III. Porque somos amigos...

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El grupo caminaba tan rápido como sus piernas lo permitían, entre las espesas hierbas del bosque, a pesar de lo agotados que todos estaban. Conforme avanzaban no podían evitar que su miedo e incertidumbre crecieran, sus teléfonos se habían congelado cuando el reloj marcó las doce, pero habían estado caminando por mucho tiempo, y ni siquiera la luna les servía como guía, pues no se había movido de su posición en el cielo.

Mientras avanzaban, a Kirishima le pareció ver que Katsuki se tambaleaba. Al intentar ayudarlo, el cenizo se dejó caer sobre uno de los árboles tratando de enfocar su visión borrosa y calmar su creciente mareo.

—¿Qué sucede? —preguntó Momo al notar lo que pasaba.

—Nuestro vínculo…se hace más débil…Izuku está en peligro —susurró Katsuki.

—Tenemos que darnos prisa —dijo Mina 

—Ya lo sé, ¿qué tan lejos está ese lugar? —preguntó el cenizo tratando de incorporarse.

—No falta mucho…—respondió Momo—, ven déjanos ayudarte…

Momo se colocó bajo uno de los brazos de Katsuki para ayudarlo a caminar, mientras Kirishima lo ayudó desde el otro lado. El cenizo iba a protestar, pero en ese momento con lo débil que estaba y con Izuku en peligro necesitaba toda la ayuda que pudiera conseguir.

El grupo continuó su camino, aunque moviéndose un poco más lento.

Recorrieron algunos metros con dificultad hasta que cruzaron los últimos árboles del bosque y se encontraron en un enorme claro que resguardaba una enorme mansión de aspecto antiguo, era una construcción extraña, parecida a esas casas europeas antiguas, Momo lo sabía bien pues las había conocido en los viajes que hacía con sus padres, sin embargo, una casa de ese estilo en un pueblo tradicional japonés era algo que no cuadraba, además por lo extraño de la construcción y el lugar tan apartado en el que estaba alguien debió darse cuenta que sucedía algo extraño, sin embargo nadie en el pueblo lo había mencionado.

El grupo se acercó a la casa, solo para encontrarse con los gritos de dolor de una persona desconocida y una extraña aura oscura que lo envolvía todo.

—Ya pueden irse, yo me encargo del resto —dijo Katsuki soltándose del agarre de Momo y Kirishima.

—¡¿Estás loco?!, apenas puedes caminar —regañó Kirishima.

—No importa, es peligroso que entren ahí.

—En tu estado actual también es peligroso que vayas —reprochó Momo—, no importa lo que digas, iremos contigo, Jiro, Mina y yo podemos ser la distracción mientras Kirishima y Kaminari sacan a Izuku, si hay problemas, puedes encargarte, eres el único que sabe usar una espada. ¿Están de acuerdo chicos?

—Claro que sí —se unió Kaminari.

—Hagámoslo —dijo Jiro.

—Yo te cubro Katsuki —dijo Mina—, mi padre es policía, no se lo digan, pero ya sé cómo usar un arma.

—Solo…prometan que saldremos vivos de esta —interrumpió Kirishima.

—Son unos imbéciles… —gruñó bajo a modo de regaño— pero les prometo que no dejaré que les pase nada —dijo Katsuki con una leve sonrisa de agradecimiento.

El grupo le devolvió la sonrisa al cenizo logrando que su corazón se calmara, gracias a tener de vuelta esa vista de sus queridos amigos. Así fue como en silencio, entraron a la mansión por una ventana que Katsuki arrancó por completo.

El olor de Izuku era débil en la mansión, su esencia estaba desvaneciéndose lentamente, con dificultad Katsuki pudo sentirlo cerca, solo tenía que dejarse guiar por sus instintos.

En la eternidad (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora