IV

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1988

Otoño había llegado, la estación favorita del pelinegro, y la menos favorita de Sunoo, pues pasaba mucho frío, Sunoo al tener un cuerpo muy delgado solía recibir mayor parte del frío, así que por eso no le gustaba en lo absoluto.

Ambos se encontraban camino al parque, irían por un helado, promesa de Riki para Sunoo.

— Sunoo, ¿Tienes frío? — hablo Riki al notar como Sunoo se abrazaba así mismo

— Un poco, no gusta el otoño ni el invierno, hace demasiado frío — Exclamó con una mueca de desagrado

— Toma — Riki quito su bufanda y la coloco en el cuello de su novio

— ¿No tienes frío? — Sunoo lo miró con preocupación

— Claro que no, porque el sol se encuentra a mi lado — Sunoo se quedó quieto y lo miró con confusión — el sol eres tú

— Que cosas dices Riki, yo no soy el sol, solo soy un chico tonto — decía mientras se sonrojada

— Sunoo, tú para mi eres un sol, mi pequeño, gran sol

Sunoo solo rio por las palabras de su menor, ¿que cosas decía?

— Pero Riki, si yo fuera el sol no podrías estar conmigo

— Entonces seré la Luna, y así luna y sol podrán estar juntos

— ¿Luna y Sol juntos? — Sunoo no entendía nada — eso imposible, ambos están muy lejos del otro

— Pero para eso existe el eclipse — Sunoo aún no entendía, pues no eran tan inteligente con su menor — mira te explicó, cuenta una leyenda que en la antigüedad existía luna y Sol, eran dos amantes, pero su amor era prohibido, todos estaban en contra de ambos estuvieran enamorados, así que fueron sacrificados y maldecidos para que ninguno estuviera cerca del otro, pero hubo una diosa que se compadecio de ellos, y les dio el eclipse para que se volvieran a reencoentrar, y así por algunos momentos estar de nuevo juntos

— Pero el sol es amarillo, así que me cuando sea mayor de edad me pintare el cabello de rubio, y así podre seguir siendo un buen sol para ti Nini

— Pará mi ya eres perfecto así Sun — En un rápido movimiento Riki le dio un beso a Sunoo en la mejilla, haciendo que el castaño se asustara un poco

— Nini, estamos en el parque — Habló mientras volteaba a todos lados

— Nadie nos vio — Tomo a Sunoo de la mano y ambos corrieron a la heladería.

Al llegar ambos pidieron su Helado y de nuevo ambos fueron al lindo bosque donde solían pasar horas, solamente ellos dos.

Como cada ocasión, ambos se sentaron en el pasto junto a un gran árbol.

— Sunoo, ¿tu padre esta en casa? — preguntó Riki, pues aunque el menor sabía que el padre de Sunoo era alcohólico, y con un carácter fuerte, no sabía que era el mismo que ocasionaba cada golpe en el cuerpo del castaño

— Si, pero me dio permiso de estar aquí — nuevamente mintió.

Su padre jamás le dio permiso, el solo salió de casa, sabiendo que al regresar podría recibir unos golpes, pero como siempre, sanarian.

Mi Pequeño, Gran Sol ☀️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora