y volverse un caballo sin rumbo para perseguirlo. Corrió tan fuerte que no pude sostener la cadena y la solté; ¿ya se imaginan lo que pasó? Comencé a correr detrás de ella como una desquiciada.

Mi querida tormenta se metió al parque sin importarle que yo estaba justo detrás, al no verla más, no tuve otra opción que comenzar a llamarla.

- ¡Tormenta! ¿Donde estás?
- Ven aquí querida  - dije suplicando.

Recorrí todo el estúpido Parque y no encontré a mi amiga canina.

¿Donde se pudo haber metido?
Esta tonta perra. Ya casi comienza a llover.

No me van a creer, camine por todo el centro en pijamas, que vergüenza aunque ya había salido antes con la vestimenta del colegio así que no era tan vergonzoso después de todo.

Después de tanto caminar, y justo cuando ya estaba cansada, rendida y decidida a irme a casa, mientras pasaba por el parque de regreso, oí los ladridos de la fugitiva, que estaba feliz y por lo visto muy bien acompañada.
Estaba cerca de la fuente Jugando con un perro diez veces más pequeño que ella, era un pug de color gris y estaban junto a un chico, muy Atractivo, alto, delgado, de cabello negro y ojos de color gris, combinaban perfectamente con su perro.

Al acercarme un poco más, tormenta sintió mi presencia y de inmediato corrió hacia mi. Fue bastante irónico.

-¿Es tu mascota? -La dulce voz de aquel chico entró en mi cabeza.

- Pues, eso parece. -respondí indiferente.

-La encontré hace unas horas, como nadie se acercó a buscarla imaginé que estaba extraviada.

-¿ y no se te ocurrió revisar su placa?
-dije entre dientes.

- vi el número del celular en su collar, pero me dio algo de vergüenza llamar. -dijo poniendo su mano en la cabeza.

- Eres un idiota. -volví a hablar entre dientes.

- ¿Como dices? -pregunto confundido.

- Nada, que muchas gracias por cuidar de mi bebé mientras yo paseaba por todo el centro en pijamas. -respondí con una sonrisa falsa.

Tomé a tormenta de su cadena y comencé a caminar hacia la residencia donde vivía. Mientras me alejaba cemenzaron a caer pequeñas gotas sobre mi hermoso suéter de lana.

-¡No puede ser! todo es tu culpa, tormenta.

-¡oye! Tengo un paraguas, puedo compartir. - gritó agitando el paraguas.

Una vez más oí a aquel apuesto muchacho. Fingí no oír nada y comencé a caminar aún más rápido, pero eso no funcionó, mientras más rápido caminaba, más fuerte llovía.

-No seas asocial, puedo compartir.

Al oír su insistencia, decidí detenerme.

- Es muy pequeño tu paraguas. -Dije

- tienes razón. -dijo cerrandolo.

Solo un idiota hace algo así, ahora nos mojaremos por completo.

- ¿De verdad? - pregunté asombrada.

- Claro, si no puedo cubrirla de la lluvia, pues me mojo con usted. -respondió con picardía.

- Suspire.

- te puedo acompañar a tu Casa.

-No, ni te molestes, capaz me abandonas a medio camino.

- iré contigo. -dijo muy seguro.

Este chico, a quién ni siquiera conocía, me acompañó hasta la puerta de mi edificio, y en todo el camino hablo de su vida, como si fuésemos amigos de toda la vida.

- Espero volver a verte.

- yo no. -respondí

- Entonces espero que se te escape de nuevo tormenta. -dijo subiendo los hombros.

- gracias por la compañía -dije y entre a la torre.

La verdad, era un sujeto muy agradable, su nombre era Benjamín, era de la otra residencia, era de mi misma edad y al parecer, era algo raro.

Yo si esperaba volver a verlo...

Amigos por errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora