Capítulo I

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- Pues la verdad, Nat, no lo sé. Esta mañana Rogelia me ha pedido que escribiera un artículo absurdo sobre el, aparentemente, desastroso desfile de moda que tuvo lugar ayer en Milán. Esta arpía solo quiere que hable mal de esa línea para dejar mal al modista, quien casualmente es su expareja. Esto es ridículo.

- Pero, ¿tú te estás escuchando? Ya quisiera yo ser partícipe de esos dramas cada día de mi vida, Val. Tu trabajo es una fantasía.

Mi mejor amiga sonríe desde la pantalla mientras termina de retocarse el maquillaje. Algunas veces pienso que se equivocaron al elegirme a mi para este trabajo y no a ella.

- Créeme,  no quieras serlo. Ni te imaginas la pesadilla que resulta trabajar para Rogelia. El otro día gritó a la fotógrafa por sacarle arrugas de más en la foto... Si no fuese porque necesito el dinero para poder pagar la universidad, créeme que no seguiría aquí trabajando.

Tras varios minutos más de conversación, ambas nos despedimos y  colgamos la videollamada. Echo una ojeada a mi escritorio, el cual está hasta arriba de notas y papeles, mientras me planteo qué le ven las personas de interesante a la moda. ¡El mundo de la moda es ridículo! Las grandes marcas de ropa cada vez hacen tallajes más pequeños, incentivando los cuerpos delgados y planos. ¿Es que no se dan cuentan del daño psicológico que causan en la sociedad, especialmente entre los adolescentes? Además, es un mundo movido por el sensacionalismo y lleno de envidia. Indignada, me siento en mi escritorio con el objetivo de poner fin a la montaña de papeles para poder centrarme en otra cosa que no sea la revista Blake's and fashion. 

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No me doy cuenta de lo tarde que es hasta que escucho sonar, de forma algo insistente, el timbre de casa.

- ¡Ya voy! Un poco de paciencia, por favor. - digo justo al abrir la puerta.- Vaya, mira quien se digna a aparecer por fin.

- Venga amor, no empieces. Y no me grites que me duele la cabeza. 

Me quedo observando unos segundos al que aparentemente es mi novio y acaba de aparecer borracho por la puerta. Intento calmarme primero antes de hablar porque lo último que mi vida necesita ahora es una discusión más con él.

- Pero, ¿tú eres idiota Liam o te caíste al nacer? Tienes la poca vergüenza de desaparecer, sin contestar mis llamadas y mensajes, ¿y encima apareces diciéndome que no grite? No has sido capaz ni de mandar un mísero mensaje para decirme que estabas bien. ¿Sabes lo preocupada que estaba?

- Deja de ser tan dramática, esta noche te lo compenso - dice mi novio mientras me agarra por la cintura y trata de besarme.

- No. Esto no puede seguir así, Liam.- afirmo mientras aparto sus manos de mi cuerpo totalmente indignada. - Esta noche no duermes aquí. Ya hablaremos mañana cuando estés en tu cinco sentidos. Si es que apareces, claro. 

Cuando Liam se va y cierro la puerta, vuelve a invadirme esa presión el pecho. Es una sensación extraña, como si me estuviese ahogando y me costase respirar. Decido ignorarla, si dejo de darle importancia seguro se me pasa. Conecto mis cascos al móvil por bluetooh y reproduzco mi playlist de Spotify  en aleatorio mientras me preparo algo rápido y ligero para cenar. 

Mientras cenaba, mirando una película cualquiera en la televisión sin prestarle mucha atención, suena mi teléfono. Al revisarlo veo que es un mensaje de mi jefa.

"Buenas noches, señorita Brown. Me gustaría hablar con usted para tratar un asunto pendiente de última hora. Reúnase mañana en mi despacho a primera hora. "





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