I. ¿Está mal amarte?

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La leyenda cuenta que ellos vivieron hace mucho tiempo, que se conocieron siendo apenas unos niños, que crecieron tomando caminos separados convirtiéndose uno en un hábil cazador que ayudaba a su tribu, el otro en un temible guerrero. Se dice que se amaban profundamente, tanto que al llegar a la mayoría de edad se comprometieron y planearon casarse con la llegada de la luna llena. Sin embargo, el destino cernió sobre ellos su crueldad. 

Los invasores de tierras lejanas atacaron y mientras los aldeanos debían esconderse, los guerreros se quedaron para luchar. El joven cazador se negó a irse sin el hombre que amaba, entonces tomó un arma y luchó a su lado. La batalla fue feroz, los guerreros de la tribu murieron en manos de los invasores, pero su esfuerzo no fue en vano ya que las familias que ahí habitaban consiguieron huir y refugiarse.

Los amantes murieron en la batalla, tan alejados el uno del otro que no pudieron verse una última vez.

Se dice que aquella noche ambos sellaron su matrimonio con collares que se habían regalado mutuamente. Los dioses, desconsolados por su trágico destino y la suerte de su tribu les concedieron la inmortalidad, convirtiéndolos en los protectores de la región.

Los dioses hicieron a la tribu un regalo, la estatua de un lobo de oro durmiendo sobre sí mismo protegiendo la estatua de un pequeño conejo de jade que también dormía, ambos animales llevaban en el cuello collares similares que simbolizaban su unión; por tradición cada quinientos años, cuando hay luna llena la tribu debe hacer un ritual para renovar los votos de matrimonio de la joven pareja y con ello tener abundantes cosechas y protección de malos espíritus. Estos son los regalos de los héroes que murieron por las personas que amaban y el sello de un amor que trascendió incluso la eternidad. 

Ella conducía recordando esa historia que tanto le gustaba, desde pequeña creció escuchando esa leyenda y cada vez le parecía más fascinante, aún recordaba la gran celebración de cada año en honor a los héroes de la leyenda. El festival de la luna era su festividad favorita, pero ese año era especial y los pobladores celebrarían la gran ocasión, renovar los votos de matrimonio de la pareja guardiana, pues los quinientos años estaban a punto de cumplirse.

Fue por esa razón que sin pensar en las repercusiones en sus calificaciones hizo sus maletas y salió de la ciudad de camino a su pequeño pueblo natal, sin embargo, no esperaba que sus amigos de la facultad la seguirían en su intrépida idea.

Aún así no se arrepentía, el viaje sería más divertido si viajaban en grupo, o eso pensaba hasta que Kirishima y Mina comenzaron a besarse en la parte trasera de su camioneta, mientras Kaminari sacaba medio cuerpo por la ventana y Jiro, su copiloto, le gritaba para que volviera a su asiento.

—¿Qué son esas cosas? —preguntó Kaminari desde la ventana.

El revoltoso grupo volteó hacia la carretera, observando detenidamente las columnas de rocas unidas con gruesas cuerdas que adornaban ambos lados del camino...

—Son nuestra protección —dijo Yaoyorozu sin quitar la vista del frente.

—¿Protección de qué? —preguntó Jiro

—La leyenda dice que los invasores que llegaron fueron castigados y convertidos en Yokai, esas columnas los mantienen encerrados en el bosque.

—¿Y eso es verdad? —preguntó Mina.

—No lo sé, nunca me atreví a entrar al bosque, pero podríamos investigar si quieres.

—¿No hay animales salvajes o algo así? —preguntó Jiro.

—En serio no sé, nunca vi a nadie entrar a esa parte del bosque, pero habrá muchas personas, seguro que alguien puede decirnos.

—Entrar a un bosque inexplorado, no gracias —replicó Kaminari—. Quiero divertirme, no morir aquí.

En la eternidad (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora