El verdadero mito de Goral y Mejinez

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Hola querido lector, en este primer relato conocerás la historia de los verdaderos acontecimientos entre San Mejinez y Goral.
Todo este relato se me fue presentado cuando visitando la ciudad de Le Dadá, conocí a un peculiar mendigo que, a cambio de una pinta, me reveló este relato que pudo leer cuando solo se quedó en el interior del monasterio del Santo Sacrificio.

Aquel conflicto transcurría ya muchas décadas, demasiadas décadas. Es por ello que se le fue encargado a unos valerosos cruzados el llegar al valle donde las hordas del maligno urdian sus planes.

El trayecto fue arduo. De ellos perecieron todos, a excepción de Goral y Mejinez. Estos se hallaban imposibilitados en continuar debido a hallarse asediados en el interior de un ancestral sepulcro de algún olvidado monarca de un olvidado país. Aquella cripta fue su única vía de escape al ataque de las hordas infernales que protegían a su amo.

Tanto uno como el otro, comenzaron a ver que no había salida posible para ellos, pues ambos conocían del hecho de que si aquellos seres te capturaban vivo o muerto, te sumarían a sus filas. Siendo este un destino peor a la muerte, vagar por la tierra a las órdenes de tu eterno enemigo, castigando a aquellos que tus amigos fueron.

Mejinez se hallaba al fondo, implorando a Dios una digna salida para su alma. En ese instante una susurrante, quebrada y débil voz; le ofreció un trato. Completaría su santa misión, si una vida le ofrecía a él. Oyendo esas palabras, el desesperado Mejinez, tomó el poco valor que quedaba en su cuerpo, para poder acabar con la vida de aquel que su vida había salvado en demasiadas ocasiones.

Goral pensaba en lanzar una última carga suicida contra las hordas infernales. Esperaba junto al acceso al sepulcro el momento de que estas atacaran. Cuando a este le pareció un relámpago ver, en realidad la daga de su compañero era. Mejinez clavó la daga en la espalda de su compañero. Goral, incrédulo, se tornó a ver a su antiguo camarada. Pudo contemplar con una deshecha expresión la cara de horror de Mejinez al darse cuenta de lo que había hecho.

Una voz, la exacta misma voz que previamente le había prometido su salvación, le susurró diciéndole que bien hecho. Fue en ese instante cuando se percató de que no había pactado con Dios, tampoco fue con el diablo. Fue con algo infinitamente peor, algo tan perverso que cumplió con su palabra e hizo que las hordas y sus generales fuesen devueltos a los pozos de azufre de donde habían salido.

Todo ello dejándole a Mejinez un último mensaje a forma de aviso "Hay males que son necesarios, hay males que son inconvenientes, y luego están aquellos males que por muy olvidados y pequeños que parezcan, siempre llegan para destruir nuestras creaciones. Cuida tus acciones y pensamientos, porque yo soy un mal incluso peor al que te has enfrentado tu entera vida".

Con esas palabras en mente, Mejinez trató toda su vida de redimirse ante Dios, sus acciones le llevaron ante la santidad póstuma. Solo unos pocos conocieron alguna vez todos estos hechos, y todos los demás conocieron una versión donde Goral fue un Martir que sacrificó su alma para poder salvar el mundo. Pero siempre, siempre que alguien oye la mentira, aquel ser que teme hasta el propio diablo se fortalece para llevar a cabo la promesa que le hizo a aquel asustado chaval. Que sin quererlo ni beberlo se convirtió en el instrumento de la destrucción de su propia creación.

¿Fin?

"Hay veces que piensas que tras todos tus actos, te preguntas si al llegar al infierno el diablo te recibirá cual amigo".

Crónicas de un viaje por el haz del crepúsculo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora