El muro mártir

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Hola de nuevo lector,
Este relato te llegará algo más tarde que de costumbre. Y quisiera disculparme por ello.
Ahora, sobre el relato, no recuerdo exactamente dónde lo escuché o quién me lo contó (debió de ser en algún albergue o parada de viajeros). Pero desde entonces no me lo he podido sacar de la cabeza. Y antes de empezar (y para aquellos que no estén versados en la arquitectura), la explicación de qué es un muro mártir. Es un muro diseñado para colapsar fácilmente, y evitar daños estructurales mayores en caso de terremotos, o simplemente para poder demolerlo fácilmente y ocultar cosas. Ahora sí, comencemos.

Del techo caían pequeños fragmentos de lo que en su día fueron perfectos bloques de un material similar al mármol. El suelo temblaba ante el retumbar de la tierra. Y las gentes, corrían descorazonadas por la habitación.

El viejo rey, contemplaba con horror la escena que interpretaban los soldados, los nobles y los sirvientes. Solo él parecía mantener un atisbo de calma en aquella tormenta de gentes.

Desde que el temblor comenzado había, todo aquel que en sus inmediaciones se encontrase enloquecía. Solo un hombre se mantenía tranquilo. Puede que fuese muy viejo y ya no temiese a la muerte, o quizás era que realmente no temía la ira del todopoderoso.

Nadie lograba salir de aquella estancia, ni tan siquiera aquellos guardias con las llaves de las puertas podían hacer ceder a las cerraduras de los pórticos. Fue cuando la desesperación de un gordo e indeseable noble le llevó a golpear a una muchacha que, según él, poseía la forma de salir de ahí, que el rey se levantó de su trono.

Agarró su bastón, y se acercó al gordo noble, y le arreó un golpe en la sien lo suficientemente fuerte para dejarlo en brazos de Morfeo un rato. La muchacha, no creyéndose lo que acababa de ver, le preguntó en una temblorosa voz: "¿Por qué?" A lo que el rey, con un tono firme pero dubitativo respondió "porqué solo en el ojo de la tormenta hay calma, al contrario que este despreciable ser, que perdido se había entre los pedazos de caos que rodean la calma." Y tras ver en la muchacha una expresión de extrañeza le dijo: "acompañame si lo deseas a la calma en la tormenta ".

La muchacha nerviosa se hallaba, pero las palabras del anciano rey , le hicieron ver qué en verdad toda la estancia se estremecía, menos un muro mártir hecho para en caso de emergencia bloquease el acceso a la cámara de los lores.

Poco a poco se aproximaron a ese muro mártir donde apoyado se hallaba el trono. Ahí, ambos esperaron a que todo pasase. El techo cedió, pero ahí donde se hallaban no se inmutó. Los muros calleron, pero en el que apoyados estaban, ni tembló. Las gentes huyeron despavoridos y otros perecieron entre escombros, pero ni el rey ni la muchacha pavor sintieron.

Al final la muchacha le preguntó al rey: "¿Como?" Y él respondió: "No lo sé, pregúntaselo a otro". Y con esas simples palabras, el rey se despidió de la muchacha y partió rumbo al horizonte sin motivo aparente.

Nunca se volvió a hablar de lo que había ocurrido, ni nadie volvió a nombrar al rey, pero la muchacha que él salvó, supo que él había pasado una prueba, y la había superado con éxito.

Fin

"Solo la confianza y el amor pueden mover montañas, pero solo la primera hará que cualquiera lo consiga"

Crónicas de un viaje por el haz del crepúsculo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora