ᴅᴇᴜx

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🥀

Al amanecer del día siguiente, el mercader y su vástago no preveían que su arduo viaje se vería empañado por un desalentador desenlace.

Desde uno de los balcones del imponente edificio que daba una espléndida vista al puerto, Namjoon contemplaba con anhelo el navío recién rescatado, confiando en que este resolviera todas sus tribulaciones.

Al adentrarse en los confines del recinto, pudo percibir al Escribano deleitándose en su arrogancia, portando una sonrisa desdeñosa frente a ellos. Era evidente que se trataba de un contratiempo de dimensiones considerables, pues Jungsoo, sofocado y enrojecido por la ira, expresaba su descontento de manera airada.

- Me despojan de todo - exclamó con furia. - Se niegan a permitirme abordar mi propia embarcación.

El escribano se mofaba del mercader, encontrando hilaridad en su infortunio. - Es hora de aceptar los hechos. "La sirena" y todo su cargamento ya no te pertenecen- escupió el despreciable individuo, quien tan solo unos meses atrás se postraba ante Jungsoo, besando sus botas y suplicando por el puesto que ahora ostentaba.

Namjoon, atento a cada palabra, luchaba por contener su cólera y evitar iniciar un escándalo en aquel preciso instante.

- Me tratan como a un mendigo. ¡Este lugar no sería más que un puerto de pescadores sin mí! ¡Y tú permites que esto suceda! - vociferó el mercader, golpeando con fuerza el escritorio de robusta madera que yacía frente a él.

- No tuviste la suficiente astucia, querido amigo. Firmaste todas las cartas de crédito, a pesar de mis advertencias - respondió el escribano con mordacidad.

La paciencia de Jungsoo estaba llegando a su límite - No me tomes por un necio, Millus. Sin mi influencia, tú no estarías sentado ahí - espetó furibundo el mercader.

Millus, alzándose con agilidad, extendió los papeles que previamente le había hecho firmar - ¿Acaso perdiste la dignidad junto con tu fortuna, Jungsoo? - mofó el astuto letrado.

Sin darle tiempo de reaccionar, Namjoon, en un arrebato de ira, se abalanzó sobre él, haciendo fuerza en el cuello de su camisón de seda.

- ¡Te destrozaré el rostro! - exclamó Namjoon, imbuido por la furia.

- ¡ES SUFICIENTE! - vociferó su padre, separando a ambos hombres. Lo último que deseaba en aquel momento era verse envuelto en un escándalo.

Namjoon no tuvo más opción que soltar a su adversario a pesar de que ansiaba con todas sus fuerzas golpear a alguien y liberar así las tensiones que lo agobiaban. - No entiendes. Ya no posees ningún poder. Te haces pasar por un magnate, pero no eres nada. Me das lástima, padre – pronunció Namjoon, sin medir las consecuencias de sus palabras, dejando a su progenitor perplejo ante lo que acababa de suceder.

 Me das lástima, padre – pronunció Namjoon, sin medir las consecuencias de sus palabras, dejando a su progenitor perplejo ante lo que acababa de suceder

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Le petit et la bête -KMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora