Capítulo 2.

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Antes de entrar, cerró los ojos y le rezó a Váli.

La obligación de esa conversación era absoluta desde el primer momento que lo subió al barco y si bien había pensado una y mil veces qué le diría llegado el momento, ahora su mente se encontraba igual que una hoja en blanco.

Luego de un suspiro entró y se hizo paso en la habitación, viendo a Athelstan a un lado de la ventana, contemplando el exterior.

Admiró su perfil, encontrandolo casi igual de juvenil como hacía seis años atrás.
Poco había cambiado en él físicamente y eso le fascinaba en demasía.

-No se puede culpar a un lobo por querer cuidar a su manada -Dijo, con los nervios rascando su garganta, logrando que su omega girase la cabeza hacia él, aunque  simplemente fuese un instante, para luego volver a la ventana.- El no tenerte en mi vida me estaba matando  -Insistió y ésta vez el pelinegro pareció dar un respingo de indignación. Con cejas fruncidas y ojos enrabiados volvió a darse la vuelta, pero ésta vez por completo, enfrentándole.-

-¿Tu vida? -la ironía que había envuelto esas dos palabras mantuvo quieto al rubio, aguantando su respiración.-

El ceño fruncido se relajó para dar paso a una pequeña risa jocosa, llena de amargura, dejándole un mal sabor en la boca.

-He estado viviendo en tu vida desde hace casi ocho años, Ragnar -Tomó la iniciativa para acercarse, al menos lo suficiente como para que el vikingo pudiese ver las lágrimas brillar en sus ojos.-

Athelstan estuvo tanto tiempo rodeado del mundo de Ragnar que olvidó cómo se sentía ser él mismo.
Viviendo una vida pagana desde el momento en el que fue llevado lejos del monasterio de Lindisfarne en Norteumbría y obligado a convivir con las dos familias del ojiazul. ¿Cómo se atrevía a decir que había logrado escapar en algún momento de él? Imposible habitando en Kattegat y criando un hijo de su propia sangre.
La huella que había dejado en su alma resultó ser más duradera que la marca que alguna vez existió en su cuello.

Mordió su lengua, aguantando las ganas de dejar salir el llanto, sintiéndose ahogar.

-¿Serías capaz de admitir en nombre de tu Dios el no haber soñado siquiera una noche con mi regreso? -Rápidamente cuestionó el rey, haciéndose paso en la habitación, acercándose aún más.-

-No logro sanar en el mismo ambiente en el que he enfermado -Su voz se quebró al final de la oración y las lágrimas que intentaba mantener, finalmente humedecieron sus mejillas.-

Si bien su lobo había sufrido el frío de no tenerle en las noches para ser su propia hoguera y poder calentarle el corazón, estaba cansado de tener la mente tan abrumada y el orgullo tan herido.

Se sentía abrumado, estancado.

-Toda acción que tomé entre nosotros en el pasado fue con intención de protegerte y no puedo abandonar la idea de que el lugar más seguro para ti será junto a mí, tu alfa -Tomó la mano del menor con delicadeza, sintiendo el frío en ellas.- Mi lobo... Él... No puede aceptar estar lejos, lo siento.

-A éstas alturas ambos sabemos que el perdón no hace otra cosa que calentar el corazón y refrescar la herida -Se apartó, volviendo a su posición junto a la ventana.- Y no sé tú, pero yo ya he sangrado lo suficiente. -Con su vista en el exterior, dió por finalizada la conversación.-

Ragnar se mantuvo en su lugar, viéndole.
No sabía qué decir, por lo que decidió guardar silencio.

Se atrevió a observar aquél cuello una vez más y la ausencia de su mordida le volvió a provocar un vuelco en el corazón.

Se retiró de la habitación con una negación y recién en ese instante Athelstan suspiró, liberando parte de la tensión acumulada en su cuerpo.

Estar junto a Lothbrok nuevamente suponía un estado de fortaleza mental que él no estaba seguro de poseer.

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⏰ Última actualización: Oct 03, 2022 ⏰

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