Capitulo 2

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Cuando entro, John vio a Paul sentado tras la mesa, mirando a la nada, sus ojos rojos e hinchados, una copa de vino en su mano.

Fingiendo una tranquilidad que ni sentía, cerro la puerta tras el, y el sonido hizo que Paul lo mirara.

Su esposo parpadeo para luego sonreír levemente.

John llevaba sin verlo tres días, en los que estuvo durmiendo en un hotel para darle su espacio, y estaba esperando que cuando se vieran, Paul comenzara a llorar y pedirle que se alejara, no que le sonriera.

La carta de divorcio en su bolso peso un poco mas. Necesitaba ser firmada para llevar a cabo el tramite pronto, así que si o si tenia que hablar con el menor en ese instante.

-Te extrañe mucho- comento Paul de pronto, poniéndose de pie.

Antes de poder decirle algo, Paul le dio un beso suave en los labios.

Su estomago se contrajo, atónito.

-Pensé que no vendrías a cenar-prosiguió Paul como si nada, sin dejar de sonreír- estaba a punto de llamarte.

Abrió la boca, pero las palabras no salieron de su boca, aturdido.

¿Acaso...?

Miro hacia abajo, viendo los papeles de divorcio.

Paul-dijo con la voz suave- vine para que firmes los papeles.

Y los levanto.

La hermosa sonrisa ladina que lo había enamorado cuando era mas joven se convirtió en un mohín de dolor, pero no retrocedió. Necesitaba hacer eso pronto, Una vez los papeles fueran firmados, sacaría sus cosas de la casa para irse a un pequeño apartamento que vio los últimos días.

Paul sacudió la cabeza.

-¿Que dices, Johnny?- pregunto con la voz temblando-¿Papeles de que?

Suspiro.

Se lo había planteado; cuando los papeles estuvieron listos, pensó que Paul podría reaccionar de diferentes formar, y la negación era una de ella. La triste, terrible negación.

John habría preferido que colapsara, le gritara, le rogara, le tratara mal y no quisiera verlo mas, pero no que se esforzara en negar lo que era inevitable. Negarlo era lo peor, porque significaba que Paul seguía teniendo esperanza alguna de que lo que había ocurrido fue solo una broma o, peor, un invento.

-De divorcio-dijo sin perder el tono suave.

Paul parpadeo.

-Oh- fue lo único que dijo.

Se dio la vuelta antes de que John pudiera añadir algo.

El castaño percibió, entonces, que el mas alto estaba pálido, con ojeras bajo sus ojos hinchados, sus labios resecos y partidos. Incluso podía notar que su rostro estaba mas delgado. Le preocupo que Paul no hubiera comido bien los días anteriores, sin embargo, no se atrevía a preguntar.

-Prepare tu plato favorito- dijo el peli marrón sin mirarlo.

-Paul-ahora su voz salió dura-por favor, no hagas esto mas difícil.

-Difícil- respondió Paul- No lo entiendo.

Sintió como se desesperaba, algo se estrujaba al ver los ojos del menor, tan cálidos y tiernos, pero llenos de un infinito dolor que parecía sacudirlo por dentro, que le rompía en mil pedazos. Eso mismos ojos que siempre parecían contentos y felices ahora estaban asustados, temerosos de el.

-Te lo ruego-murmuro con la voz temblando.

Pero Paul solo se abrazo, mordiendo su labio inferior.

-¿Es... es por que ya comiste fuera?-pregunto inseguro-Puedo comprenderlo, si-

-¡Mierda, Paul, ya no te amo!

Se odio por haberlo dicho tan bruscamente, con la voz teñida de pena y un poco de rabia también. ¿ Por que Paul tenia que ser tan idiota, tan tonto? ¿Por que tenia que adoptar esa actitud? ¿No sabia que el también se sentía mal por tener que hacer eso?

Lo vio tragar saliva, su ceño arrugándose levemente.

-Firma esto, ahora- ordeno mostrando otra vez los papeles.

Paul ladeo la cabeza.

-No.

La palabra resonó en el comedor, y de pronto, una fría calma se extendió por el rostro de su esposo. Ex esposo.

Abrió su boca por la incredulidad.

Dio un paso.

-No lo compliques todo, joder- gruño el mayor sin poder evitarlo- Fírmalo ahora. Sacare mis cosas y-

-No lo firmare- Paul levanto su barbilla, desafiante- No pienso divorciarme del hombre que amo, John Lennon. No sin pelear antes.

Apretó su puño, los papeles arrugándose, y sintió odio Paul McCartney, por sus ojos tristes pero firmes, por su expresión calmada-casi diferente-y su presencia tan demandante y absorbente.

¿No fue todo eso lo que lo había enamorado en primer lugar?

-Te estas comportando como un niño caprichoso-advirtió el castaño con desprecio-Lo único que estas haciendo es humillarte- se enderezo, haciendo una mueca- Paul, ya no te amo, es así de simple, así que terminemos con esto.

-¿Por que?- pregunto Paul interrumpiéndolo- ¿Por que ya no me amas? ¿Qué cambio? Estábamos mal, si, pero ¿es suficiente para que dejes de amar a la persona con la que te casaste?- se sentó en la silla- Teníamos una crisis y te refugiaste en Cynthia, ¿Y dejas de amarme?.

Sabia que tenia que poner expresión de sorpresa ante la mención de Cynthia, pero no dijo nada, haciendo una pregunta silenciosa con su mirada.

-Pueden ser un poco mas discretos en sus salidas- continuo el menor amargamente- Los vi cuando iba a verte ayer, ¿esta bien? vi como la mirabas, como la tocabas, y si, la quieres- se apoyo en el respaldo de la silla, calmo- Pero Johnny, no es por presumir, pero no la miras de la misma forma en que me has mirado a mi por ocho largos años.

Trato de ignorar sus palabras, de no dejarse amedrentar por la reclamante mirada del ojos Hazel, y puso los papeles sobre la mesa.

-Fírmalos, Paul- ordeno.

Paul los tomo y los rompió.

John monto en cólera.

-¡¿Por que todo tienes que complicarlo?!- le grito exasperado- ¡No haces mas que lucir patético y tonto con esa actitud!

Paul no se inmuto ante sus gritos.

-Yo se que tus sentimientos por mi sigue ahí, pero están marchitos -tiro los papeles al suelo con desprecio- Lo vamos a intentar una vez mas, Johnny, es así de simple.

-¡Estas loco!- gruño John volteándose- Yo quería hacer todo esta mierda por las buenas, pero no haces mas que arruinarlo como siempre, hare que mi abogado-

-Treinta días.

Se volteo.

Paul seguía sentado, aunque con una nueva expresión de desafío.

-¿Que?

-Dame treinta días, un mes- continuo el menor- Treinta días para demostrarte que todavía me amas. Si luego de esos sigues insistiendo que quieres el divorcio, firmare sin reclamar- su voz se volvió baja, suplicante- Por favor John. Solo.. treinta días.

John lo miro, atónito, y retrocedió un paso.

Luego, negro con la cabeza, sintiendo como temblaba ante la insistente mirada de Paul.

-No- fue lo único que dijo antes de salir de allí, cerrando con un portazo.

Paul suspiro, solo, sin moverse.

Permaneció unos segundos en silencio para luego mirar su mano izquierda, el dedo anular, donde el anillo de matrimonio seguía brillando, y recordó brevemente la mano del mayor, el anillo también en su lugar.

-Ah Johnny, ¿Cómo llegamos a esto?-murmuro, sabiendo que nunca habría respuesta para esa triste pregunta.


APEGO|| MCLENNONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora