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|| EL INSTRUCTIVO||
PARA NO ENAMORARTE

“Es divertido correr en el campo, hasta que te das cuenta que te ha atrapado el musgo... Ese musgo es el amor.”

||1990||

Mirelle se sentó sobre la sucia plataforma en la que el bola de fuego chino descansaba. Miró al animal y se desplomó sobre su lomo mientras extendía su mano para acariciar las escamas escarlatas del dragón.

—¿Y qué hacen para divertirse los fines de semana? —mira al cielo pensativa.

Se sentía solitario el pabellón en el que estaba, el único dragón que no había salido de paseo era Cherry, el bola se fuego chino que intentaba ignorar a Ridgebit, quien no le dejaba tomar la siesta por estar hablando constantemente.

—Te va bien el rojo ¿Crees que me quede bien el vestido rojo de mi madre? —pregunta mirando las nubes— Mamá era hermosa, se parecía a Alexandre, pero en mujer y con pestañas largas y rizadas... Apuesto que hubiera sido más hermosa que mis hermanos si no se hubiera desgastado el gen de mi madre como una máquina muggle que saca copias.

El dragón gruñó como respuesta.

—Lo sé, yo también estoy indignada —niega con la cabeza—. Pude haber sido más hermosa.

—Cherry parece más agotada de escucharte que de volar —se burló Roan.

—Largo, Blanchard, estámos teniendo un momento de chicas —abraza al dragón aunque sus brazos sean demasiado pequeños como para rodear el cuerpo del animal.

—Oye, yo vengo en nombre de Brice, valorame —niega con la cabeza antes de lanzarle una bolsa de galletas que, por suerte, Nomo atrapó—. Ya que no puede acercarse a tí, soy su mensajero.

—Dile que gracias y que quiero jugo de calabaza más tarde —sonríe la joven mientras abre las galletas.

—No puedo creerlo —mira a su amiga—. Y yo que he venido hasta acá no recibo ni el buenos días —se da la vuelta para irse.

—Oye, bubotubérculo —su amigo se gira de nuevo—. No le digas a Brice que estoy sola con Cherry.

—No lo sé, Mirelle...

—Por favor. No quiero que se preocupe, estoy bien, ya no tengo 8 años —mete una galleta a su boca—. Sólo no le digas.

—Está bien —asiente con la cabeza—. Me iré antes de que tu hermano me vea.

—Adiós —sacude la mano en señal de despedida—. Gracias.

Y cuando Mirelle se giró a ver al dragón, este ya estaba dormido. Ahora sí, estaba sola con el silencio del pabellón.

Soltó un suspiro antes de continuar comiendo galletas que resonaban en cada mordida, aunque resultaban menos ruidosas de lo que a Mirelle le gustaría. El silencio siempre le había resultado abrumador, especialmente cuando se trataba de ella y la soledad, se había acostumbrado tanto a vivir así que el simple hecho de recordarlo le hacía revólver el estómago. No deseaba sentir ese sentimiento de nuevo.

Pero ahí estaba, con el dragón enorme que dormía plácidamente bajo su cuerpo, deseando que Cherry tuviera problemas con el sueño que le hicieran roncar fuerte y alto. Se estaba agobiando con la familiaridad del silencio, era tan desolador que le recordaba a su infancia solitaria en la parte más alta del santuario; ella alguna vez fué la princesa de la torre más alta, encerrada y sola... El problema es que a ella no la salvó un príncipe, la salvó Beauxbatons.

—Iré a limpiar —sonrió repentinamente antes de levantarse de un brinco tarareando una canción que no reconocería nadie con la rapidez en que salía de su boca.

✥ MIRELLE ✥ ||Charlie Weasley||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora