Prólogo

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Advertencia: Nombres u apellidos cambiados, edades adaptadas, tonos de cabellos y personalidades modificadas con el fin de lograr una buena experiencia de lectura.

Hay una sola forma de describir aquel tipo de escena; donde la lluvia y los paraguas abundan, la mayoría juntos en una caja bajo el edificio de la funeraria resguardandose del diluvio de las calles, objetos pertenecientes a distintos personajes reunidos en aquel lugar con el mismo propósito.

"Destino" se hace llamar.

Familiares, amigos, meros conocidos desde el punto de vista del menor, o al menos hasta donde sus propios ojos le permiten ver sin querer llorar, intentando mantener la cordura y la frialdad con la que su padre tanto le había insistido tener.

Ese día era un día de despedida para la familia Kim que entre, comida, bebidas, tristeza, desolados llantos de una madre y la ausencia ya prevista del padre de familia, le dicen adiós al hijo mayor entre un ataúd y cientos de coronas de flores ya preparadas para la ocasión.

Fuera del lugar podías encontrar allí camionetas, autos y cualquier clase de vehículos de alta gama estacionadas en la puerta de aquel edificio donde a una persona le es imposible poder dejar su motocicleta para poder entrar al lugar. Abandonandola a un costado del pequeño callejón que allí se encontraba al darse por vencido.

Quitando su casco y su chaqueta mojada, buscando con la vista a alguien conocido que lo llevara hasta donde él necesitaba ir.

Sala velatoria número 5 dijo su madre, la última y más alejada.

No tuvo más remedio que comenzar a caminar por aquel pasillo que lo llevaría hasta aquella sala, divisando el número de cada puerta hasta dar con la suya o más bien, con la sala donde estarían velando a su recién difunto hermano mayor.

Pasando por la sala principal, desbordante de personas vestidas de negro, personas conocidas y desconocidas para él, rostros meramente familiares que sin duda aborrece hasta la médula. También lo velarian en el mismo lugar, pero claramente con más lujos.

¡Jeon! Había gritado su madre desde el final del pasillo, llamando su atención como también la de las personas de alto rango de aquella sala por la que pasaba que a duras penas, dos voltearon a verle. Entre ellas, el hijo menor de la familia Kim.

El mencionado continuó caminando, sacudiendo su cabello levemente húmedo antes de ingresar al lugar para poder divisar a tan solo cinco personas bebiendo soju entre una amena conversación y a su madre que sonríe escasamente al verle llegar.

—Tu padre llegará en unos minutos, su último pasajero no quería pagarle porque estaba ebrio asi que estuvo perdiendo un poco de tiempo.

—No me dijiste que su familia lo velaria en la misma funeraria que nosotros, mamá.

—Sabes perfectamente que no podíamos pagar algo más que esto, hijo.

—Pero ellos si, ni siquiera entiendo qué hacen en este lugar si tanto asco le damos.

—¡YeonJun! Estamos aquí para velar a tu hermano, no para pelear con esa familia ni mucho menos para hablar de ellos — reclamó aquella mujer con cierto enfado, agotada y desconsolada — Ya no quiero volver a lidiar con esas personas.

El menor asintió aceptando su error, soltando un suspiro lleno de culpa al ver a la mujer que le había dado vida tan devastada, desde sus cabellos que levemente comienzan a tomar un color blanquecino hasta su mirada decaída que junto a sus notables y pequeñas arrugas le hacen ver apagada. Por lo que finalmente toma una de sus manos para dejarle un pequeño beso.

Replay [YeonGyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora