Prólogo.

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Él se encontraba en medio de la lluvia, había olvidado su paraguas. Las gotas caían sobre su cabello oscuro, haciendo que brillara a la luz de la luna. Hacía frío, su pequeña bufanda azul apenas si lo abrigaba. Todo se veía en una gama de colores apagados: todo era una monotonía grisácea. Decidió quedarse debajo de la parada de bus, hasta que la lluvia se detuviera, ya eran las 7 p.m. y deseaba volver a casa.

La fiebre que tenía a cuestas no lo ayudaba, y cada tanto veía borroso. El humo proveniente de su boca baila al compás del viento otoñal, haciendo que el frío se destacara. Su rostro se sonrojaba con cada gélida brisa, haciendo que su cuerpo se estremeciera.

Sus manos estaban frías cual muerto en su tumba y de sus pies ni hablar; la cruel ráfaga viento atravesaba la tela de sus zapatillas.

Cuando sentía que ya no tenía fuerzas para mantenerse de pie, una silueta oscura se le aproximo:

-¿Estás bien?- preguntó él, sin nombre.

-S-si- respondió, entrecortadamente.

-Toma- prosiguió la silueta, y le entregó un paraguas. Él miró el paraguas y antes de aceptarlo, su cuerpo cedió, y cayó en una profunda oscuridad.

Soñó con la voz de esa silueta. Era tan perfecta, tan cálida. Llenaba sus pensamientos, los invadía sin avisar.

Abrió los ojos, lo primero que pudo distinguir fue un par de ojos color miel. Eran profundos, decididos. Los miraban con atención, detenidamente. Parecían preocupados...

-¿Dónde... dónde estoy?- preguntó él, agarrándose la cabeza. Esta le punzaba, era un dolor grave, se sentía mareado.

-Tranquilo- contestó él extraño, posando su mano sobre la frente del enfermo- Tienes algo de fiebre, pero no más de la que tenías anoche.

-Q-ue... ¿¡Pasé la noche aquí!?- gritó él, reincorporándose abruptamente.

-¿Qué haces?- dijo, poniendo su mano sobre el pecho del enfermo- tienes que descansar, te despertaré dentro de unas horas- y diciendo esto, fue hacia otra habitación en busca de una manta para taparlo, pero cuando regresó encontró la puerta abierta, él ya se había ido.

Dejó caer la manta al suelo y emprendió una carrera detrás suyo, tomando en medio del trayecto su paraguas: aún llovía.

Al salir del edificio divisó su figura, se encontraba parado al borde de la vereda, y al notar su tambaleo al caminar corrió hacia él.

En ese momento, el enfermo se dispuso a cruzar la calle, sin prestar especial atención a la motocicleta que se dirigía hacia su posición con velocidad.

Y en un acto, casi de "película", él tomó su brazo y tiró con fuerza hacia atrás, haciendo que impactara contra su cuerpo.

El sonido del paraguas golpeando el suelo se hizo escuchar.

En un acto accidental, sus labios se unieron. Él estaba al borde del desmayo y tenía a su salvador completamente sonrojado.

A tu lado. (BL/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora