002

5K 414 120
                                    

ROSALÍA - MALAMENTE

...

Todo había salido según lo planeado. Hitomi había conocido a los socios de Satoru y, hasta cierto punto, ellos la habían respetado. Claro que esto se debía principalmente a que ella era la futura esposa del hombre más poderoso dentro de las élites de Japón.

No querían problemas con Satoru, por lo que debían ser amables con su futura esposa. Sin embargo, un cierto hombre de cabello negro se había quedado estancado en la mente de Hitomi. No podía dejar de recordarlo, y se preguntaba por qué. Si ella no quería pensar en él, ¿por qué lo hacía?

No sabía los motivos, pero estaba segura de que ese hombre era casi tan hipnotizante como el propio Satoru. Sin embargo, su magnetismo era completamente opuesto. Donde Satoru desprendía una luz casi pura y radiante, aquel hombre irradiaba oscuridad y maldad.

Satoru emanaba una luz tan impactante que te sentías atraído a quedarte a su lado, como si te envolviera en un aura de pureza. Pero aquel hombre era una completa oscuridad, del tipo que te daba miedo adentrarte, como una noche en medio del océano.

No era común encontrarse con alguien así, alguien tan hermoso pero tan oscuro al mismo tiempo.

Hitomi suspiró, decidida a apartar de su mente al hombre que la atormentaba y concentrarse en su meditación diaria.

—Hitomi —la voz de Satoru la interrumpió nuevamente, haciendo que abriera los ojos con lentitud y sonriera al ver esos preciosos ojos azules— Buenos días.

—¿De buenas? —Satoru preguntó burlonamente— Buenos días, preciosa.

—Tienes razón, mucha amabilidad para ti —ella le guiñó el ojo y rieron juntos— ¿Qué se te ofrece?

—¿La anciana no te lo dijo?

—La mandé al diablo ayer —Hitomi respondió encogiéndose de hombros para mostrar que le daba igual, y se recostó en el suelo aún mirando a su prometido.

—Nunca cambias —él rio negando con la cabeza— Bueno, te informo que a partir de ahora me tendrás que acompañar a todas las juntas y cosas que tenga que hacer, pues estamos a meses de que seas mi compañera de vida —se colocó de nuevo sus gafas oscuras y se puso de rodillas para mirarla mejor.

—¿En serio? Pero aún falta mucho para la boda —Hitomi cerró los ojos y luego los abrió para mirar al techo— Es raro que esos idiotas te hayan dejado hacer eso.

—Es para que la sociedad vea que eres mía —Satoru la miró, esperando su respuesta, y recibió una mirada furiosa—. No me culpes a mí, así lo dicen los ancianos y por eso accedieron.

—Que se jodan —ella negó con la cabeza, pero luego suspiró, resignada. No tenía sentido enojarse por algo que ocurría con demasiada frecuencia—. ¿A dónde iremos?

—La reunión es aquí, en la sala de juntas, a las 2:00 p. m. —Satoru la examinó de pies a cabeza, esperando una respuesta más confrontativa, pero parecía que ella se estaba acostumbrando a lo que sería su vida.

—De acuerdo —Hitomi se puso de pie—. Iré a alistarme. ¿Quieres que use algo formal?

—Mandé tu ropa a tu habitación —él le guiñó un ojo— Te veo después, linda —se puso de pie y salió de la habitación.

Hitomi se quedó de pie unos momentos antes de dirigirse a tomar una ducha. Después, se vistió con lo que Satoru había elegido para ella: una bonita minifalda formal de color rosa pálido, una camisa blanca y un lindo suéter del mismo color rosa que la falda.

𝘑𝘶𝘥𝘢𝘴- 𝘛𝘰𝘫𝘪 𝘍𝘶𝘴𝘩𝘪𝘨𝘶𝘳𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora