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Para conveniencia del lector, el siguiente diálogo fue recortado y simplificado. De esa forma, solo se leerá el final de una discusión que tuvieron los fantasmas imaginarios en frente de Julián.

—Siempre me imaginé a Dios como un ser perfecto... O sea, no es que diga que Dios sea imperfecto, pero igual como que no creía que iba a ser así... Pero sí lo pensé una vez, pero igual como que fue un poco distinto a lo que yo creí...

— ¡Cállate! ¿Que no ves que ahora nos escucha y ve con claridad? No seas falto de respeto — contestó "El Facho" a las incongruencias de "El Contradictorio".

—Facho, para de creerte superior a los demás. Entendemos que tu sistema te crió para descalificar a todo lo que veas diferente, pero entre nosotros debemos vernos como iguales y tratarnos bien.

—Chicos, hay que dejar de discutir y empezar a querernos un poquito más y no pelear tanto. Y aunque concuerdo con vernos a todos como iguales, no creo que esto le convenga a Dios, que ahora mismo nos está mirando muy turbado... Creo que deberíamos presentarnos —dijo "El Romántico" tratando de ayudar a su creador.

Julián había quedado absorto mirando a sus personajes hablar y moverse justo frente a sus ojos. No prestó nada de atención al tema de la conversación, que era él mismo, y se conformó con comenzar a diferenciar sus voces e imaginar qué tipo de futuro le brindaría tenerlos a su lado.

"Debo ser el hombre con más suerte del mundo, con ellos a mi lado podré hacer lo que yo quiera. Son seres totalmente independientes de mí, puede que sepan dar solución a todo lo que me aproblema, no puedo estar más feliz". Pensaba mientras el resto hablaba.

—¿Qué opinas? ¿Señor? ¿Deberíamos presentarnos?

Sacado de sus pensamientos lucrativos, Julián contestó a la rápida sin siquiera notar quién era el dueño de la voz:

 —Sí, claro.

Uno a uno los fantasmas de la imaginación presentes en el departamento se presentaron por sus apodos y características principales, tal y como fue hecho en el comienzo del capítulo anterior, aunque algunos de los personajes ya nombrados antes no se encontraban presentes en el lugar, por lo que no hubo necesidad de señalarlos.

De nuevo y como precaución debido a la falta de concentración del narrador, se le recodará a la pobre alma que se vea forzada a leer esto, que quedan dos personajes que no han hecho aún su aparición, a pesar de ya haber sido nombrados. Quizás aparezcan más adelante, en caso de que no lo hagan, es debido a que se me ha olvidado escribir sobre ellos y se convertiría eso en señal de que debería borrar esta parte. En caso de que esté usted leyéndola, quiere decir que efectivamente fueron participes de la historia y que este párrafo no es innecesario.

Ya narrada la perspectiva del futuro y presente del loco, es tal vez una buena idea indagar un poco en el entorno cercano del protagonista, digo, para que no parezca él mismo haber sido víctima de un mal escritor. (En cuyo caso deberé escribir las disculpas correspondientes a Julián).

Julián, que como ya lo venimos diciendo desde hace un tiempo, era menospreciado por su madre y poco querido por su hermano, pero todas las cosas (o por lo menos la gran mayoría) en esta vida tienen una razón de ser. Hallar culpables o víctimas no es labor del narrador, así que lo contaré de la manera más imparcial posible.

Al cumplir Julián los seis años, tenía demasiada imaginación, al punto de ser sofocante para sí mismo. Lo único que le servía de escape, ya que aún no sabía escribir, era contar historias a sus amigos y compañeros de curso, y en poco tiempo todos se habían enterado de que el niño iba a ser artista, la peor noticia que todo padre puede recibir, sobretodo en una familia de clase media.

Fantasmas imaginarios [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora