I'm Going Slightly Mad

Chapter 3

Eleanor se despertó de golpe, con la respiración agitada, con sus manos en su pecho, aun con los ojos cerrados intentaba calmarse. Había tenido una pesadilla horrible.

Al abrir los ojos estaba un poco desorientada, como si aún estuviera algo dormida, vio que la puerta de su habitación estaba abierta, mentiría si digo que no le pareció extraño.

Se levantó de la cama, algo mareada salió de la habitación. No sabía donde ir como en aquella fiesta, solo seguía caminando lentamente entre esas frías y blancas paredes, hasta que escucho unas voces muy familiares saliendo de una de las puertas que por cierto estaba entreabierta.

Dudo un poco pero se acercó a la puerta de la que salían aquellas voces.

    —Usted es lo mejor que tengo ¡No puede dejarme! —dijo Cherie rompiendo en llanto, ahora de rodillas rogándole a Juliette, tirando de su ropa suavemente en busca de atraer esos ojos avellana.
 
    —No está bien lo que hacemos, no lo hagas más difícil Cherie. —dijo la enfermera con un semblante serio.

    —¿Que hay de malo en mi? Puedo cambiar... —consiguió que la mayor la mire, iba acercando su cara a la de ella poco a poco.

    —Carajo Cherie. —Juliette la tomó del cabello bruscamente y la rubia soltó un quejido —¿Quieres saberlo? Te lo diré, lidiar contigo es una mierda, eres tan infantil. —después de escuchar esto Eleanor vio como las lágrimas salían de los ojos de la ojizarco.

Eleanor veía la escena confundida, Juliette se mantenía firme, parecía estar disfrutando ver a la rubia tan vulnerable ante sus ojos con lágrimas saliendo de estos mismos.

     —Estaría mejor si tu padre te hubiera matado a golpes. —volvió a hablar la enfermera, a la par que soltaba a la menor, haciendo que se estrelle contra el suelo, sacudiendo su ahora arrugado uniforme —Quiero que te duermas cuando salga de aquí.

La castaña se escondió en otra habitación cuando vio a Juliette acercarse a la puerta, tuvo suerte ya que no fue vista por nadie y aquella habitación estaba vacía, bueno no del todo, en realidad la de ojos ámbar nunca estaba sola.

"Si hubiera hecho lo mismo contigo no estuviéramos aquí" Habló Oda, soltando esa escalofriante carcajada como siempre, la piel de la chica se erizo, no esperaba escucharla.