2. Atados de una forma u otra.

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Lo primero que tomamos a la par fue el cuchillo plateado que estaba junto al plato, cuando nuestras manos se encontraron, la aparté de inmediato tomando en su lugar el tenedor que había soltado.

Con un tenedor se pueden hacer otras cosas igual de mortales que con un cuchillo.

Ignoré su mirada esmeralda sobre mí para andar de prisa a la puerta principal, algún lacayo pudo habernos seguido hasta aquí, pero dudo mucho que se atreva a herirnos en plena luz del día.

En realidad los lacayos solo deben llevarnos ante Osiris, él se encargará del resto.

Calma, Victoria, actúa normal, quizá sea algún Neeson.

Abrí la puerta cuando el timbre sonó por segunda ocasión.

—¡Vi...! —logré patear a Ethen antes de que pronunciara mi nombre completo.

Cayó de rodillas adolorido, cubrí mi boca fingiendo pena.

—¿Qué te pasa? —exclamó con voz aguda.

—¡Lo siento tanto! —me apresuré a ayudarlo.

—¿Lo sientes?, ese golpe lo sentí muy a propósito —se enderezó con mi ayuda, dejando pasar el dolor en su pierna—. ¿Amaneciste más brava de lo...?, oh, mira nada más —sus ojos miraron detrás de mí, me giré y vi a Eros de pie junto a la puerta, semidesnudo—, ya veo por qué me golpeaste. Seguramente interrumpí una sesión de sexo mañane...

Volví a patearlo e igual que la primera vez, se retorció de dolor.

—Este si fue a propósito.

Di media vuelta para entrar, empujé a Eros por el pecho y retrocedió ante mis golpesitos.

—Entra y ponte la camiseta.

—Está bien, Eris.

El ojiverde dio media vuelta, mirando a Ethen fijamente como si pudiese saber de él con solo mirarlo, se dirigió a las escaleras y se perdió en el pasillo de la segunda planta. Bufé.

—Que escondido te lo tenías —Ethen ingresó y cerró la puerta a su espalda—, ¿Eris?, ¿quién demonios es...?

—Yo. Soy yo —camine a él sujetando su brazo para llevarlo hacia el antiguo despacho de papá—. Mira, escucha —cerré la puerta a mi espalda cuando lo obligue a entrar—; no tengo tiempo para tus estupideces...

—Oh, ya veo —sonrió taciturno—. Tienen una relación en la que no usan sus nombres reales para mantener viva la llama de la... —arrugué mi ceño ante su rara explicación—. ¿Eris?, ¿cuál es su nombre?

—Eso no te incumbe, Ethen.

—Vamos, Vic... —amenacé con patearlo de nuevo pero calló de golpe—, Eris.

Esto lo hago para protegerte, idiota. Eros es un ladrón, igual que yo. Estoy segura de que no dudará en atacarlo en caso de que llegue a delatarlo.

—No. ¿A qué veniste?, la última vez que...

—Fue hace una semana y fue para invitarte a un día lleno de euforia y descontrol —se acercó, colocando sus manos sobre mis hombros—. Amiga, necesitas distraerte, salir y vivir la corta vida que nos está consumiendo como el fuego a un cigarrillo.

—Vaya ejemplo —ironicé—, te dije que no quiero salir a esas fiestas que no tienen nada productivo que aportar.

Ethen hizo un puchero y suspiré. Esto no es nada nuevo.

ERIS & EROS: ESCAPE. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora