Al morir su esposa, Jungkook tendrá que enfrentarse al mundo junto a su pequeña hija Kayla aún siendo un padre inexperto. Muchas situaciones complicadas harán que Jungkook tenga que tomar decisiones difíciles e importantes por el bienestar de su fa...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
💚🐻🐰💜
—Papá, mira lo que hice...
Kayla, entusiasmada, estiró los brazos para mostrarle a su padre el dibujo qué había hecho. Taehyung rápidamente se agachó para observar el dibujo que ella había creado.
—Déjame verlo...—respondió con interés —.
En ese momento, abrumado por todas las emociones que sentía al mismo tiempo, Jungkook cubrió su rostro y se retiró rápidamente a su habitación. Cerró la puerta y se sentó en la cama a llorar desconsoladamente.
—Quería mostrárselo a papá...
—Papá tiene alergia y fue a tomar un medicamento —le tomó las manos. —Muéstrame cómo le quedó la tiara a Cooky...
—Está bien, oppa.
Kayla asintió y ambos se dirigieron a la habitación. Al entrar, Taehyung se sentó en la cama mientras Kayla sacaba a Cooky de la jaula y lo colocaba sobre sus piernas. Observó al conejo caminar sobre su pierna y comenzó a sentir pánico. Levantó la mirada para pedirle a Kayla que lo alejara de él, pero la vio correr a buscar la tiara para ponérsela, y decidió no decir nada.
—Cooky te ama, oppa —sonrió —.
—Sí, sí, es muy lindo, y yo también lo amo —lo acarició con la punta de su dedo —.
—No tengas miedo, Oppa —agarró al conejo y lo acercó al rostro de Taehyung. —Míralo, es tan lindo y tierno...
Taehyung observó la nariz del conejo acercarse a la suya y dio un paso atrás, algo nervioso.
—¿Es lindo, verdad?
—Sí, es lindo... —murmuró mientras acariciaba cuidadosamente a Cooky. —Es lindo y...peludo —sonrió —.
Kayla subió a la cama y se acostó al lado de Taehyung.
—Oppa, me duele mucho la cabeza...
—Ven aquí...—se recostó a su lado y la abrazó con fuerza. —Si te quedas aquí, el dolor pasará.
Poco tiempo después, Jungkook salió de su habitación y escuchó el timbre de la puerta.
—Yo voy, hijo... —dijo con voz suave mientras caminaba hacia la entrada para abrir. —¡Sra. Kim! ¡Bienvenida!
