1. Ese Catorce de Julio.

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Mis piernas corrían tanto como mi mente lo ordenaba: «¡ve por la izquierda!, ¡sigue el sendero de la derecha!, estarás a salvo y podrás camuflarte con los trabajadores de la mina»

Es evidente que ahora, no podía. No con sangre fresca sobre mi vestimenta. Me quite el pasamontañas para tomar aire de manera profunda, exhalé repetidas veces, mirando los pinos y la penumbra a mi alrededor.

Una respiración agitada me hizo saber que estaba en el mismo punto que él. Al igual que yo, se quitó el pasamontañas, descubriendo su rostro malditamente perfecto. ¿Cómo es posible que alguien con su rostro se atreva a robar?

No, mejor dicho, ¡¿cómo es posible que mi atraco haya coincidido con el de otro ladrón y un sociópata?!

Esto si que era una jodida mierda, ¿es en serio, destino?, tienes que estar verdaderamente furioso conmigo. ¡Era mi mejor robo!

—Esto de verdad es...

—Shhh... —levanté el dedo índice hacia mis labios—, ni siquiera sé por qué compartimos palabras después de eso.

Señalé atrás, donde dejamos todo el alboroto de Osiris y la policía atrás. Joder, esto era lo más cerca que estuve de ambos. Un loco criminal y la policía. Todo en mis planes cambio drásticamente, me imaginaba en la cómoda silla de cuero en el sótano después de abandonar la mansión de la vieja Delila, contando y oliendo cada billete de los fajos robados. Dejando uno para sobrevivir los próximos días y lo restante en la caja fuerte.

Ahora esa ilusión era solo un amargo y lejano anhelo. Debo preocuparme por volver a casa viva y en libertad.

—Deberíamos desplazarnos —recomendó con tono bajo, inspeccionando el bosque a nuestro alrededor cuando no agregué nada más.

Llevaba aquella mochila colgando sobre sus hombros, a diferencia de mí que mantenía las manos aferradas a mi bolso deportivo. Justo ahora, valía mucho más que antes.

—Corrección, tú por tu lado y yo por el mío. Nunca jamás te he visto —por tan guapo que seas—. En mi vida te he visto.

Di media vuelta para avanzar unos pasos, dispuesta a seguir la primera ruta de escape, olvidando que tenía sangre de la vieja Delila en la mitad del rostro. Pasé mi antebrazo por dicha zona, tratando de limpiar cualquier rastro escarlata.

—Ese camino te llevará a los lacayos de Osiris —frené ante su observación—, pudo haberlos alertado en cuanto nos vio escapar.

—Seguramente la policía los atrapó.

—Osiris es más astuto de lo que crees —bufé—. Ven, tengo otra ruta de escape.

—¿Esperas que confíe en alguien que arruinó mi plan de escape?

—Tú arruinaste el mío —giré para encararlo con rabia—. Nos arruinamos mutuamente...

Su rostro seguía siendo evidencia de la muerte de la mujer, no se molestó por limpiarse el rostro y tampoco parece que tenga intenciones de hacerlo. Sus ojos verdes buscaban la respuesta a mi nombre para completar su oración, pero, no podía ser tan imbécil como para darle ese dato.

Eris —complete su frase con seriedad, mirándolo fijamente—, así es como me llamo.

—Bien, mi nombre es Eros —al parecer, comprendió mi juego de nombres falsos. Nuestra identidad fue revelada pero no del todo—. ¿Te parece?

Nunca en mi vida lo había visto, ni por el campus, por los pasillos de la universidad, tampoco en la calle o en alguna tienda. Realmente es la primera vez que lo veía.

ERIS & EROS: ESCAPE. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora