Hora de Salida

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Desde que los rescatadores detuvieron a la Pandilla del Valle, las dos ardillas comenzaron a construir su relación poco a poco. Ahora, cómo excusa para pasar más el tiempo con Chip, Dale lo busca al trabajo para darle un aventón en su coche.
El rodolfo no puede ni disimular ni la  mitad de la emoción que siente por pasar tiempo de calidad con Chip, y aunque este se hace el de rogar, está igual o más emocionado que el de nariz roja.
Recuperar el tiempo perdido de 30 años no iba a ser fácil, pero ninguno de los dos se había sentido tan vivo en mucho tiempo. Volvían a ser adolescentes que no podían ser separados, un par de imanes destinados a estar unidos.

El colorado veía con atención el reloj del estudio de grabación dónde ahora se dedicaba a hacer algún u otro cameo debido a que su popularidad regresó. Esperaba a que sonara la campana, dándole la señal de que su turno por hoy se terminaba. No se sentía así desde que esperaba junto a Chip el receso para hacer todo tipo de travesuras.
"Tiririri" vibró la campana del estudio, y con entusiasmo celebró, corriendo a toda velocidad a su coche.
“¡Allá voy, Chip!” gritó eufórico. Arrancó toda prisa para pasar a completar su rutina. En el viaje, él en su cabeza ya estaba máquinando todas las cosas que podrían hacer juntos: “¡Oh, oh! Podríamos ir afuera por un café, o tal vez al cine, o pasear por ese parque de perros con Millie. El clima está perfecto para salir afuera”. La relajante brisa helada que chocaba contra su rostro era la señal, por pequeñas cosas como esa es que adoraba su actualización 3D.
La radio no tardó en tocar una de las muchísimas baladas de amor que tanto le movían el corazón a Dale, cada estación de radio estaba llena de ellas, sin duda una señal del universo, parecía que jamás iba a hartarse de ellas.

Tarareando el ritmo de la canción llegó al edificio de seguros dónde estaba su bombón. No sabía si esperarlo ahí sentado, ir adentro del edificio, o tocar el claxon como el imprudente que era. Pese a sus instintos de avisarle que ya estaba abajo esperándole, decidió contemplar la entrada a ver si aparecía entre las puertas cuál princesa esperando su carruaje.

Las miradas de la gente se empezaban a quedar plantadas en él. "¡Mira, es Dale!", "¡¿Qué hace Dale en un lugar cómo este?!" La gente susurraba, aunque los empleados del lugar lo miraban como si fuera cosa de todos los días, porque lo era.
Entre ellos se surraban chismes sobre la pareja de ardillas. Que sí a dónde iban a tener sus citas, los apodos con los que se llamaban, que sí el chupetón era nuevo, ya saben, chismes de cualquier pareja.
Si la gente de ahí no le conociece, diría que es algún acosador y se metería en graves problemas, afortunadamente la gente de ahí lo ve como el encantador novio de su reservado compañero de oficina.

Los minutos pasaban, ya pasaba la media hora después del horario de salida de Chip, y no es que Dale sea un impaciente, que sí lo era, pero se empezaba a preocupar, le había dicho que incluso iba a salir algo temprano. “Solo va a salir un poco tarde, eso es todo” pensó mientras jugaba con sus dedos. "Tal vez, debería entrar para ver si todo está bien..." Meditó preocupado. "Pero Chip me dijo que ya no debía de entrar a escondidas a su oficina." Contradijo desanimado "Aunque... Tecnicamente su turno ya terminó" Y con ese pensamiento bajó del auto, yendo orgulloso a recuperar a su novio de ese edificio lúgubre, monótono y gris.

A punto de pasar por la puerta como el galán que era, fue detenido de los hombros por el Rey de Roma.
—¿A dónde crees qué vas tú?— Contestó un Chip ojeroso, de traje desaliñado—Habíamos llegado al acuerdo de que ya no ibas a escabullirte en mi oficina—abrazó con cansancio al pelirrojo, enterrando su cara en el cuello del otro.

—¡A mí también me da mucho gusto verte, Chippy Chippy!—cargó al Mayor sin mucho esfuerzo, apretándolo con vigor. —Aunque... Tú no pareces verte tan bien— Lo apartó del abrazo para analizar su apariencia de pies a cabeza.

—No es como si tú estuvieras tan guapo de todas formas— Provocó ahora con energía que parecía brindarle Dale.

Antes de que Dale pudiera reprocharle el insulto, Chip lo besó con una mágica pasión que parecía haber llegado de la nada. Dale se rindió, cerrando sus ojos junto al castaño y juntando sus brazos por encima del cuello de Chip, profundizó el beso, cosa que al contrario le fascinaba.
Chip sentía como se empezaban a formar miradas hacia ellos dos, abrió sus cansados ojos para ver a ambos lados confirmando sus sospechas, se molestó un poco al saber que eran sus compañeros de trabajo, ya que sabía que iban a hablar sobre esto mañana en la oficina. No es que le molestara que la gente supiera sobre ellos dos, pero era bastante irritante ser lo único de lo que hoy en día hablen en la oficina.

Chip y Dale: ¡Love Rangers!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora