Asíntotas

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Octubre, 2021

Camino por una calle transitada donde la gente no tiene cara ni se oyen sus pasos. Apenas distingo siluetas grisáceas que se deslizan rozando el suelo. Noto, delante, que él camina en mi dirección, pero albergo la esperanza de que no me reconozca entre los demás transeúntes. Confío, por tratarse de mi propio sueño, en que él me verá como una más de las siluetas; un aliento callado que ha pasado a su lado.

Mi ritmo al andar se torna discreto, cauteloso. Y hago como en mi ciudad se hace: desvío el rostro. En ese momento, cruzamos hombro con hombro y unos pasos más tarde, él se detiene. Una punzada en el estómago me lleva a girar sobre los talones y a enfrentar su cara barbada. Se yergue en silencio cual roca siendo erosionada por el agua del río.

¿Dónde has guardado el enojo, pobre alado viajero? Si tiro de tus labios, ¿me mostrarás los colmillos de un perro herido?

Sin embargo, expectativa es lo que encuentro en sus ojos añejos. La punzada en el estómago persiste mientras me debato entre continuar mi camino o desandar mis pasos hasta él.

Pero parece que no es mía la decisión, porque me vuelvo a hundir en la benevolencia del sueño.

¿Todavía esperas, gran señor de las nubes?


Imagen tomada de: Vandana Vasanth, "Soaring new heights", Behance

La mosca vagabundaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora