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Londres, 1975
El tiempo pasaba relativamente rápido y a la vez lento para Jungkook; algunas veces rápido, ya que se había acostumbrado de manera sorprendente a vivir en Londres. Pero las veces que sentía que pasaba lento, era una total tortura para él; contando el hecho de que llevaba más de un mes viviendo y yendo a una nueva escuela, aún no tenía algún amigo.
Aunque, bueno, la única persona con la que había alguna interacción, era Taehyung.
Si bien, eso no le incomodaba en lo absoluto, sino que le gustaba, tanto que, llegó al punto de pensar que él también le gustaba a Taehyung.
Aunque, bueno, él pensaba que sería absurdo, puesto que era un hombre y debía tener alguna novia oculta.
La mayoría de las veces le molestaba ese pensamiento; le incomodaba el hecho de no poder amar libremente a quien él quisiera, no poder declararse abiertamente hacía la persona de la que se enamoraba.
Sabía que no podía ser así, puesto que los estándares de la sociedad eran los mismos desde el inicio de los tiempos; Jungkook los odiaba tanto que en incontables ocasiones se cuestionó si haber nacido en ese momento fue el correcto.
Muchas personas le preguntaron en su momento si alguna vez ya había tenido novia, pero el nunca podía responderles “no me interesan las mujeres y jamás lo han hecho”
Era absurdo.
Sí.
Él siempre se había sentido atrapado en un mundo en el que, no aceptaban las diferentes formas de amar, no aceptarían ver a una pareja de hombres tomados de la mano caminando por el parque bajo un día soleado y cálido.
La sociedad era así. De mentes cuadradas.
Porque algunas personas sabían del hecho de que desde años atrás existían parejas entre dos hombres o dos mujeres, también de que había mujeres que no se sentían conformes con su cuerpo e imitaban a los hombres hasta convertirse en ellos, o viceversa.
Pero era un pecado, un delito y algo inmoral.
Jungkook estaba harto de eso, de vivir con la hipocresía de tener que fingir con todo el mundo...
Bueno, con todo el mundo no, al menos con su padre no tenía que hacerlo.
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