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10 de febrero del  1970

Querido Lector:

No se quien eres, ni porque me lees pero he decidido escribirte estas diez cartas para que en ellas encuentres una aventura sin igual. Aquí le va la primera de todas ellas.

Pase mas de media vida buscando algún pretexto que me dejara frente a un papel con un lápiz en la mano, este es el primero de ellos. Sugiero que si no se encuentra en un sitio despoblado de bullicio, no me lea.

Una vez advertido, le contare mi razón de estar aquí, perdiendo tiempo en plasmar letras que, quizás, para algún otro no tenga sentido y me llame loca. Pues si, soy mujer y he acordado que seria mejor pintar con palabras lo que mis ojos ven a diario.

Afuera reluce el sol, por lo que aquí adentro tengo prendido un aparato que envía vibraciones convertidas en pequeñas garrafas de aire. Creo, y espero no haberme equivocado querido lector, que no hay que aclarar que aquí es temporada de verano. 

Bien, ahora si, entablemos una conversación mas seria.

Afuera pasan cosas, extrañas..

Demasiado extrañas, de esas que el mundo desconoce pero el gobierno claramente no. Ese si que sabe, incluso sabe que en este preciso momento me estoy dirigiendo a usted por este medio.

Supongo que si ha usted a llegado esta correspondencia, ellos nunca encontraron esta carta.Bien, eso seria genial, asi valdría la pena redactar cada maldita palabra, y no seria trabajo en vano.

Zoe, una niña de tan solo 11 años, es el pretexto por el que me justifico. La niña prodigio, asi la llaman.

Yo también la conozco, ¿sabe?. 

Aquella niña de ojos azules, casi como el mar, me encanto con solo una sonrisa aquella tarde de otoño. Yo era cajera en un pequeño supermercado en el que me pagaban 100 euros el mes, y aquel día no supe que Zoe seria un cambio importante en mi.

La recuerdo perfecto, a ella, quiero decir.

Su hermoso cabello dorado se expandía hasta por abajo de sus hombros, lo que mas me sorprendió fue que estaba sola. Digo, que haría una niña de 11 años sola en un pequeño supermercado a tan temprana hora de la mañana.

Recuerdo haberle preguntado si buscaba algo o si se había perdido. Su respuesta me dejo perpleja, me había dicho que buscaba alguien que la salvara.

Quiero que sepa usted, querido lector, que en aquel momento abrí mis ojos poniéndome alerta de algún signo de auxilio en ella. Pero no encontré nada, lucia tan perfecta, tan irreal que no le creía.

Pense que había oído mal y le pregunte que si me lo podía repetir, la niña me dijo exactamente lo mismo, dejándome de nuevo en un estado de sorpresa. Lo primero que se me paso por la mente, y si mi conocimiento no es erróneo a usted también le paso igual, es que alguien la había asaltado o tratado mal.

No, no fue asi, o por lo menos nadie lo sabia.

Le pregunte a Zoe por sus padres, y ella no quizo responderme o tal vez no lo supo hacer. Me dirigí a ella diciéndole que si le gustaría que yo la alcanze hasta su casa.

En aquel entonces yo no tenia nada en lo que moverme mas que mi propio medio para caminar, pero de igual manera la niña no acepto. Tuve que contenerme para no hacerle mas preguntas, asi que en su lugar me pareció mas apropiado decirle al dueño sobre aquella rara situación.

Al girarme para agarrar el teléfono, y volver para decirle que no se preocupara, la niña había desaparecido. Me alarme en seguida pero supuse que habría visto a sus padres pasar por fuera del local y los habría seguido, asi que opte por seguir mi día laboral.

A los días aparece la señora Lía, la señora del barrio que siempre se sabe todos los chismes y me comento que por su calle desapareció una niña prodigio. Yo sorprendida le pregunte que como era aquella niña y porque le decían prodigio. Aquella señora me contesto que la niña tenia muchos conocimientos que eran fabulosos, y me la describió.

Lector, supongo que nada se habría comparado igual para describirle aquel momento, se me cayo el alma a los pies. La niña desaparecida, era la misma que había estado en mi trabajo aquel día.

Solo quise disculparme con ella por no haberle prestado la suficiente atención.

¿Pero sabe algo aun mas loco querido lector? 

Soy yo quien también tiene que pedirle disculpas a usted, si llego hasta aquí creyendo que todo lo relatado era sobre Zoe, pues lo lamento.

La niña prodigio que desapareció, si existe. Pero no es la Zoe niña quien pedía auxilio con la mirada, era yo que me veía reflejada en mis once años. Si tenias dudas, acá estoy para resolverlas.

Soy Zoe Kambs, y desaparecí un veinte de julio del 1959. Fui encontrada días después y reconocida como la niña prodigio que murió escandalosamente en manos de un victimario, ahora lector supongo que te preguntaras como es que puedo estar escribiéndole, pues bien la pura verdad es que esta carta nunca existió.

Al igual que usted amable lector, usted nunca existió. Así que si, de en verdad lo lamento.


firma con un cariño deambulante, la inexistente Zoe Kambs.




10 maneras de pedir perdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora