II

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El día inició con ambos chicos saliendo de casa rumbo a su facultad, uno más feliz que el otro

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El día inició con ambos chicos saliendo de casa rumbo a su facultad, uno más feliz que el otro. Pues la mañana del pecoso no tuvo un buen comienzo cuando lo primero que escucho fue a su hermano decir que su espantosa alarma ya lo tenía harto. Porque sí, su sueño era tan profundo y reparador que su teléfono vibrando no fue capaz de hacer abrir aquellos iris luminosos y llenos de cansancio.

Al estar vagamente despierto, corrió al cuarto de baño para darse una buena ducha, pero no contó conque el agua no estaría bien nivelada y terminó dando un gran grito al sentir toda la brisa helada por su espalda tibia por el calor de las sabanas. Casi queriendo llorar terminó de ducharse y se cambió con lo primero que encontró, pero al ya ir muy tarde no pudo probar un solo aperitivo para llenar su estómago que ya pedía clemencia por las horas en las que no había recibido ni un vaso de agua.

Queriéndose quedar todo el día en casa, subió al auto de Minho y partieron a sus tortuosas clases. Justo ahora estaba pensando si era buena idea desabrochar su cinturón y abrir la puerta para solo dejarse caer, pero contuvo sus ganas y solo se recargo en la ventana esperando a que el día pasara rápido.

— Ya está, ten un buen día, Lix. Traje unas galletas de la alacena para ti, pero no te aguantarán para todo el día, así que compra un almuerzo decente y da todo de ti en las clases —. Animó en forma de despedida, odiaba ver a su menor con una mueca en su cara dando a entender que no había empezando tan bien el día. Haría lo que fuera para arreglarlo.

— Gracias, Min. Disfruta tu día, nos vemos más tarde —. Y así, cada quien se fue por su camino, dándose solo las espaldas anhelando que su contrario tuviera el mejor de los ratos, pues para ellos su única prioridad era el otro, solo se tenían a ellos dentro se aquellas cuatro paredes que llamaban hogar. Eran su sustento.

Las clases pasaron rápido, cada quien prestaba atención a su modo y anotaba lo que creía correcto, así, dando rienda suelta a su avance para la siguiente evaluación académica.

Felix estudiaba danza y todo aquello que desarrollará aquella estupenda cultura. Por su parte, Minho asistía a asignaturas de lengua, aunque muy en el fondo le gustaría también tomar clases con su hermano y disfrutar del baile que tanto aman, solo esperaba que aquella carrera le ayudara de algo en un futuro.

Y, como ya era costumbre, el primero en terminar con sus asignaciones fue Felix, no era mucha la parte teórica que analizaban, y los tipos de baile que aprendían continuamente se llevaban muy bien hasta el momento, así que, aprovechando su tiempo a solas, se dirigió a la cafetería disfrutando de aquel olor que llegó a sus fosas nasales en cuanto abrió la puerta, pues aquella fragancia a comida por todos lados era exquisito.

Para saciar su apetito, le pidió a la señorita encargada un sándwich italiano, tenía todos los quesos que podías imaginar, y la verdad, a el le encantaba sentir este derretirse en su boca.

Al tenerlo ya consigo, lo degustó con orgullo, sintiendo como su paladar le agradecía por darle un excelente manjar para llenar las horas del día, y su estómago le decía feliz que por fin había tenido una comida digna y no aquellas chucherías que había recibido entre clases.

¿Puedo ser tu novio? [Hyunlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora