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La rubia abrió los ojos y bufó molesta apagando la alarma, se levantó y con pasos perezosos caminó hasta su cocina para hacerse un aburrido café

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La rubia abrió los ojos y bufó molesta apagando la alarma, se levantó y con pasos perezosos caminó hasta su cocina para hacerse un aburrido café.

Cuando terminó, salió al balcón y se sentó en una silla blanca de plástico que tenía, miró al cielo y suspiró pesadamente al ver que había nubes, otra vez.

Miró su móvil, esperanzada de que alguien le mandara un mensaje de “Hey, soy Marcy, ya vuelvo a molestarte todas las mañanas”, pero como siempre, no había sino un “Enchufe el cargador, batería baja”.

Todo le molestaba de sobremanera. Su mejor amiga, Anne, había ido ayer a su casa para ver cómo estaba, solo salía para trabajar. Ya no iba a la playa de la ciudad, ya no iba a desayunar por ahí, no hacía nada, solo extrañar a la chica de cabello azabache.

Miró hacia la calle y se extrañó al ver un camión de mudanza.

Genial, otro vecino drogadicto que no parará de venir a pedir sal para verme con una mirada de pervertido.

No era la primera vez que le pasaba. Desde que se había ido Marcy, habían pasado casi cinco personas, y tres de ellas eran tipos psicópatas que solo pensaban en estudiar o en drogas y alcohol.

Vio a una chica, desde la lejanía de su balcón al suelo de la calle, era algo más bajita que ella y su cabello negro era brillante.

Y no pudo evitar recordar a Marcy, otra vez.

Y no pudo evitar recordar a Marcy, otra vez

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Cloudy days | SasharcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora