Capítulo 3

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"CAGANDO LECHES"


[21 de noviembre]


Lissa

Miro el reloj en la pared de mi habitación intensamente hasta que por fin toca las diez y media, y despego mi mirada después de minutos sin pestañear. Corro hacia el balcón de mi cuarto y me asomo, visualizando efectivamente a cinco adultos vestidos de traje que se acercan a la puerta de mi casa. En ese momento sonrío y me despego del balcón.

Me pongo las zapatillas de estar por casa, salgo de mi habitación y corro escaleras abajo, preparada para ver cruzar en ese preciso instante a los invitados por la puerta. Mi madre los saluda a todos y Jannet (nuestra empleada doméstica) aparece junto a ella, lista para comenzar a agarrar todos los bolsos y complementos que le van entregando.

Entonces me acerco veloz hacia ella.

-Déjame a mí, Jannet. Yo me encargo.

Dejándole una sonrisa, me ocupo de hacerme con todas las carteras, bolsos de mano, monederos, abrigos y demás complementos de pijos que me van entregando los invitados. Mi madre me mira extraño, algo sorpendida, pero no interfiere y sigue dándoles la bienvenida antes de llevárselos casa adentro con la ayuda de Jannet.

Yo, con una mezcla de malicia y satisfacción en mi sonrisa, me paro en la ya vacía entrada y observo todos los galardones sobre mis brazos. Y con tranquilidad, me los llevo hacia una sala pequeña junto a la entrada, donde dejo todo de la manera más ordenada posible y me cruzo de brazos, preparada para comenzar a rebuscar.

Recuerdo la descripción de Patrick: ''una llave magnética mediana, dos llaves de seguridad pequeñas y tres de serretas, dos grandes y una mediana''

Eso tenía que buscar, un manojo con seis llaves de esos estilos. Según él, había una gran probabilidad de que fuera así, según sus conocimientos. Y luego yo me pregunto cuáles son esos conocimientos que presume tener, aunque mientras nos ayuden, cuantos más mejor. 

Paso un rato rebuscando mientras escucho las risas y voces de mi madre con sus invitados. Encuentro miles de cosas inservibles que me hacen reír, mucho dinero y llaves de distintas clases. Compruebo bien siguiendo la descripción, hasta que en uno de los bolsos de mano, un milagro se aparece ante mí. Confirmo que se traten de las mismas y, en efecto, las he encontrado.

Trato de recogerlo todo y salgo de la sala para correr escaleras arriba y volver a mi cuarto. Me cambio de zapatos y llamo a los chicos.

-Las tengo.

-Estupendo. Estamos delante de tu casa.

Cuelgo y bajo.

-Voy a cenar con mis amigos -aclaro a mi madre, frente a todas las miradas de gente desconocida. Ella espeta que no vuelva tarde y me dispongo a salir de mi casa a toda prisa.

El coche de Patrick está aparcado frente a mi casa y los tres me observan salir.

-Vamos cagando leches -añado, sentándome y poniéndome el cinturón-. 

-¿Se te han pegado mis frases? -bromea Patrick.

...

Eiden

Damos la bienvenida a la noche poniendo nuestro plan en acción. Ya hemos conseguido la copia de las llaves y Lissa ha vuelto a su casa para dejar las originales donde estaban.

Son cerca de las once y media y las calles de Jacksonville ya comienzan a lucir postapocalípticas.

Girando N.Main Street, nos topamos con la enorme fachada del City Hall en el 117 West Duval Street, en plena noche de jueves. El edificio St. James es un edificio histórico en el centro de Jacksonville, que actualmente alberga el Ayuntamiento de la ciudad. Trago un poco de saliva cuando pasamos por delante con el coche y puedo visualizar todo el esplendor de la fachada del edificio, teniendo al otro lado la plaza Hemming. 

Una Mentira PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora