El aleteo de un susurro

2 1 0
                                    

Buen momento del día lector, este relato me llega de oídos de uno de sus protagonistas. Narra la amarga noche que soportaron estos desventurados individuos al entrever un aleteo tras la hoguera.

Caía la noche en aquel albergue cuando yo y otros viajeros dimos paso a contar historias. Cuando mi amigo Rogelio (a quien había conocido previamente en mi viaje a través del continente) procedió con su relato.

Recuerdo todo como la noche que sucedió, - comentó previamente a la historia - fue un jueves de verano, previo a mi partida de aquel pueblo. Yo y otros miembros de la expedición nos encontrábamos acampando a las afueras del pueblo, junto al sitio de excavación. Recuerdo que un chico que se encargaba de registrar los hallazgos, se hallaba tocando una dulce melodía en su guitarra, mientras otros cantaban y bebían torpemente.

Todo era muy común. A pesar de que aquella noche no corría ningún tipo de brisa, todos nos acercamos a la fogata para entrar en calor, pese a que como ya he dicho hacia un ambiente bastante seco.

La previa mañana, habíamos descubierto en la excavación un sable datado de hace siglos, con la particularidad de tener una hoja de un cristal carmesí que cortaba cualquier cosa como mantequilla caliente. A la mañana siguiente pensábamos llevarlo a la capital para conseguir el reconocimiento del descubrimiento.

Mientras que la mayoría festejabamos junto a la hoguera, un aleteo misterioso proveniente del fuego llamó mi atención (principalmente porque yo era el único que no estaba ebrio). Al asomarme al fuego, vislumbré un desfigurado murciélago agitar en vano sus alas para tratar de escapar de las llamas que le consumían. Este hecho, pese a ser extraño no fue de mi inquietud, dado a que otras noches habían ocurrido hechos no muy distintos de animales que acaban en el fuego sin darse cuenta.

Todo continuó normal hasta que un par de canciones después, una especie de tentáculo con exoesqueleto agarró el cuello a Sara (Nuestra experta en entomología) y la arrastró hacia unos arbustos.

Oíamos los gritos de auxilio y terror que salían de ahí. No fue hasta haber perdido el shock, que el jefe de seguridad, dio una carrera hasta su fusil, y abrió fuego contra el arbusto.

Bang, resonó y los gritos cesaron. Yo y el chico de la guitarra, fuimos a ver cómo se encontraba Sara. Al verla vimos un grotesco escenario, dónde una manada de carmesís polillas devoraban los restos de nuestra antigua compañera. Fue entonces cuando oímos de nuevo disparos en otras direcciones, provenientes de distintas armas, pero todas con la misma sombría réplica en forma de crujiente latigazo.

Cuando volvimos a la hoguera, el jefe de seguridad, Augusto y otro tipo que no pude indentificar, se encontraban en la misma manera que los restos de Sara. Con la diferencia de estos estar sujetando aún con férrea resistencia sus fusiles. No me dio tiempo a observar nada más hasta que vi aquél tentáculo atravesar el espacio entre el chico y yo, para terminar agarrando al chico y llevándoselo a una indeterminada ubicación.

Cuando cesó todo sonido, vi mi final asomarse por el horizonte, no quedaba nadie salvo mi persona. Cerré los ojos esperando volver a sentir aquel tentáculo cernirse sobre mí, pero lo único que sentí fue a una polilla posarse en mi mano, solo eso.

No entendía lo que ocurría, hasta que me percaté de que esa polilla no era de color rojizo, sino que llevaba adherido un fragmento de cristal carmesí, similar al de la espada, de la cual yo había recogido una muestra para examinar en mi propio interés.

Las horas pasaron y yo seguí esperando ahí mi final, pero el amanecer llegó y no vi rastro alguno de nuestro visitante, ni de las polillas que habían devorado parcialmente los cadáveres de mis antiguos compañeros y amigos. No llegué a entender mi suerte hasta que hube llegado a la ciudad más próxima dónde mandé una misiva a mi benefactor con los hechos y mi renuncia formal. Nunca he vuelto a saber de nada relacionado a la expedición, ni me he acercado a la capital, pero si algo puedo afirmar ahora que ha pasado tanto tiempo, es que en este valle habita un terrible mal a la espera de hallarnos incautos, para capturarnos entre sus garras, tentáculos, o la mierda con la que agarre cosas.

Ahora lector, quiero recordarte que todo esto son mitos e historias fantasiosas, no creas que algo así puede existir.

"Los hombres más sabios conocen que no hay forma de diferenciar lo real de lo irreal, todas las cosas son lo que son"

Crónicas de un viaje por el haz del crepúsculo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora