#1 "¿Qué lindo día?"

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Narra Eliott:

Se preguntaran como mierda termine en la cama de un extraño y a punto de desmayarme, pues se los contaré.

Comencé mi día como cualquier otro. Me levanté siete y media, como de costumbre. Bajé las escaleras a prisa: estaba yendo tarde al Instituto, lo cual es raro en mí. Mis padres ya estaban en el trabajo, al parecer.

Me preparé un café bien cargado con poca azúcar, amargo es como me gusta.

Le mandé un texto a Johan, diciendo que iba en camino y que le avisara a Alan que pasaría a buscarlo. Johan y Alan son mis mejores amigos, siempre estuvimos juntos desde niños. Aunque Johan y Alan se conocen desde mucho antes.

Me abrigué bien con un saco negro y una bufanda azul, mi favorita y "de la suerte".

Cargué mis libros y salí corriendo por la puerta principal. Al encontrarme a tan solo unas cuadras de la casa de Alan, se largó a llover de repente. Y por desgracia, no había traído mi paraguas. Salí corriendo a toda prisa y me paré debajo de la puerta de la casa de Alan.

Toqué el timbre unas diez veces muy seguidas, pero no obtuve respuesta. Y para mi sorpresa, mi celular comienza a vibrar, al ver el mensaje comienzo a maldecir a Alan: "Me fui con Johan antes. Ya era tarde y no puedo tener otra tardanza en mi currículo. Perdónanos, luego te lo recompensaremos."

Quise hacer estallar mi celular contra el suelo, pero me controlé. Tomé fuerzas y emprendí una carrera al Instituto.

Llegué un poco más que mojado, por suerte tenía un cambio de ropa en mi casillero.

-Eliott, ¿te mojaste un poco?- preguntó Alan, en modo de burla.

-Noo...- dije sarcástico- Solo fui a nadar con mi ropa puesta.- Abrí mi casillero y saqué mi cambio de ropa, en eso llega Johan.

-Wooow... Si que te mojaste, jajaja.- Johan comenzó a reírse sin parar, el idiota hasta me tomo fotos ¡¿Que nunca vio a nadie mojado?!

Empecé a tener frío, estamos en pleno otoño pero parece que nos adelantamos al invierno.

-Eliott- dijo Johan, al tiempo en que subía las fotos a la página web del Instituto.- ¿Hiciste la tarea de historia?

-Para ti, no- contesté, cerrando mi casillero y dirigiéndome al cambiador del gimnasio.

-¿Y para mí?- preguntó Alan, haciendo pucheros.

-Para ti, sí- contesté, tomando una de sus mejillas y pellizcándola.

Johan pareció enfadarse, y se retiró arrastrando sus pies. Poco después, Alan fue detrás de él.

Por mi parte, me cambié las ropas y tomé las clases correspondientes. El resto de la mañana transcurrió tranquila, sin embargo, a la hora de la salida mi cabeza comenzó a punzar. Me sentía mareado, con algo de náuseas. Pero aún así cumplí con mi trabajo de medio tiempo, aunque les parezca mentira, soy asistente de biblioteca. Es decir, mientras el bibliotecario se sienta a mirar pasar las nubes, yo ordeno los libros y hago prácticamente todas las labores.

Aunque este día no fue el mejor para hacerlas. Terminé más agotado que de costumbre, y al final de la jornada ya veía borroso.

"Quiero ir a casa" pensé, y de forma automática busqué mi saco y mi bufanda, y me dirigí hacia la salida.

Ya eran las 7 p.m. me encontraba debajo de la parada del bus, decidí refugiarme allí hasta que la lluvia parara. Lo que más deseaba era llegar a casa sin desmayarme en el camino.

En un momento sentí que mis piernas se debilitaban: ya no podía más. Mi cuerpo comenzó a ceder, y antes de eso, una voz lleno la oscuridad:

-¿Estás bien?- preguntó el extraño.

-S-si- respondí, intenté sonar natural, pero fracasé. No vi muy bien su rostro, se veía borroso.

-Toma- prosiguió el, acercándome lo que parecía ser un paraguas, pero cuando iba a tomarlo...

Se me apagaron las luces.

Soñé con su voz. Era pura, nítida. Perfecta. Era lo único que podía escuchar, todo lo demás era silencio. Veía su figura, pero aún era borrosa a mi mente...

"Aunque parece tener buen aspecto" pensé, en sueños.

Todo se aclaró de un momento a otro. Mis parpados se abrieron y divisaron un color miel profundo: eran sus ojos. Pude contemplar su cabellera rubia, en donde se podía apreciar algunos mechones color ceniza. Me miraba detenidamente, como si leyera mis pensamientos. Parecía preocupado, pero se notaba muy poco.

-¿Donde... Dónde estoy?- pregunté, mirando hacia todos lados. Me encontraba en lo que parecía ser la sala de estar de un departamento. Era muy colorida y espaciosa. Para mi gusto eran demasiados colores. Sí, soy amargo.

-Tranquilo- repuso el extraño, posando su mano en mi frente- tienes algo de fiebre, pero no más de la que tenías anoche.- dijo, parecía aliviado.

-¡¿Q-qué?!... ¿Pasé la noche aquí?- grité, reincorporándome de golpe. "Dormí en la casa de un hombre a quién no conozco... ¿Es enserio? No pudo estar mejor mi día. "

-¿Qué haces?- dijo, poniendo su mano sobre mi pecho- tienes que descansar, te despertaré dentro de unas horas- y diciendo esto, se fue del cuarto.

"Si, como no. Me quedaré aquí para que me violes. No, gracias. Paso."
Me reincorporé con algo de dificultad y salí por la puerta delantera: el idiota la había dejado abierta. Aunque aún llovía no me importó, salí corriendo de allí lo más rápido que pude. En cuanto llegué a la vereda me dispuse a cruzar, pero comencé a marearme nuevamente, ya me encontraba en el borde del desmayo: de vuelta a la oscuridad.

Cuando abro los ojos nuevamente veo a ese extraño chico... ¿Besándome?

"QUE ES ESTO" gritó mi mente.

El pervertido estaba completamente sonrojado, mientras tanto mis labios seguían pegados a los de él.

"NO TE MUEVAS... POR DIOS... NO TE MUEVAS" pensé, yo debía de estar más pálido que hasta hace unos segundos.

Por gracia divina, me desmayé justo después.

Desperté mágicamente en mi habitación, deseaba con todo aquello solo haya sido un mal sueño.

[...]

Siento una mano acariciando mi rostro. Era suave y cálida.

Abrí mis ojos y vi los de mi madre.

-¿Te encuentras bien, Eli?- preguntó ella, al borde del llanto- Estábamos tan preocupados, cuando vimos que no habías regresado...- mi madre rompió en llanto.

Mis padres siempre desearon tener una gran familia, compuesta por muchos hijos, y ya que sus ingresos económicos eran altos, se propusieron tenerlos a la edad de veinte años. Pero descubrieron que mi madre tenía infertilidad secundaria. Esto es cuando una pareja se propone tener hijos, y tras muchos intentos y pérdidas de bebés, solo logra tener uno por única vez. Y heme aquí.

-Tranquila, mamá. Ya me siento mucho mejor, solo necesito descansar.

-De acuerdo.- respondió, besando mi frente.- Descansa.- se dirigió a la puerta, pero antes de que saliera le hice una pregunta.

-Mamá... ¿Quién me trajo hasta aquí?- pregunté, con algo de cautela. Tenía miedo de la respuesta.

-Pues, un chico joven... habrá tenido tu edad. Nos llamó a mí y a tu padre, hace ya una o dos horas. Nos contó que te habías desmayado, así que le pasamos nuestra dirección y él te trajo hasta aquí...

"SABE DONDE VIVO" gritó mi conciencia, yo estaba aturdido... Mi madre seguía hablando.

-...un chico muy atento, y también muy bien parecido. Su nombre era...

"Que me importa su nombre... Es un violador en potencia... Solo se aprovecho de un pobre estudiante enfermo, al borde del colapso."

-Creo que dijo que su nombre era Anthony.

-Ah- respondí- bueno, gracias mamá.- agregué, restándole importancia, en realidad estaba en shock.

Ella se fue y yo quedé al borde del trauma.

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A tu lado. (BL/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora