Inesperado.

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"Si no nos anticipamos a los  imprevistos, si no esperamos lo inesperado en un universo de infinitas podríamos hallarnos a merced de cualquier y de cualquier cosa que no pueda ser programada, etiquetada o clasificada."


Veinte días pasaron desde aquel pacto con Hanma, donde haría todo lo que él quisiera pero tenía que poner unos límites, pues me sería difícil mentirle tanto a Chifuyu sobre lo que hacía durante el día, y no siempre Mitsuya podía cubrirme, igualmente de tantas faltas me expulsaron de la Academia; así que cuando no estaba con Hanma, perdía el tiempo tirada en una césped mirando al cielo, fumando dos o cuatro cigarrillos.

Todo marchaba bien, con Hanma nos veníamos cinco veces a la semana, pasaba lo que tenía que pasar y es como... si por alguna razón, me acostumbrara y en algún punto ¿Comenzaba a gustarme? ¿O era costumbre? Cada vez era más fácil coger con Hanma, y era más fácil mirar a los ojos a Chifuyu. Algunas noches no podía dormir por la culpa que tenía dentro, y muchas veces me preguntaba ¿Cómo podía parar todo esto? Lo que si sabía, es que el tacto con Chifuyu cada vez me era más difícil, no porque no lo quisiera, todo lo contrario lo amo con todo mi ser, tanto... que no quería infectarlo con mi esencia contaminada del Dios de la Muerte.

Cada día se me hacía más difícil visualizar aquel futuro con Chifuyu, y se me volvió aún más cuando Hanma me pidió que me uniera a la pandilla que pertenecía...

La Kanto Manji...

Grande fue mi asombro cuando me conto que el líder era Mikey, era cierto que no sabía que fue de su vida, luego del fin de la Toman, había desaparecido por completo; quisimos creer que viajaba para encontrar su camino mas no me imaginaba que estaría de líder en una nueva banda.

Y por mucho que no quisiera volver al ruedo, tuve que agachar la cabeza y aceptar, pues la amenaza ya no era solo un video a mi novio, esta vez... seria a todo el mundo, y yo me rehusaba a joder mi reputación.

Y aunque se volvió difícil, pacte con Hanma que solo sería parte si podía cubrir mi rostro, el acepto y me explico que estaría en su unidad de ataque, ya que por lo pronto él no puede hacerse ver; y necesitaba que ocupara su lugar en varios conflictos.

— Hanma... si alguien que conozco, muere. Esto se termina. — Sentencie como final de aquel acuerdo.

El solo acepto, muy sarcásticamente, dando a entender que se vendrían cosas mayores pues... pronto se daría un enfrentamiento entre las tres deidades. Así que mientras aquella fecha llegaba, intentaba tener una vida normal... ocultarle a Chifuyu los golpes o las heridas con las que a veces llegaba era difícil, y algo me decía que un simple "Me golpee", "Me caí"... no bastaría.

Pero el no indagaba, era más grande su preocupación al verme así que al saber "por qué" pasaba a segundas... O quizás... él sabía todo y no quería decirme nada...

Mi reputación dentro de las pandillas, fue en aumento, me conocían como "El diablo rojo" ya que podía vencer a los más fuertes, inclusive hacerme con 100 o 150 miembros de cualquier grupo... después de todo, Hanma era quien me había entrenado.

Pero todo dio un giro el 5 de Junio del 2008, dos meses después de que me Uní a la Kanto Manji...

Todo parecía pintar normal, Chifuyu y yo estábamos en un aula de algún club que se encontraba vacío, él se encontraba leyendo el tomo de su manga y yo, sentada en su escritorio leyendo un tonto libro de la secundaria, hasta que la voz de nuestro amigo nos interrumpió.

— ¡¡CHIFUYU!! — Bajo su manga.

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A Merced del Diablo: ¿Final Faliz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora