Lágrimas en la Lluvia.

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Lluvia.

La lluvia caía directamente en mi cuerpo, congelando hasta mis gélidas manos, producto de aquel clima que aquí se hacía presente.

Estaba en la cornisa de un edificio que probablemente estaba en construcción. En frente mío había un chico, de nombre Higashikata, Josuke, o al menos eso es lo que recuerdo hasta este momento.

Pero, ¿Cómo fue que llegué al punto en el que estoy?

Todo empezó esta mañana. Acababa de llegar a Morioh y lo que primero hice, además de instalarme en el hotel, fue visitar a mi primo.

Al menos lo que quedaba de él.

Acabo de ingresar a la universidad y dado a que no podré visitarlo tan seguido por los estudios, estaba segura en quedarme unos días antes de finalmente empezar las clases.

Visitar su tumba me traía recuerdos, principalmente felices. La última vez que lo ví, fue cuando tenía seis años y estábamos en un viaje a Egipto. Él salió a buscarme y quedé acorralada ante un sujeto misterioso, de apariencia extravagante e imponente.

Se hacia llamar Dio.

Mi primo, Noriaki, llegó en aquel momento antes de que Dio pudiese hacerme algo y terminó cayendo en su trampa. Cayendo en su seducción, él se convirtió en su esclavo y desapareció.

Alrededor de cincuenta días después de regresar a Japón, apareció muerto en Egipto. Tenía una gran herida en el estómago y no dejé de culparme desde entonces.

Murió por mi culpa. Lo maté, yo lo maté indirectamente. Sin intención, provoqué su deceso y la angustia me carcomía.

"No es tu culpa", me decían. "Pasó porque tuvo que pasar", agregaban.

—¿Qué te sucedió? ¿Por qué desapareciste de nuestras vidas? —decía yo bajo lágrimas—. ¿Por qué? Eras mi primo... ¿Por qué no me lo dijiste, Noriaki?

Fue lo que le dije esta mañana frente a su tumba. Lo extraño tanto, si pudiera pedir un deseo, tan solo uno, sería despedirme apropiadamente de él. Decirle cuánto lo quiero y abrazarlo por un buen rato.

Si esto fue obra del destino, entonces solo querría eso. Despedirme, tener unas últimas palabras con él para finalmente despedirme.

¿Por qué la vida tenía que ser tan cruel?

Después, encontré un manga extraño. Parecía un dibujo de un niño de 10 años, pero su poder era realmente lo que me importaba. Predice el futuro, y además, estaba escrito el nombre de Dio. Ese oscuro nombre el cual no dejaba de resonar en mi cabeza desde hacía un tiempo.

Conocí también al chico que mencioné al principio, Josuke y otro sujeto que se hacía llamar Hol Horse.

Parecía que iban detrás de algo, un ave para ser más exactos. Eran demasiado extravagantes, pero parecía que estaban detrás de la verdad de la muerte de mi primo, es por esto que no los podía sacar de vista. Algo sabían.

El manga me decía cosas, las cuales me llevaban a pistas. Una de ellas fue encender una mecha. Una mecha que se encendió tras mis lágrimas, las lágrimas en la lluvia que acababa de empezar.

Exploté frente a Josuke luego de que este me preguntara que por qué necesitaba tanto el manga. Lo necesitaba para descubrir la verdad sobre la muerte de mi primo. Necesitaba con ansias descubrirlo, descubrir por qué razón se murió.

Pero, ¿Qué ganaría al final? ¿Al final que haría con esa información? No lo iba a traer de vuelta ni mucho menos, ¿Para qué quería yo saber eso? Ahí fue que descubrí que yo era la mecha que necesitaba explotar. Exploté.

Libro con Contenido JosuRyo (Josuke x Ryoko) (JoJo's Bizarre Adventure)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora