Capítulo 2.

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El problema para los hermanos Haitani empieza cuando el pequeño ratón de cabellos castaños no regresa.
Después de dos semanas, comenzaron a iniciar peleas a propósito, tratando de causar escándalo e intentando llamar la atención nuevamente del adolescente.


También salían de casa más a menudo, buscando encontrarse por casualidad al otro chico.


Pero sus intentos no daban frutos, Ran estaba cada vez más molesto y Rindou hacía pucheros cada vez que recordaba al chico de cabellos castaños.


Fue una tarde, sin ninguna intención de dar con el adolescente, se toparon con un grupo rodeando a una persona.
Ran se entretenía también viendo algunos altercados violentos, por lo que se acercó un poco y se congeló, sus ojos violeta fijos en el adolescente de estatura baja siendo agarrado con fuerza por la ropa.


—Rindou.


Susurra Ran, su voz tornándose ronca mientras sentía la ira en su interior. Su hermano frunció el ceño confundido, estiró el cuello y dejó caer las compras tan pronto divisó al adolescente que había estado evitándolos.


Ver al grupo poniendo sus manos sobre el adolescente de cabellos castaños les hacía hervir la sangre.
El grupo de idiotas tenían sus sucias manos sobre él, tocándolo y jalándolo del cabello para ponerlo incómodo.


A ninguno de los dos le gustó la forma en la cual quien lo sostenía por las ropas lo acercaba más a su cuerpo.


El pequeño ratoncito pertenece solo a Ran y Rindou, los idiotas que se metieron con él desearan nunca haber mostrado sus asquerosas presencias en Roppongi.


Tan pronto como el de cabellos castaños es apresado entre dos cuerpos mientras suplica que lo dejen ir, es como si un interruptor se encendiera al mismo tiempo dentro de los hermanos y ambos se lanzan contra el grupo.


Ran patea al tipo que sostiene al adolescente más pequeño, la pesada suela de sus botas impacta contra el costado del hombre, el tipo suelta un grito de sorpresa y deja ir las ropas del más bajo, quien cae sentado en el suelo.


El Haitani mayor no espera más y comienza a golpear a los más cercanos, Rindou encargándose de otros tres tipos.
Ran pegó codazos, puñetazos y patadas sin medir su fuerza, la rabia desatándose en su interior mientras que su hermano menor estaba en iguales condiciones, llegando incluso a ahorcar a uno de los tipos hasta dejarlo inconsciente.


No fue una pelea difícil, los tipos se habían aprovechado que eran más y que el de cabellos castaños había estado solo.


Los números no significaban nada para los hermanos Haitani, ellos acabarían con quien se les pusiese en frente sin importar los caminos que debían usar para ganar la pelea.


En una pelea callejera no hay reglas, puedes usar todos los trucos que quieras, lo importante es salir victorioso y con la menor cantidad de heridas posibles.


Cuando seis de los siete hombres pertenecientes al grupo quedaron incapacitados para seguir peleando, Ran y Rindou se miraron entre sí unos instantes, para luego caminar hacia el tipo que se había dado más libertades con su pequeño ratón.


El hombre de cabellos oscuros intentó retroceder aún en el suelo mientras sostiene su costado para intentar mitigar el dolor en sus costillas, sintiendo terror al presenciar lo que ellos eran capaz de hacer.
Ran lo pateó en el pecho y el hombre cayó hacia atrás, golpeándose en la parte posterior de la cabeza.


—Pon tus manos en el suelo.


El tipo temeroso obedeció, temblando y estirando los brazos para dejar sus manos sobre el asfalto.
Los hermanos se posicionaron en ambos lados del hombre, una sonrisa molesta extendiéndose en los labios de Ran y Rindou deja caer su pie sobre la mano izquierda del hombre, ignorando los gritos cuando aplasta los dedos hasta que crujen.


El hombre intenta apartar a Rindou con su mano derecha, pero Ran patea la mano devuelta al suelo y realiza la misma acción que su hermano, ambos cerniéndose como dioses sobre el tipo.


El sudor comienza a correr por el rostro pálido del hombre, los ojos bien abiertos observan a los hermanos con terror y de su boca siguen escapando gritos de dolor.
Ran pisa el antebrazo con fuerza antes de finalmente alejarse, mirando con satisfacción los dedos rojos, amoratados y chuecos del hombre.


Se agacha hasta quedar en cuclillas, su mano se extiende hasta caer en el cuello del hombre y aplica presión como advertencia.


—Si tú o tus amigos vuelven a poner una mano sobre él o se atreven a regresar a Roppongi, los mataremos —Dice Ran con voz firme, para luego sonreír dulcemente— ¿He sido claro?


El hombre asiente frenéticamente, disculpándose tan rápido que apenas se entienden sus palabras y los hermanos se alejan de él.


El adolescente de cabellos castaños sigue en el suelo conmocionado, su gracioso peinado está casi desecho y sus ojos marrones están enrojecidos, se encuentra boquiabierto observando a los hermanos Haitani.


...


Yamagishi se sube la capucha tan pronto sale del metro en la estación de Roppongi, baja la cabeza y siente un ligero escalofrío al sentirse observado. Puede ser solo la paranoia de encontrarse con los famosos hermanos Haitani, quienes al parecer habían estado al tanto de su presencia en todo momento.


Después de ser descubierto, evitar esta zona de Tokio había sido increíblemente fácil.


No tenía la edad suficiente para entrar a los clubes, era un área de gente rica y de algunos asuntos delictivos en los cuales Yamagishi nunca se entrometía, tampoco vivía cerca así que no tenía razones para volver.


Sin embargo, hace bastante Makoto seguía quejándose de que siempre iban a los mismos lugares, por lo que Akkun mencionó el mirador en Roppongi Hills, y todo estuvieron de acuerdo al instante. Se había olvidado por un momento de su problema, pero ya no podía rechazar la invitación luego de hacer los planes sobre qué harían después por las calles de Roppongi y tenía tanta vergüenza de admitir que había estado espiando a los hermanos Haitani porque le fascinaba su forma de pelear.


Mira la dirección en su teléfono después de subir los escalones que le llevarían fuera de la estación, quedaron de encontrarse frente a la Torre Mori.
Muerde su labio inferior y camina por las concurridas calles, sus amigos probablemente ya estén en camino o incluso llegando al lugar de reunión.


Se relaja cuando no ve ninguna persona alta con trenzas u otra con coloridos cabellos rubios y mechones celestes.
Suelta un chillido cuando su chaqueta es agarrada y es tirado hacia atrás, su cuerpo chocando contra el de una persona más grande y la capucha se desliza de su cabeza.


Es un grupo de siete hombres, todos ellos más grandes y más fuertes que Yamagishi. Siente su cuerpo temblar y trata de alejarse, pero uno de ellos lo agarra por la parte delantera de la sudadera y tiene que pararse casi sobre la punta de sus pies.


—Niño bonito, ¿Demasiado mojigato para prestarme atención?


El hombre habla con voz ronca, su aliento a tabaco es nauseabundo y Yamagishi arruga la nariz asqueado, intentando voltear el rostro.
Él lo recuerda, la forma en la cual intentó pegar su cuerpo contra el suyo en el metro y en como lo evitó metiéndose en un espacio pequeño entre otras personas.


Pensó que solo era un pervertido, de esos que tan pronto te escapabas de su agarre buscaban a alguien más para molestar.


Otro de los hombres tira de su coleta, provocando que algunos mechones caigan sobre su frente y le jalan el cabello. Sus lentes se deslizan por su nariz y se tuercen, se muerde el labio inferior cuando el hombre lo acerca más a su cuerpo, siente sus ojos llenarse de lágrimas.


Las personas a su alrededor fingen que no lo ven, él sabe que para la gran mayoría es más fácil no meterse en los asuntos de los demás para no terminar en problemas.


Las llaves están en el bolsillo de su pantalón, si solo pudiera meter rápidamente su mano en el bolsillo y sacar el llavero de metal con forma de gato que Makoto le había regalado una vez, un llavero de defensa personal.


Podría golpear al tipo en las manos o en la cara e intentar escabullirse, si no tenía suerte puede que lo atrapen otra vez, pero si conseguía escapar...


No tiene que pensar mucho en su plan, puesto que el hombre que lo sostiene pronto cae de lado casi llevándose a Yamagishi con él al suelo.


Cae de trasero sobre el asfalto y levanta la mirada, sus ojos se abren grandes cuando reconoce a quien es su salvador y pronto se une el Haitani más joven.


Verlos pelear siempre ha sido interesante, la forma en la cual se complementan y se coordinan perfectamente siempre le ha llamado la atención.


Los gritos del hombre que lo había sostenido llenan sus oídos y reacciona, saliendo de su ensoñación viendo como le rompen los huesos de las manos.


Levanta la vista cuando los hermanos se acercan a él, sus mejillas se tornan rojizas y baja la mirada intentando ocultar su rostro con su cabello.


—¿Estas bien?


Se estremece cuando una de las cálidas manos de Ran peina los cabellos de su frente hacia atrás, obligándolo a levantar la mirada.
Los hermanos lo toman por los brazos y lo levantan, Yamagishi se tambalea aún confundido y Rindou con su índice empuja los anteojos del más bajo por el puente de metal para acomodarlos.


Saliendo de su estupor cuando escucha la sirena de una patrulla haciéndose cada vez más cercana, los Haitani lo toman por las muñecas y lo jalan hacia unas bolsas blancas de supermercado tiradas en el suelo.
Rindou se agacha para recoger las bolsas plásticas y revisar el contenido, asintiendo satisfecho cuando confirma que no hay nada roto.
Una patrulla se estaciona detrás de un automóvil y se baja el chofer junto con el copiloto. Los hermanos comienzan a caminar arrastrando al de cabellos castaños con ellos para evitar a la policía.


Yamagishi mira las manos que envuelven sus muñecas, para luego levantar la vista hacia los dos hermanos mientras parpadea confundido, sintiendo que está en alguna especie de sueño.


Quizás los tipos lo dejaron inconsciente y esto no es más que un invento de su imaginación.


Pero la suave caricia de los nudillos de Ran contra su mejilla se siente real, frunce el ceño y observa el rostro sonriente del Haitani más alto.


—No respondiste antes, ratoncito —Dice el de cabellos trenzados— ¿Estás bien?


—¿Ah...? —Voltea a ver a los hombres a quienes la policía está comenzando a levantar del suelo— ¡Sí!, me encuentro bien... Realmente no me pasó nada.


Sus mejillas enrojecieron de vergüenza, podía aguantar palizas con una sonrisa en el rostro junto a sus amigos, pero ser sexualmente acosado era un tema completamente diferente que le dejaba lleno de humillación a pesar de que sabía que no era su culpa.


—Eso no parecía nada —Señala el más alto de los tres—


—Ran... —Regaña el de gafas a su hermano— No quiere hablar de eso.


—Mm... —El más alto hace un pequeño puchero y luego cambia de tema para aligerar el ambiente— ¿Cómo te llamas?, no puedo llamarte ratoncito todo el tiempo.


—Yamagishi Kazushi —Contesta el más bajo—


—Kazushi... —Repite Rindou, para luego reír— Entonces Kazu, ¿A dónde ibas?


—Eh... Roppongi Hills, a la Torre Mori.


Sus amigos ya deberían haber llegado, tira de sus manos y los hermanos lo sueltan. Sin dejar de caminar pasa sus manos por su pantalón y luego por su chaqueta, suspirando aliviado cuando encuentra su teléfono plegable.
Jadea al ver la cantidad de mensajes, algunos burlones de Makoto diciéndole que se apresure, otros de Takuya preguntándole en que parte del camino viene y los más recientes son de Akkun quien está preocupado por la falta de respuesta a los mensajes.


En la pantalla aparece el nombre de Akkun y su número telefónico abajo. Acepta la llamada y se lleva el teléfono a la oreja.


'' —¿Dónde estás?, ¿Pasó algo?''

Haitani's property || Ran x Yamagishi x RindouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora