Capítulo 2

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- ¿Quieres ir a visitar a mamá? - pregunto mi hermana mientras conducía.

- Si compraras algo para comer por el camino, sí. - Dije entre risas.

- Vale, pasaremos por unas hamburguesas antes. - Respondió.

Mi lugar seguro, era mi hermana. Ella era mi compañera de vida desde antes que mi mamá terminara en ese hospital psiquiátrico gracias a mi padre. Mi hermana era todo para mí, mi refugio, mi caja de secretos y lo más importante, ella era mi ejemplo a seguir. Yo la miraba tal y como miro a las estrellas, cómo una entera constelación...

Desde pequeña, me enseñó que las chicas somos poderosas, que nadie puede apagar mi luz, porque yo soy la luz, que no permita que nadie me haga sentir menos, porque yo valgo una vida, que siempre me levante con ganas de seguir adelante aunque todo me empuje hacia atrás. Esto, ustedes también lo pueden usar, si gustan.

"Burguer shop" decía el enorme cartel frente a nosotras. Creo que las hamburguesas no eran la mejor propuesta para un almuerzo, pero ya estábamos allí, asi que ni modo.

- ¡Buenas tardes! ¿Que les puedo ofrecer? - Pregunta muy sonriente la chica del local.

Amaba su trabajo, o eso pensé. Yo no estaría así de feliz usando ese uniforme y con el horrible olor a grasa, era insoportable estar ahí.

- ¡Si! Nos prepara por favor dos hamburguesas con doble queso.

- No tarden, por favor - Suplique a la chica.

En pocos minutos ya teníamos nuestras hamburguesas y dos gaseosas en la mano, y estábamos de camino al auto. Muy buen servicio en ese lugar, la verdad.

- Chiquita, ¿cómo estuvo tu primer día? - Pregunto mi hermana.

- Pues, muy bien, no me quejo - Respondí.

Les voy a confesar, que las hamburguesas estaban completamente brutales, no había probado antes algo mejor que ellas, se los juro.

Llegamos al hospital donde estaba mi mami. Era muy feo tener que ir a verla a ese lugar  era un poco escalofriante, oír los gritos y llantos de las personas que estaban allí.

Entramos y en la puerta, estaban dos vigilantes. Que inmediatamente nos dijeron que nuestra madre estaba en el patio. No tuvimos que hacer ningún tipo de trámites para entrar, ya era costumbre que fuéramos a ver a mamá.

Enormes pasillos, con muchas puertas, patios inmensos y una enorme cantidad de personas con problemas mentales. Era realmente aterrador.

Mi mamá no estaba completamente dañada, y su enfermedad fue creada a base de las discusiones con el estúpido de mi padre. Así que, chicos, crean cuando sus mamás les dicen que se volveran locas, ese mounstro es real.

Vimos a mi hermosa madre sentada en una banca de madera, mirando a los árboles que tenía en frente. Esa escena me destruyó completamente, y eso ocurría siempre que la iba a ver.

No era justo, que ella terminara en ese lugar, mientras mi padre gozaba de todo su asqueroso dinero. El es el único culpable de todo esto.

- ¡Mami! - Dije con lágrimas en lo ojos.

Ella al mirarme comenzó a llorar, era la única que recordaba, porque ni siquiera recordaba a Giselle. El daño que le habían causado era impresionante, ver a mi madre de esa manera me dañaba mucho mi corazoncito.

- ¿Tu padre está feliz con su otra mujer? - pregunto mi dolida madre mientras me abrazaba fuertemente.

- ¡Ay, mami! ¿ Eso que importa ahora? - Dije con mucho sentimiento. - Lo único importante ahora, es que estamos juntas mami, que estamos contigo y jamás te dejaremos sola.

Estuvimos un largo rato ahí con ella, hablamos de muchas cosas. Le conté sobre mi primer día de clase, también le conté de las deliciosas hamburguesas y de cómo estuvo la fiesta de cumpleaños de Giselle, aunque solo asistimos ella y yo.

Me encantaba pasar tiempo con mi mamá y mi hermana, y aunque mi mamá no podía razonar como antes era muy especial contarle mis cosas y ver cómo se alegraba aunque fueran cosas malas.

De camino a casa pasamos por el súper mercado. Compramos leche para nuestro cereal del desayuno y partimos a nuestro hogar.

Ya casi era de noche, las luces de la calle adronaban los charcos que la lluvia había dejado, era hermoso y nada podía arruinar mi día perfecto.

Al abrir la puerta del apartamento lo primero que veo es a mi amada tormenta sentada en frente al televisor, que por cierto, estaba encendido. ¿Pero como? Si no había nadie en la casa.

- Hasta que por fin llegan. - oímos una voz en la cocina.

Desgraciadamente ambas conocíamos esa voz, y ¿recuerdan cuando dije, "nada puede arruinar mi día perfecto"?
Pues mi día ya estaba arruinado.

- ¿Puedes decirme cómo entraste aquí? - Pregunto mi  hermana un tanto alterada.

La presencia de mi padre era completamente desagradable, su energía era  totalmente negativa, y si estaba allí, nada bueno significaba.

- Les recuerdo que este es mi departamento, y que ustedes son mis hijas. - Dijo riendo con sarcasmo.

- ¿No te cansas de arruinarnos la vida? - Pregunté con voz plana y sin emociones.

- Deberías considerar respetarme un poco, ya que soy tu padre.

- Pero no lo mereces, el respeto se gana Don Luis, y tú ni siquiera te has ganado que te llame padre. - Dije con desprecio. - Me iré a mi habitación, no tengo nada que hacer aqui.

Subí las escaleras y entre a mi recámara. Mi otro lugar de paz estaba justo en frente de mi. Luego de un dia agotador y casi perfecto, me quite la ropa del colegio y fui a tomar una ducha con agua fría.

Coloque mi pijama favorita sobre mi hermosa silueta y me lancé sobre mi cómoda y deliciosa cama.

Ahora sí, había teminado mi día, y ya nada podía ser peor. Coloque mis audífonos en mis oídos y comencé a oír  mis rolitas favoritas.

Cuando casi me dormía entro un mensaje:

- "Ten una hermosa noche rulitos, descansa."

Era un número sin registrar, así que no conocía a quien me estaba escribiendo.

¿Quien eres?
- tu nuevo admirador, me puedes agregar como benjamín Ramos.

¡No puede ser!

- ¿De dónde sacaste mi número?
- eso no importa linda, ahora alegraré tus días, tus noches y toda tu vida.

No respondi ese último mensaje. Moría de sueño y aún tenía curiosidad de saber de dónde había sacado mi número. Ya lo averiguaría mañana, no tenia otra opción.



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