XII. Trato

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Renee Belrie
Colonia 30


Renee había pasado incontables horas observando los muros eléctricos que la rodeaban en su celda. Estudiaba cada pequeña ola de movimiento que se veía cada que necesitaba recargarse, porque todas las celdas tenían ese defecto: no siempre estaban al 100% de energía. La electricidad debía provenir de algún lado y si lograban descubrir dónde se encontraban los generadores que mantenían las celdas activas, podrían crear la distracción más grande que podría haber en la Condena.

Neffan había mantenido su promesa y llevaba libros a Renee diariamente, en su mayoría sobre ingeniería eléctrica y mecánica. Renee a veces se encontraba con palabras que Kybett pronunciaba por lo bajo cuando estaba concentrada. Incluso con su memoria perfecta, Renee a veces tenía dificultades para comprender algunas cosas, lo cual causaba más admiración a Kybett. Ella definitivamente había sido de las mentes más brillantes de su generación.

Escuchó el chasquido eléctrico de la apertura de su celda. Renee esperaba más libros en manos de Neffan, pero se encontró con un rostro completamente distinto sosteniendo un solo libro.

—Renee Belrie —pronunció Conswell—. Neffan me dijo que habías requerido una audiencia conmigo. Espero que no haya sido alguna clase de trampa para salir de tu celda.

Renee se puso de pie, aún en el centro de su celda, donde había estado observando los muros. Intentó no revelar nada en su rostro. Conswell era probablemente la más grande amenaza mundial después de la Zeta. Si había un momento para actuar como Hazz o Eliott, ese era.

—¿Por qué asumirías eso? —cuestionó, mirándolo a los ojos.

Renee no era una persona intimidante, pero hacía tiempo había dejado de ser una persona que se dejaba intimidar.

—Sé sobre la obsesión de Neffan contigo —respondió. Miró el interior de la celda como si nunca hubiese estado en una. —Sé que es capaz de hacer cualquier cosa por ti bajo la promesa de que lo amarás eventualmente. Por eso nunca llegará a ser Primero al mando. Le falta aprender que el amor es un mito.

Renee no pudo evitar ver hacia el muro que sabía que daba hacia la celda de Eliott. Temía por él. La Condena ya lo había manipulado una vez y Renee tenía la certeza de que lo intentarían de nuevo. Al fin y al cabo, Eliott era el heredero al trono, lo cual significaba que, si se unía a la Condena, les aseguraría una colonia entera.

El amor para ella no era un mito. Había crecido rodeada de él. Sabía que de una manera u otra, tenía poder sobre las personas. Nunca había aprendido a utilizarlo como arma, hasta que Neffan no le dejó otra opción. A pesar de que lo suyo no era amor puro, seguía siendo parte de la obsesión y eso le beneficiaba a Renee.

—Cuando alguien es incapaz de sentir, por supuesto que el amor se vuelve un mito. Aunque no comprendo cómo una audiencia contigo puede llevar a mi escape —admitió Renee.

Renee estaba alargando la conversación, claro. Necesitaba observar a Conswell el tiempo suficiente para saber en qué etapa de la Zeta se encontraba. Aún caminaba y hablaba con normalidad, por lo que no debía estar bajo medicamento terminal, ya que ese era el que causaba mayor cansancio. Era lo que había mantenido en cama a Mett durante las semanas anteriores a la búsqueda de la cura.

—Cuando alguien está enamorado de ti u obsesionado contigo, es fácil de manipular —resolvió Conswell—. Sé que eres alguien inteligente Renee, puedes utilizar a Neffan a tu favor. Mi único consejo es que no lo hagas por ahora, no hasta que aceptes oficialmente tu puesto como Segunda. En ese caso, podrás utilizar a Neffan tanto como desees, así demostrarás lo adecuada que eres para el papel de líder de la Condena.

Colonia 30 (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora